La vergüenza, del español David Planell, nos habla de uno de los temas recurrentes en los filmes exhibidos en el festival (sobre todo en las secciones paralelas), el de la maternidad. La acción se reduce, en su mayoría, a interiores de la casa de una pareja, donde se discute su aptitud como padres de un niño adoptado. Pero no es sólo ese el tema que confrontan con la visitadora social, sino también la inmigración, la maternidad, las exigencias de las responsabilidades, el egoísmo y la libertad. La figura del niño será el centro alrededor del cual funcionarán las distintas líneas narrativas, dándole al film un carácter multifacético centrado en un entorno cerrado y a través de la conversación entre tres personas. Ese triángulo permitirá mostrar los distintos lados de lo que aparecerá más como un poliedro que como una figura plana, lo cual se agradece. Si bien las actuaciones son irregulares (destacándose especialmente Marta Aledo como la visitadora social y Alberto San Juan como el padre postizo), el film adolece de algunas incorrecciones como saltos de eje o desequilibrio entre lo que sucede en torno a la madre biológica del niño y la pareja adoptante. Con una resolución posible, Planell nos pasea a través del film por los distintos argumentos que se suelen tejer en torno a la responsabilidad parental.
Eden a l'ouest es una road movie en tono de comedia ligera con trasfondo social y crítica política. La última película de Costa Gavras nos habla sobre la inmigración en Europa. Si bien, aparentemente, el film navega las aguas (nunca mejor dicho) de la comedia, dando una sensación de superficialidad, en los aspectos más secundarios de la trama, podremos encontrar el sesgo crítico de este autor, que se ha caracterizado y sobresalido por su cine de denuncia (no podemos olvidar sus Missing, Z o Estado de sitio). Los altercados que sufre Elías, que desembarca en las islas griegas y se dirige a París (no se nos dice de dónde viene, lo cual no tiene ninguna importancia, pues los distintos visitantes obligados que recibe Europa, sean del Este, de Asia, de África, de Latinoamérica... deben pasar situaciones semejantes), a veces disparatados, no dejan de proponernos una lectura más ácida sobre el rol de cada uno frente al prójimo, su respeto, su honorabilidad y su necesidad. El mundo de los hoteles lujosos, del trabajo ilegal, la estafa, la subestimación, el desprecio... pero también el amor casual, la solidaridad, la comprensión... son distintos sentimientos con los que se encontrará nuestro personaje. Si bien en el mundo ha triunfado el capitalismo, y con él, la democracia, no es eso lo que vemos en las situaciones que viven estos seres que llegan en busca de un mejor vivir en las metrópolis que alguna vez los han colonizado.
Away we go, la última película de Sam Mendes incursiona en la temática de la maternidad en el mundo que vivimos. También estamos ante una road movie, en este caso es una pareja embarazada que busca dónde establecerse. Así irán visitando a lo largo y ancho de Norteamérica a sus familiares y amigos, para descubrir que ninguno es apto para tenerlos de vecinos. Así, recorren Chicago, Alaska, Phoenix, Tuckson, Madison, Miami... donde encuentran familias naturistas, conflictuadas, despreocupadas, impotentes... para llegar a la conclusión que la paternidad les toca a ellos y sólo son ellos quienes tendrán que hacerle frente, con su inexperiencia -como lo han comprobado- propia. Las distintas secuencias nos pasean por un muestrario de familias modernas, funcionales, disfuncionales, responsables, inmaduras... para llegar a la conclusión de que no hace falta nadie para ser padres. Sólo la voluntad de encarar la responsabilidad que viene. Si existe un mensaje, ese es el que nos propone Mendes en su film, y lo hace instalando la alegría en el espectador, quien descubre que al reírse de las distintas situaciones, se está riendo de sí mismo, pues el muestrario de familias es tan amplio, que todos encontrarán dónde identificarse.
Castaway on the Moon, de Lee Hey-yun, aunque inspirada en un gastado Robinson Crusoe, esta fábula coreana moderna del aislamiento en un mundo copado por los aparatos electrónicos para facilitar la comunicación, nos alegró la vista/vida. Una historia (una más) de encuentros y desencuentros, donde el apabullante mundo de altos edificios, automóviles y tecnología no impiden el aislamiento como accidente y la supervivencia como necesidad última y primera del hombre. La búsqueda de una solución en un mundo que despersonaliza a los seres humanos cada vez más, les permite a un hombre y a una mujer encontrar la solución a sus temores. Aunque en el film haya referencias a Cast Away (Robert Zemeckis, 2000) y a La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954), con una puesta en escena moderna y vistosa, dos personajes magníficos, de los cuales vamos a saber muy poco, y una historia que podría escribirse en dos líneas, Lee Hey-yun compone la película más original y esperanzadora del festival.
Un prophete, la multipremiada cinta de Jacques Audiard elevó el nivel de la muestra. Esa historia del encierro en la cárcel, del tráfico de influencias, del paso del poder de mano en mano, de pequeña sociedad dentro de un espacio limitado, marcó un punto alto en la selección de los organizadores. La película de Audiard brilla por esos espacios azules y blancos, por la interpretación soberbia de Tahar Rahmin y ese universo en constante peligro en el que debe moverse el personaje de Malik. Próximamente dedicaremos una crítica a este film.
Moon, la esperada película de Duncan Jones, de la que nos ocupamos el mes pasado, pisó finalmente pantallas argentinas y tuvo gran éxito de público. La historia de ese androide que convive consigo mismo en el interior de una base espacial acompañado de un robot con expresiones de emoticones ha revivido en sí misma una cantidad de filmes referenciales -Alien, Blade Runner o 2001, una odisea espacial, entre otros-, proponiendo una historia que no tiene nada de original, pero que condensa y actualiza la problemática de un futuro incierto para el planeta Tierra.
Taking Woodstock, el film de Ang Lee, realizado con motivo del 40º aniversario de aquel festival famoso, que convocó a toda una generación por la música y por la paz, evoca los preparativos del evento, a través de la historia de uno de sus organizadores. Fresca, alegre, crítica y con un sesgo político latente, esta película arrancó aplausos en la platea. Le hemos dedicado una nota especial en la sección Críticas.