Hace un año lanzamos la revista de AULA CRÍTICA. Empezamos con pocos contenidos, aprovechando la ceremonia de los Oscars y algunos trabajos realizados durante el curso. Poco a poco hemos podido añadir secciones, dotarlas de contenido riguroso, profundo, y consiguiendo textos "autóctonos" con estilos muy personales, muy diferentes. Quizá la madurez nos vino a partir de finalizar el verano, tras cinco números... luego ya han venido los números con especiales Investigamos centrados en temas muy concretos, la cobertura de festivales tanto en España como en América Latina... Para mí los mejores números de EL ESPECTADOR IMAGINARIO se inician en Octubre. Se inician en Otoño.
Posiblemente el Otoño sea una de las estaciones que menos representada vemos en la pantalla. Al menos, de forma explícita. Si bien cualquier profano "sabe" (con la lectura del resto del Investigamos veréis que no es así) que las películas románticas se sitúan básicamente en primavera, las cómicas en verano y las familiares en invierno... ¿qué tenemos en otoño, los dramones? Bueno, supongo que un buen ejemplo sería Otoño en Nueva York (Joan Chen, 2000), que consiguió engañar al gran público que acudió al cine en masa a la espera de una intensa historia de amor Gere-Ryder... Pero sí es cierto que películas ubicadas en esta temporada del año son más difíciles de recordar relacionándolas con la estación.
Es gracioso ver cómo el otoño se conecta en el cine casi instintivamente con la madurez, con el alcanzar una etapa de la vida. Encontramos, por ejemplo, historias sobre adolescentes que, por una razón u otra, se ven abocados a madurar súbitamente. En Love Story (Arthur Hiller, 1970), Ryan O'Neal/Oliver Barrett IV pasa, tras la imposible relación con Ali McGraw/Jennifer Cavalieri, de ser un universitario rico y despreocupado a un hombre desengañado y dolido con su vida. En Elephant (Gus Van Sant, 2003), se nos muestra un día "cualquiera" de otoño en la vida de unos alumnos de instituto, o en La Ola (Dennis Gansel, 2008), a un grupo de estudiantes que conocerá el horror de las consecuencias de sus actos al transformar en un peligroso movimiento lo que se había iniciado como un trabajo sobre la autocracia. Y, en ¿A quién ama Gilbert Grape? (Lasse Hallström, 1993), nos encontramos con un joven Johnny Depp que, tras la muerte de su padre años atrás, se convierte forzosamente en el padre de familia, atrapado sin futuro en Endora, un pequeño y remoto pueblo estadounidense, en el que nunca pasa ni pasará nada.
Por otro lado, suele utilizarse el otoño para narrar historias de amores encontrados ya más allá de los 40, con finales más o menos felices... dos buenos ejemplos: Los Puentes de Madison (Clint Eastwood, 1995): otoño de 1965, Francesca Johnson -fantástica como siempre Meryl Streep- encuentra a su amor verdadero demasiado tarde; o En el séptimo cielo (Andreas Dresen, 2008), en el que se nos presenta un adulterio tardío, realista como la vida misma, donde Inge, una señora que aún a sus sesenta años rebosa vitalidad y no puede evitar engañar a su marido... como si de un juego de niños de tratase. También vemos algo similar, pero con una entonación muy distinta, de este flirteo en edad avanzada, en el Cuento de Otoño de Eric Rohmer (1998), quizá el menos trascendental de su especial dedicado a cada una de las estaciones, pero que rebosa frescura al explicar, entre otros temas, los amores y desamores acaecidos en la edad madura. Y es que no hay nada como descubrir en la edad otoñal el amor primaveral... Como en el primer film que rodó Clint Eastwood, sin ser él uno de los protagonistas, Primavera en Otoño (Breezy, 1973). Aunque fue un tremendo fracaso en taquilla, ya dejaba ver la rigurosidad que Eastwood impregna en la realización de sus films, y su debilidad por los temas románticos... en esta ocasión nos presentó el romance entre un hombre maduro, con la vida ya asentada y con un carácter marcado por la experiencia, y una joven hippie, sin ataduras. El film se centra básicamente en los límites que nosotros mismos nos imponemos al seguir las normas de una sociedad que no ve con buenos ojos este tipo de relaciones, y que finalmente nos hace sucumbir ante su presión.
Pero podemos encontrar también dramas sociales, cuyos directores han sabido escoger esta estación como perfecto marco para poner a prueba al espectador... y es que el Otoño es la estación de la transición. Transición de algo alegre, lleno de color, a algo oscuro y frío... es, en definitiva, la certera representación para la resolución, a mejor o a peor, de las dudas que nos asaltan acerca de las decisiones que debemos tomar en situaciones de la propia vida. Un claro y bonito ejemplo es La caja de Pandora (Yesim Ustaoglu, 2008), film en el que se nos permite adentrarnos en el núcleo de una familia que debe enfrentarse al Alzheimer que padece la matriarca, desvelando y conociendo a la vez terribles secretos que han estado guardados bajo llave hasta el momento. Películas como Al otro lado (Fatih Akin, 2007) nos hacen reflexionar sobre la muerte, la immigración y la intolerancia, a través de una serie de encuentros entre tres historias que inicialmente no tienen ninguna relación entre sí. Finalmente, a caballo entre el drama y la comedia, encontramos Irina Palm (Sam Garbarski, 2007), film que nos habla de lo que es capaz de llegar a hacer una abuela por conseguir dinero para el tratamiento de su nieto.
En definitiva, personalmente considero que el Otoño es una de las mejores excusas en el cine para narrar las historias que, de una forma u otra, deben explicarse a un espectador. Obviando conscientemente films que pueden hacer pensar, sí o sí, en el Otoño (hubiese sido muy fácil hacer una lista con las películas que incluyen Otoño en su título, claro), hemos puesto ejemplos sobre romances, sobre encuentros entre familias, sobre secretos y tabúes... y, todos ellos, podemos situarlos en el mismo marco narrativo: la necesidad, o no, de madurar en nuestras vidas. De todas ellas, me quedo, inevitablemente, con dos fragmentos: el inicio de Love Story, cuando se nos muestra cómo Oliver conoce a Jenny, y el terrible pero revelador final de La Ola... Tomar decisiones, hacernos cargo de nuestros actos, revivir momentos felices, retomar nuestro futuro, olvidado en tanto recuerdo a veces inútil... todo esto, puede pasarnos en otoño. Os esperamos en nuestro siguiente cumpleaños.
Love Story
La Ola
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