El remake puede concebirse desde la perspectiva radical de una creación cuya originalidad depende precisamente de que, a primera vista, parezca un clon del modelo. Así, cuando, por ejemplo, Gus Van Sant vuelve a filmar Psicosis plano por plano, conservando el título original (Psycho), se mueve dentro de lo idéntico, ya que todo su proyecto, en los confines del arte actual, se basa en las micro variaciones apenas perceptibles a que somete la película modelo y cuyo ínfimo recrea una obra original. Diverso y múltiple, este fenómeno de hacer películas a partir de otras depende, en muchos casos, de una pura lógica comercial. En un contexto de competencia industrial y de producción desbordante, la búsqueda de un beneficio es lo que importa, cosa que, por desgracia, sucede a menudo con los films que no necesitan ser imitados, porque el que destaca es el original.
Las inversiones en secuelas y remakes no son, en muchos casos, más que formas de minimizar riesgos, de administrar la incertidumbre que reina en el mundo del cine.
El remake puede dividirse en diversas categorías. Según Nancy Berthier[1], una de éstas es el "remake trasnacional", que consiste en volver a filmar una película en un ámbito nacional distinto del original. Opina que dicha categoría se ha desarrollado mayoritariamente en la cinematografía norteamericana y que desde muy temprano en su historia, retomó películas esencialmente europeas adaptándolas a su propio público.
Nancy Berthier realiza un estudio sobre un ejemplo de "remake trasnacional", Abre los ojos, de Alejandro Amenábar (1997) y su copia americana Vanilla Sky (2000), de Cameron Crowe.
La figura de Alejandro Amenábar pertenece al grupo de los "veinte nuevos directores del cine español" destacados por Carlos F. Heredero[2] en el ensayo homónimo (1999); es decir, un grupo de cineastas jóvenes que han contribuido a cambiar profundamente el panorama de la producción nacional a partir de los noventa.
Aunque resulte difícil encasillar Abre los ojos en un género en particular, sus referentes más obvios son norteamericanos y, fuera del marco genérico, el horizonte intertextual de la película está dominado por unas referencias claramente norteamericanas (o de películas realizadas en los Estados Unidos). Tiene más en común con producciones norteamericanas de la época que con el conjunto de las películas que en el año 97 se hacían en España.
No deja de ser curioso el dato de que para un productor no americano, la venta de los derechos de remake puede ser en efecto mucho más rentable que la perspectiva de una limitada explotación comercial de una película en el mercado estadounidense. Se puede considerar como una vía de difusión de su creación, como la manera de que, aunque le hagan cambios y lo "americanicen", al menos, la esencia de su producto se verá en América y llegará a un mayor número de público que si se estrenara la original.
A la inversa, la compra de los derechos de remake de una película extranjera resulta más económica para un productor norteamericano que la adquisición de un guión original. De modo que la cuestión de la nacionalidad de las películas es fundamental en la práctica del remake trasnacional.
El productor del segundo trabajo de Amenábar, al igual que en su primer film, es el director español José Luis Cuerda.
El thriller romántico español de 1997, se convirtió en el catalizador de Vanilla Sky.
La iniciativa de hacer dicho remake fue fruto de un deseo compartido de una casa productora (la de Paula Wagner y Tom Cruise), de un actor (el propio Tom Cruise) y de un director de cine (Cameron Crowe), norteamericanos los tres.
Vanilla Sky fue principalmente producida por la sociedad Cruise/Wagner Productions, asociada con tres productoras estadounidenses (Artisan Enternainment, Summit Enternainment, Vinyl Films), aunque se mencionen en los títulos de crédito finales la simbólica participación de la Sociedad General de Cine (Sogecine SA). Abre los ojos, aunque coproducida con Francia e Italia (Les Films Alain Sarde, para Francia, y Lucky Red, para Italia), ofrecía en cuanto a ella una marco de producción predominantemente español (Las producciones del Escorpión, Sogecine, Canal + Sogepaq).
Desde el punto de vista del equipo técnico, fuera de la presencia en los títulos de crédito de Mateo Gil y de Alejandro Amenábar ("Based upon the film Abre los ojos, written by AA and MG"), al final de la película, en Vanilla Sky la mayor parte de las personas que trabajan en el film son técnicos fuertemente vinculados con el cine norteamericano, aunque se integre también a personas con distintas nacionalidades, en la mejor tradición hollywoodense. Pero es curioso que ninguno de los técnicos de Abre los ojos fuera invitado a colaborar en la creación del remake.
Entre los miembros del equipo técnico, el principal, el director de la película, Cameron Crowe, es un valor seguro del cine norteamericano desde el éxito de Almost Famous o Jerry Maguire, y contribuyó como ninguno a "americanizar" Vanilla Sky, relacionándola con el nombre de un cineasta conocido. Los principales actores y actrices de Vanilla Sky pertenecen al ámbito del cine norteamericano, exceptuando la presencia de la española Penélope Cruz, que interpreta el mismo personaje que en la original. Tres de los actores principales pertenecen a la categoría de destacadas estrellas. La presencia de la actriz española en un casting globalmente americanizado introduce un pequeño juego intertextual que le permite a Crowe dialogar con la versión original.
Como en todo remake que se precie, hay otros cambios, entre el original y su "copia", aparte del reparto y de las localizaciones (Madrid en el original y Nueva York en el remake) como, por ejemplo, las diferencias entre la casa del español, menos sofisticada que la del americano, al igual que la celda del psiquiátrico penitenciario, diálogos que se cambian, ya que Cameron Crowe reescribió o modificó algunas situaciones en el remake, el uso de la música, que en la versión americana no empasta adecuadamente con el suspense del film, cosa que sí logra la banda sonora del original; el final también cambia, siendo más violento en Abre los ojos, así como las profesiones de los protagonistas, etcétera.
Estos cambios permiten que el film se adapte a los americanos, logrando mantener la esencia, el espíritu del trabajo de Alejandro Amenábar y Mateo Gil, eso sí, guardando las diferencias, ya que en la mayoría de los casos, el original no es superado por su remake, pero, en este caso, dicho remake era necesario para que Amenábar "cruzara el charco", al menos, con su nombre en los títulos de crédito de Vanilla Sky. Así comenzó su camino al éxito fuera de las fronteras de España.
[1] Catedrática de Imagen en el Departamento de Estudios Hispánicos e Iberoamericanos de la Universidad de Marne-la-Vallée (Francia), donde dirige el equipo de investigación EMHIS. En el libro "Miradas glocales". Cine español en el cambio de milenio. De Pohl, Burkhard y Türschmann, Jörg. Capítulo: Cine y nacionalidad: El caso del remake. Pág. 337-346. Vervuet. 2007.
[2] Carlos F. Heredero (Madrid, 1953). Profesor de Historia del Cine Español en el ECAM y en la ESCAC. Fue crítico durante catorce años en el Diario 16 y actualmente en la revista Dirigido por... y en el Cultural del periódico El Mundo. Ha escrito varios libros sobre cine.
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