Hace poco leía, en referencia a los problemas que tuvo Standley Kubrick con su director de fotografía (Rus Metty) en el film Espartaco (1960), cómo terminaron de cuajo sus desavenencias1:
"Sólo un poderoso estudio puede crear puestas de sol como aquella (...). Los electricistas habían utilizado geles de color bermellón y escarlata como para cubrir un estadio de fútbol. Woodfield continúa:
Y dijo [Kubrick]: '¿Qué te parece?
'¿El qué?'
'¿Te parece una puesta de sol?'
'Parece una puesta de sol de Russ Metty'
'Exacto. Haz una foto'
(...). La miró y dijo: 'La verdad es que apesta'. Así que suspendió la toma. (...) Metty fue a ver a Ed Muhl y dijo: 'Me despido'. (...) Y Stanley dijo: 'Puedes hacer tu trabajo sentándote en tu silla y callándote. Yo voy a ser el director de fotografía'. (...). Stanley iluminó la película ¡y Metty se llevó un Óscar!"
Y es que los actores, el vestuario, la puesta en escena, el encuadre de la toma... Todo puede ser perfecto. Pero, ¿qué pasa cuando la iluminación no consigue destacar una expresión, una mirada, un paisaje o un detalle fuera de cuadro esencial para el desarrollo de la historia? Sin luz no hay foto y, por tanto, podemos extrapolar que sin una buena iluminación en el momento preciso (una luz de relleno para dar importancia global a todo lo que ocurre, un contraluz que destaque al protagonista mientras pronuncia su frase estelar, una luz de fondo para dar color o textura al entorno), el film perderá gran parte de su fuerza. Y, además, retomando la experiencia Kubrick-Metty, hay que darse cuenta de que el director del film y el de fotografía deben estar totalmente compenetrados. Pensar igual, saber traducir en imágenes lo que uno verbaliza, lo que quiere destacar, para expresar correctamente lo que se quiere que el espectador perciba. ¿Podemos decir, entonces, que la fotografía es el elemento esencial para convertir una buena historia en una obra maestra? Seguramente, sí.
La importancia de la fotografía en el film. Un poco de historia
Se data el nacimiento de la fotografía (como tal, aunque anteriormente ya se había inventado la cámara oscura: Aristóteles la utilizó en el 300 a.C. para estudiar los eclipses de sol) en 1826, cuando el físico Nicéphore Niépce consiguió su "Punto de Vista", una fotografía de las fachadas de diversos edificios desde su ventana de Gras. Poco a poco fueron llegando inventos para reproducir estas fotografías, desde la rueda de Faraday (1831), el zoótropo (1834), el cronofotógrafo (1882), el kinetoscopio de Edison y Dickson (1890)... dando lugar finalmente al nacimiento (discutido) del cine en 1895, con la conocida primera proyección en una sala, con público asistente, de los Hermanos Lumière.
El cine había entrado en nuestras vidas para no salir nunca más. Pero las primeras filmaciones maravillaban por el hecho en sí, primero, de ver imágenes en movimiento, luego, por tratarse de cortas historias. Entonces, ¿quién empezó a preocuparse por la fotografía? ¿Quién es considerado el primer director de fotografía de todos los tiempos? Pues Billy Bitzer, el segundo de a bordo de D. W. Griffith (¿qué habíamos dicho antes de la importancia de los buenos tándems?)
Revisaremos en este Investigamos el trabajo de dos de los grandes, sin duda referentes de los recursos que ahora se nos pueden antojar banales o totalmente superados, pero que en su momento fueron descubiertos y evolucionados junto al propio cine, y conforman la fotografía básica a la que muchos le deben. Estamos hablando del ya citado Billy Bitzer y de Rudolph Maté.
Descubriendo la fotografía y su poder en el cine: Billy Bitzer (1872- 1944)
Dieciséis años de colaboración son el testimonio que revela el claro entendimiento que existió entre Griffith y Bitzer a la hora de realizar films. Pero su experiencia como fotógrafo empezó incluso antes de este prolífero encuentro:
Después de estudiar ingeniería eléctrica, entró a trabajar como electricista en la Magic Introduction Company (después American Mutoscope, después Biograph), cuyo negocio era principalmente la fabricación de cámaras y equipos de proyección. Poco después, iniciaría su carrera como fotógrafo y proyeccionista para la empresa, siendo uno de sus principales méritos el haber sido el primero en "fotografiar/filmar" un combate de boxeo completamente con luz interior (la lucha entre Jim Jeffries y Tom Sharkey, 1899).
Pero ésta es sólo una de las innovaciones que Bitzer aportó al cine, ya que junto a Griffith, cuya primera colaboración data de 1908 (con A calamitous elopement) pudo aprender a explotar la técnica del contraluz (vemos sus efectos dramáticos en El Nacimiento de una Nación, 1915, o Broken Blossoms or The yellow man and the girl, 1919), la iluminación artificial o de relleno (ensalzando y aportando realidad a decorados mastodónticos como las murallas de la Babilonia de Intolerancia, 1916), o cómo sacarle el mejor partido a la tríada "fuera de campo-principio de simetría-eje vertical", aportando un estilo pictórico a cada fotograma de película, gracias a basarse en la composición fotográfico-teatral. En definitiva, Bitzer dio los primeros pasos, abriendo el camino a todos los que posteriormente podrán sentirse orgullosos del oficio.
Destacamos las siguientes capturas de pantalla de Intolerancia, donde se pueden apreciar los distintos ejemplos que antes comentábamos (clicar para ampliar):
(Fuente fotografía: www.taringa.net, ‘Intolerancia' - 1916)
Para conocer el trabajo de Billy Bitzer como director de fotografía: Siga este enlace.
Un paso más allá: La perfección llega de la mano de Rudoplh Maté (1898- 1964)
"Rudolph Maté, el cámara de la película [Vampyr], me acompañó en la segunda expedición. Aparte de sus fantásticas cualidades como operador, Maté es el más cordial de los amigos... Me consolaba: 'No es culpa tuya que los pantanos no funcionen, pero, la verdad, podrías habérselo dicho enseguida... Ya verás, le llevaremos uno a Dreyer, ¡uno muy bonito!'".
Eliane Tayar, "Cuando era asistente de C. Th. Dreyer"2
Maté es uno de los directores de fotografía más reconocidos de la historia del cine y, como en el caso de Billy Bitzer, gran parte de este éxito se lo debe a quién creyó en él desde que trabajó como ayudante de la segunda unidad para uno de sus primeros films: Carl Theodor Dreyer. Poco después, el director le confió el trabajo de director de fotografía para una de sus obras maestras, La pasión de Juana de Arco (1928).
Como dijo el propio Dreyer, "Rudolph Maté supo comprender las exigencias del drama psicológico en los primeros planos y me dio lo que yo deseaba, sentía y pensaba: el misticismo hecho realidad. Y en Maria Falconetti encontré la ‘reencarnación de una mártir'."3
Y es que las técnicas más destacables que Maté utilizó en el film son el uso del encuadre (centrándose en primerísimos planos de los rostros de los personajes, sin maquillar, que, en contraste con los fondos tan blancos, resaltaban mucho más las expresiones faciales: ella, blanca, virginal; los sacerdotes, villanos arrugados), además de contrastes de luces y sombras cruciales para elevar el dramatismo de la historia.
En 1932 se dio la segunda colaboración más destacable de la pareja Dreyer-Maté, sin duda, uno de los legados más importantes del cine fantástico y de terror (además de ser una de las pocas películas de la transición cine mudo-sonoro): Vampyr.
Basada en una novela de Sheridan Le Fanu, Carmilla, Vampyr ofrece una visión poética a la vez que desconcertante y, por qué no decirlo, rara, del mundo espiritual en global y vampírico en particular. Ambientada entre dos mundos, real e irreal, lo que realmente consigue transportarnos e imbuirnos en la historia fue fruto de una casualidad: Dreyer y Maté estaban revisando el copión del día cuando vieron que las tomas tenían una tonalidad grisácea. Pronto se dieron cuenta de lo que había pasado: una luz estaba mal colocada y se proyectaba hacia el objetivo de la cámara. "Nos dijimos que no teníamos más que repetir voluntariamente todos los días el pequeño accidente que nos había ocurrido. En adelante, y para cada toma, dirigiríamos una luz falsa sobre el objetivo, apuntando el proyector contra una tela que devolverá la luz a la cámara"4. El tipo de imagen borrosa que se conseguía con este efecto sirvió al director para representar de la forma más sencilla posible la disolución de la realidad, convirtiendo la luz, así, en un elemento indispensable, tanto o más que los propios personajes, para recrear el mito de la película.
Finalmente, no podríamos dejar el breve homenaje a Maté sin referirnos a otra de sus grandes obras maestras, ya no con Dreyer, sino más moderna, de Charles Vidor. Nos referimos, cómo no, a Gilda (1946), una de las últimas películas en las que Maté trabajaría como director de fotografía y por la que incomprensiblemente no estuvo nominado al Oscar (el fotógrafo consiguió cinco nominaciones durante su carrera, pero nunca fue premiado con la preciada estatuilla). En esta ocasión, el trabajo del director tuvo que focalizarse mucho más en resaltar entre todos los demás y por encima de decorados y elementos de la escena, a la gran protagonista. Y es que cada vez que Rita Hayworth aparece en pantalla, todo lo demás se oscurece. ¿Sensación del espectador o trabajo del gran Rudolph Maté? Lo dejaremos aquí, no sin antes recordar la más que inolvidable "Put the blame on mame":
Para conocer todo el trabajo de Rudolph Maté como director de fotografía: Siga este enlace.
Fuentes:
1. Baxter, J.: Texto extraído del prólogo de Biografía Kubrick, T&B Editores, 2009.
2. Dreyer, C. T.: Reflexiones sobre mi oficio", Ed. Paidós, 2000.
3. Dreyer, C. T.: "Sobre el Cine", Semana Internacional de Cine de Valladolid, 1995.
4. De Lucas, G.: "El canto de las sirenas" (texto incluido en el material adicional de la edición coleccionista en DVD de Vampyr).
Bibliografía consultada:
- Butacas de luz, donde la fotografía es la protagonista (www.butacasdeluz.blogspot.com)
- Monty, I. "El corazón de las tinieblas" (revista Nosferatu, nº 5, 1991)
- The Internet Movie Database (www.imdb.com)
- Wikipedia, la enciclopedia libre (www.wikipedia.com)
- Vampyr, edición DVD especial coleccionista (versus entertainment)
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