Abel: el autismo al servicio de Diego Luna
Diego Luna fue el encargado, junto a John Malcovich, de presentar con Abel, su ópera prima (producida, cómo no, por Gael García-Bernal), la sección Horizontes Latinos. Tras su visionado, reiteramos la crítica que Cristina Bringas ya nos brindó en nuestro n° de Julio 2010 y que puede leerse aquí: Abel. AA
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Agua fría de mar: Serpientes despellejadas... y poco más
La ópera prima de Paz Fábregas deja bastante indiferente, por no decir que, simplemente, no motiva. En ningún sentido.
Una niña se escapa de la casa de veraneo de la playa en la que está con sus padres, quedándose dormida algunos kilómetros más allá. La encuentra una pareja de microbiólogos, prometidos ellos. Parecen felices. La niña les explica que sus padres han muerto, que vive con sus tíos, que el hombre se propasa con ella... Todo mentira. Se escapa y vuelve con sus padres. A partir de ahí, vivimos la odisea de Mariana, que, mientras busca a la niña, hasta que la encuentra en la playa, va cayendo en una depresión que parece llevarla a cuestionarse su futuro matrimonio, el papel que ella desempeñará en él, e incluso posiblemente algo que a ella misma le ocurrió en el pasado. Pero decimos "parece", porque en ningún momento podemos asegurar nada parecido. Falta un mínimo de profundidad en todos y cada uno de los personajes, desde la niña, que a priori se la retrata como simplemente traviesa y, no obstante, parece, tras una despreocupada frase de su madre, que tiene un problema psicológico grave; hasta la chica con sus repentina introspección, pasando por el novio, los padres y, por qué no, hasta los vecinos de caravana. Nos encontramos entonces ante un producto que seguramente intenta demostrar algo muy profundo existente en las personas, pero que no lo consigue o, peor aún, se convierte en un pequeño fastidio que provoca se mire el reloj unas cinco veces (dura 83 minutos). Agua fría de mar es, sin duda, una de las proyecciones más pobres que hemos visto en el Festival. AA
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La mirada invisible: Las consecuencias de estar reprimido
Aunque emplazada casi en su totalidad entre las paredes de un colegio mayor, La mirada invisible sabe transmitir toda la tensión, represión y locura que se derivan de vivir durante años en un régimen dictatorial. Y lo hace a través del retrato de las acciones de María Teresa, una joven de veintitrés años que trabaja como preceptora en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Inicialmente la vemos muy tímida, pero firme, tal y como su trabajo le pide que sea con los alumnos. Pero, poco a poco, iremos descubriendo el lado oscuro de la chica: siente curiosidad y respeto por el director, pero por encima de todo, un amor enfermizo por uno de los estudiantes. Pasión que la lleva a comprar la colonia del muchacho. A perseguirle a la piscina y registrar su bolsa. A tocarle, con la excusa de saber si lleva la correcta indumentaria. A esconderse en los lavabos de chicos y espiarles, excitándose sólo por el hecho de estar allí. Pero, ¡ah!, ese lado oscuro, situado entre el sentimiento de superioridad ante los niños y el placer prohibido que provocan en ella, será descubierto por otro... y la destrozará.
Y, ¿por qué decimos que muestra tan bien el sentimiento de la dictadura argentina en 1982? Porque nos encontramos ante personajes afligidos, que no pueden mostrar sus verdaderos sentimientos y que, inevitablemente, lo hacen a través de vías de escape como la de María Teresa y su escondida obsesión por el sexo, o explotando, como el director, que se escudará tras el poder que le ha otorgado el Estado. Una situación política que vemos gráficamente representada incluso en la arquitectura del edifico del colegio y cómo lo recorren sus ocupantes, con paso firme, militar, siguiendo siempre y en orden los pasillos del claustro (en un momento vemos a la protagonista desde una toma aérea cruzar en diagonal el patio de baldosas cuadriculadas negras y blancas... parece que estuviera rompiendo el esquema, parece que empezara a dejarse llevar por sus emociones... pero finalmente, en una sobrecogedora secuencia final, veremos cómo vuelve a cumplir el reglamento). Diego Lerman consigue que la tensión inicial, provocada básicamente por el turbador desconcierto que suponen las absurdas situaciones que vive María, al perseguir a sus alumnos, se convierta en terror por lo que puede, y acaba, pasando. En definitiva, muy buena adaptación del libro de Martín Kohan "Ciencias morales", con una interpretación más que notable de Julieta Zylberberg. AA
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Norberto apenas tarde: Un deseo de cambio que no nos contagia
Norberto es el típico perdedor al que poco o nada le sale bien. Le despiden del trabajo y no tiene el valor de decírselo a su mujer hasta que encuentra otro, y encima es a comisión (vendedor de pisos), por lo que hasta que no consiga alquilar el de prueba, no ganará nada. Su jefe le propone hacer un curso de reafirmación personal, así que se le ocurre apuntarse a un curso de interpretación... Descubre entonces su nueva vocación. Pasa de ser un hombre gris y temeroso a sentirse de nuevo joven, con energía para salir adelante. Se separa de su mujer con una dramatización que roza lo absurdo (claro, aún es aprendiz de actor... pero él ni se da cuenta). Eso sí, da igual. Deja el trabajo y se queda sin dinero, pero no importa. Acaba alquilando él mismo el piso que tenía que vender. Tampoco importa, es barato y allí podrá ensayar. Lo verdaderamente importe es ser feliz.
Leyendo la breve descripción no parece mala... pero tampoco buena. Lo que pasa con Norberto apenas tarde es que no dice nada nuevo, ni le da un enfoque distintivo, que nos pueda atraer mínimamente. Y es que la historia de voy-a-dejarlo-todo-y-así-encontrarme-a-mí-mismo-y-ser-feliz la hemos visto muchas veces, y seguro no será la última... pero, aquí sí, lo verdaderamente importante es aportar algo nuevo. Daniel Hendler deja su primera huella demasiado superficialmente en el largometraje, con una comedia ligera que, tal como entra, sale, sin provocar el más mínimo sentimiento y que desaparece de la memoria con la misma facilidad con la que el protagonista parece encontrar la inspiración para interpretar su papel de la obra de Chejov. Sintiéndolo mucho, recomendaremos a Hendler que continúe con la interpretación, que a priori parece se le da mejor. AA
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Octubre: Cuento de Navidad... sin final feliz
Octubre es una de tres las pequeñas joyas que hemos encontrado en la sección. Al verla no podía dejar de pensar que se trataba de una versión trágica (o gamberra) de 'Cuento de Navidad', de Charles Dickens. Sólo que, en este caso...
El fantasma del pasado lo interpreta una prostituta que ni llega a aparecer en el film, pero que viene representado por el bebé que deja en la casa del prestamista Clemente, nuestro particular Mr. Scrooge, como "regalo" indeseado. Clemente es un amargado, solitario y tacaño tipo al que le gusta demostrar que puede permitirse un nivel de vida superior (brillante puesta en escena inicial: vemos un plano medio de una mesa con una silla a cada lado. La de Clemente tiene el asiento acolchado, con respaldo; la de los "miserables" que vienen a pedirle dinero es un destartalado taburete de madera. No hace falta decir más, ya nos podemos hacer una idea de cómo es nuestro protagonista). El fantasma del presente es Don Fico, un anciano al que Clemente le guarda el dinero. Lo es porque le ayuda a ver cómo es él realmente, a través del incidente del uso inadecuado de un billete falso de 200. Finalmente, el fantasma del futuro es Sofía, una vecina a la que pagará durante una semana para que cuide del bebé, mientras él encuentra a la madre biológica. Sofía es el alentador futuro que podría tener Clemente (una familia, una esposa que le quiera, una vida juntos) si cambia su actitud y reflexiona sobre su comportamiento y relación con los demás.
Los tres fantasmas muestran a Clemente cómo es y, lo mejor de todo, le dan la oportunidad de cambiar. Siendo más accesible, más altruista, encontrará la felicidad que tanto desea. Un relato con una moraleja clara: si quieres ser feliz, tienes que evolucionar. Y él se dará cuenta... pero demasiado tarde. Todo lo contrario a lo que habremos visto en La vida útil (Federico Veiroj, 2010).
Octubre, como decíamos, cuenta con una muy buena puesta en escena (otra perla: Sofía y Clemente sentados a la mesa, cual matrimonio, con ella alterada, preguntando si la hija es de una prostituta) y muy buen guión, aunque está lleno de imágenes que lo dicen todo, como el encuentro del billete falso debajo de un jarrón... ya está, sabemos que todos se han ido. AA
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A tiro de piedra: El sueño americano
A tiro de piedra se nos ha presentado como lo mejor visto en la sección de Horizontes Lejanos. Y es que esta pequeña historia sobre un cabrero mexicano que, tras encontrar un llavero en pleno desierto, cree tener una revelación, iniciando así una odisea (que resulta ser la de cualquier emigrante sudamericano hacia el norte del continente: la búsqueda del prometido sueño americano), que le lleva hasta Oregón, nos ha llegado al corazón. Y lo ha conseguido gracias a tres factores clave: la totalmente creíble interpretación de Gabino Rodríguez, que nos hace sufrir sintiéndonos parte de su familia -o de él mismo- cuando vemos cómo le atracan varias veces, debido a su inocencia extrema, y cómo se da cuenta de que existen personas buenas y malas, sabiendo que a veces hay que ser malo para sobrevivir y conseguir el "tesoro"; la simplicidad de la puesta en escena, que no obstante es más que suficiente (grandioso final en el pueblo de México con la cámara acompañando al rebaño de cabras) junto con la cómica música de trompeta que acompaña los indecisos pasos de Jacinto; y la demostración de que con un muy bajo presupuesto, pero con una historia bien escrita y bien contada, se pueden hacer verdaderas maravillas.
Desde aquí, un aplauso a Sebastián Hiriart, que también firma el guión y dirección de fotografía, ya que con su primer film nos ha devuelto la sonrisa y demostrado que tiene mucho que decir. Habrá que seguir a esta joven promesa. AA
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Post mortem: La soledad y la necesidad de amor en estado de sitio
La nueva película de Pablo Larraín (Tony Manero, 2008) es un contundente e intimista drama chileno sobre el amor, o más bien, sobre la necesidad de amor, cariño y afecto que necesita Mario, un hombre de mediana edad, soltero y solitario, que trabaja como funcionario en el deposito de cadáveres de un hospital y que esta obsesivamente enamorado de su vecina, Nancy, la cual trabaja como vedette en un cabaret y cuya familia tiene fuertes implicaciones con el partido comunista chileno. La historia se enmarca en el trágico momento histórico del golpe de estado chileno del 11 de septiembre de 1973, que acabó con el gobierno de Salvador Allende. Con un estilo minimalista, de espacios cerrados, primeros planos, silencios largos y escuetos diálogos, el film posee un ritmo pausado, lento y observador con el que emana con firmeza el espíritu profundo de soledad e incomunicación, ya no solo del personaje principal, sino de todo un estado. A parte de la vida de Mario, el film es un retrato convincente de la situación tras el golpe de estado, aunque a un nivel parcial, ya que solo se nos muestra el microcosmo del depósito de cadáveres del hospital en el que trabaja, pero que representa un reflejo del conjunto de la sociedad. Se trata de una obra realista y cruel, con una estupenda puesta en escena, un equilibrado montaje y unas precisas interpretaciones, que finaliza de una forma desconcertante. SI
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