Camaleónico Hoffman

Por Arantxa Acosta

"Study, find all the good teachers and study with them, get involved in acting to act, not to be famous or for the money. Do plays. It's not worth it if you are just in it for the money. You have to love it."
Philip Seymour Hoffman (1)

Total, absoluta y brillantemente camaleónico. Y, además, creíble en todos y cada uno de sus films. Claro que, ahora, para muchos esto es más que evidente. Su papel en Capote (Bennett Miller, 2005) le valió el reconocimiento internacional - un Oscar de la Academia, y por tanto, de las masas. Este apoyo le ha permitido escoger desde entonces papeles y directores de prestigio, además de lanzarse por primera vez a dirigir y protagonizar su primer film, Jack Goes Boating (2010), que viene muy bien avalado. Pero hasta ese momento, Hoffman había sido el típico actor que unos años atrás muchos reconocíamos al verle en un film, acompañando nuestro "hallazgo" con la frase 'Ah, sí, este actor... me gusta mucho... lo he visto en, en... ¿cómo se llama?'

Pues se llama Philip Seymour Hoffman. No, no es la intención de este artículo el realizar una biografía del hombre-actor. Tampoco lo es el llegar a las mil palabras haciendo mención a toda su filmografía. Quizá no sea el mejor enfoque, pero hemos pensado rendir un homenaje a este consolidado y no obstante prometedor profesional recordando (y, en alguna ocasión, seguro que re-descubriendo) alguna de sus mejores interpretaciones. Y lo haremos diferenciando seis de sus papeles en tres categorías: Hoffman haciendo de tímido, malo y homosexual. Porque es interesante analizar cómo encontramos en el actor personajes muy dispares que encajan en estas categorías, es decir, el mismo tipo global de papel, y no obstante enfocado desde extremos muy distintos: a veces por ser más perfeccionados, a veces por exhibir de distinta forma el carácter más o menos introvertido de la persona que encarna y, en cualquier caso, siempre excepcional. Esperamos que os guste.

Hoffman, tímido: Allen vs. Jacob Elinsky

Happiness, Philip Seymour HoffmanCon Happiness (Todd Solondz, 1998), el director consiguió reunir a todo un elenco de personajes a cuál más freak, desquiciado o, simplemente, patético. Entre todos ellos, Allen formaba parte de una de las tremendas subtramas del guión: tímido vecino de la más exitosa de las tres hermanas en torno a las cuales gira el film, enamorado perdidamente de ella aunque ella no sepa ni reconocerle cuando se cruzan, hasta el punto que es capaz de dedicarle las más sórdidas llamadas anónimas de amor, del tipo: "Yo sé quién eres, y no eres nada. Crees  que eres alguien, pero no eres nadie. Estás vacía, eres un cero, un pozo ciego. Te voy a follar tan fuerte que te saldrá mi semen por las orejas". Acción que, evidentemente, nunca sería capaz de llevar a cabo. Retraído, con ataques de ansiedad, profundamente asocial aunque intente esconderlo y con un toque paranoico que resulta hasta entrañable, Hoffman consigue que Allen sea uno de los papeles más recordados del film, gracias principalmente a saber cómo interpretar al personaje de una forma tan comedida que las salidas de tono que tiene, como la descrita anteriormente, sorprenden tanto que puedan surgir de la misma persona que su efecto se multiplica por mil. Una de las escenas con su psicoanalista nos deja ya entrever que Allen no es tan "msoquita-muerta"  como aparenta, al menos en sus pensamientos. Mirada al suelo, pequeña tartamudez, nerviosismo patológico... nos lo creemos a pie juntillas.



La hora 25, Philip Seymour HoffmanNo obstante, personalmente considero que una de las mejores interpretaciones de este prolífico actor es en La última noche/La hora 25 (The 25th hour, Spike Lee, 2002). En contraposición con el personaje de Allen, Jacob no es asocial, ni necesita ir al psicólogo para solucionar ningún problema mental grave. No, Jacob es un tímido "normal". Le gusta hacer lo correcto, seguir las reglas de la sociedad, ser amigo de sus amigos. Lleva una vida tranquila que ya le va bien, hasta que le llegan los problemas: es profesor de un instituto y está enamorado de una de sus alumnas. Jacob le dará vueltas al tema durante todo el film y, de hecho, en cualquiera de sus escenas, se hable o no de su particular tema, se siente el peso que le hace sentir la continua lucha interna que siente entre decirle algo o no a ella. Hoffman consigue transmitir mediante pequeños gestos, casi imperceptibles, este pensamiento del personaje. Gestos que, sin embargo, llegan a cerciorarnos de lo que está pasando mucho antes de que Jacob lo confiese a uno de sus mejores amigos.





Como en la anterior, si bien Edward Norton lleva el peso de la película, nuestro actor deja tal sello en el film que queda muy atrás la interpretación del otro secundario, un también brillante Barry Pepper, que tuvo la mala suerte de coincidir con Hoffman. Además de que debería ser imprescindible para cualquier seguidor de este secundario de lujo, el film es una pequeña joya, absolutamente recomendable para todo tipo de público.

El balance entre el obseso Allen y el responsable profesor de instituto Jacob, con el punto común de timidez, se decanta claramente hacia la interpretación del segundo, por representar de una forma natural y creíble a alguien tan normal, con problemas tan corrientes que podría llegar a tener cualquiera de nosotros, que nos podemos sentir rápidamente identificados.

Hoffman, malo: Freddy Miles vs. Andy Hanson

El talento de Mr. Ripley, Philip Seymour HoffmanEl Talento de Mr. Ripley (Anthony Minguella, 1999) fue un film que sorprendió en muchos sentidos. El primero, por la dramática actuación de un Matt Damon que empezábamos a descubrir fuera de los films de Kevin Smith. El segundo, por ser el trabajo del malogrado Anthony Minguella tras su oscarizada El paciente inglés. Y, el tercero, por la incómoda aparición de un personaje que, en realidad, era la voz de la conciencia a la que deberíamos haber hecho caso todos.

Y es que llegabas a odiar literalmente a Freddy Miles, y eso que, en realidad, era el único que se había dado cuenta de todo antes que nadie. Esa casi enfermiza pose de superioridad infinita, las contadas frases que dirige a Ripley, verdades como templos ("Aquí ocurre algo raro... ¿Intentas decirme algo? Te lo estoy diciendo") que pronuncia con falso desinterés, la vida contemplativa que lleva y, no obstante, amigo fiel que hará lo posible para conocer la verdad. Los escasos quince minutos totales en los que Hoffman aparece en pantalla son cruciales para el desarrollo del film, habiendo sabido captar la esencia de un personaje que, aunque distraído y preocupado por sí mismo, es tremendamente suspicaz e intimidador. Eso sí, en el trailer, ni se le menciona.




Antes que el diablo sepa que has muertoPero de malo malísimo, en el otro extremo encontramos a Andy Hanson. Porque Freddy es molesto, irritante, pero no malo, al menos no en el sentido más grave. Odioso es quizá la mejor definición. Andy, no obstante, frío y calculador, lo hará todo para conseguir lo que se propone, pero eso sí, sin ensuciarse las manos. Él es el cerebro y su hermano pequeño, el indeciso ejecutor. Hoffman consigue aquí encarnar a una persona sin sentimientos, teóricamente truncados por la influencia que ha tenido de su padre, pero que no es excusa para comportarse como lo hace, ni imaginar un plan como el que se desarrolla en el film. Antes de que el diablo sepa que has muerto (Sidney Lumet, 2007) fue uno de los films en los que el actor pudo ya escoger entre todas las ofertas que le caían tras su Oscar. No es secundario en rigor, pero comparte el protagonismo con un Ethan Hawke que, aunque borda también su interpretación, se empequeñece totalmente -y le va bien al papel- en las escenas que comparte con su hermano.




Hoffman, homosexual: Rusty vs. Capote

Nadie es perfecto, Philip Seymour HoffmanEncontramos en la filmografía de Philip Seymour Hoffman dos papeles cruciales en su carrera, en los que ha interpretado a un homosexual, pero a cuál más diferente.

El primero, la drag queen de Nadie es perfecto (Flawless, Joel Schumacher, 1999). El film no es nada del otro mundo, una comedia afable (terriblemente amenizada con un robo que no hacía falta), que podría pasar sin pena ni gloria. El hecho de que Robert de Niro fuese el protagonista junto con ser un film de Joel Schumacher le proporcionó algo de tirón, pero lo que realmente fue más valorado en su momento fue el actor elegido para dar la réplica al gran De Niro. Y es que Hoffman capta la esencia de su personaje, se convierte literalmente en una drag queen, que en ningún momento parece exagerada, aunque se capta cierta libertad en pasarse un poco de la raya  para que el contraste con De Niro, un policía homófobo, sea evidente. El papel le llegó tras Happiness, seguro tras haberle observado en ella.




Capote, Philip Seymour HoffmanFinalmente, en el otro extremo del tándem encontramos, cómo no, a Capote (Bennett Miller, 2005). Ahora la interpretación es totalmente opuesta a la anterior, con el aliciente, además, de tratarse de un personaje real. La complejidad, entonces, se multiplica: ya no hay que ser creíble sino además, hacernos pensar en el verdadero Truman. Y, como todos sabemos, consiguió eso y más. Él "era" Capote. Aún con la diferencia física, estudió todos sus gestos, habló con amigos de la época para conocerle con mayor profundidad, y consiguió sacar adelante el drama del Capote situado en la época en la que escribía A sangre fría con una interpretación tan perfecta, que el resultado no pudo ser mejor: se llevó el merecido Oscar, siendo éste su primer papel como protagonista exclusivo.



Tímido. Neurótico. Asesino. Drag queen. Philip Seymour Hoffman ha sabido interpretar a personajes de todos los estilos, y siempre dotándoles de características diferenciadoras, cosa que no puede decirse de algunos actores de mayor renombre. Su carrera se compone, toda ella, de pequeñas joyas que dejan siempre una impresión en el espectador, nunca pasa inadvertido. Esperamos poder seguir disfrutando de sus trabajos, y que éstos conserven esa milimétrica perfección que les caracteriza, mientras, por supuesto, quedamos a la espera de saber si va a poder volcar tan bien su saber hacer en la dirección. Por lo que se oye, parece que sí. Estaremos atentos.

Fuentes:

1. The Internet Movie Database (www.imdb.com)

 

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