Joyas empeñadas

Vienen por el oro, vienen por todo 

Pablo D'Alo Abba y Cristian Harbaruk, Argentina-Bolivia, 2010

La palabra empeñada

Martín Masetti y Juan Pablo Ruiz, Argentina, 2010

Por Pablo Castriota

Vienen por el oro, vienen por todo, cartelResulta profundamente desalentador constatar que en una cinematografía tan fértil en el terreno del documental como lo es la argentina la pereza o falta de imaginación se terminen imponiendo frente al desafío de representar cuestiones que podrían resultar de sumo interés actual (los proyectos de minerías a cielo abierto vigentes en varias provincias del interior del país) o suscitar la curiosidad histórica hacia ciertas personalidades no lo suficientemente conocidas del pasado político argentino (la figura de un periodista revolucionario y posterior guerrillero). Ni Vienen por el oro... ni La palabra empeñada logran satisfacer con creces sus sendos objetivos particulares. Mientras la primera se propone divulgar con chatura estética y didactismo elemental la lucha de la población de Esquel por evitar el desarrollo de un proyecto de extracción de oro y plata en la provincia de Chubut, la segunda intenta reivindicar la figura de Jorge Masetti, el legendario creador de la agencia de noticias Prensa Latina, valiéndose de una sucesión interminable de cabezas parlantes y debiendo lidiar incluso con ciertas deficiencias técnicas en el registro sonoro que dificultan la comprensión de los testimonios expuestos a cámara (este factor se torna aun más frustrante si tenemos en cuenta que los relatos ofrecidos provienen de personalidades bastante interesantes como el escritor Gabriel García Márquez, el periodista Osvaldo Bayer y el ya fallecido cineasta Alejandro Doria). Vienen por el oro... se inscribe dentro del terreno de la denuncia y su rigor estético apenas supera al de un trabajo de investigación televisivo que podría emitirse por algún canal de cable. Valiéndose de la voz en off de una actriz (Julieta Diaz) y de alguna secuencia ilustrativa realizada en animación, todo lo demás se limita a una exposición bastante plana por parte de los pobladores de Esquel sobre su lucha para erradicar la implementación de una mina canadiense en territorios patagónicos. Vienen por el oro, vienen por todo - La  películaCon un claro sesgo triunfalista (los pobladores logran su cometido después de varias protestas y escraches contra el gobernador que autorizó dicho proyecto) y conclusiones sobre el daño al medio ambiente y la negligencia política que a esta altura ya no ofrecen nada de revelador, Vienen por el oro... apenas consigue despertar un tibio interés sobre un tema tan controvertido como lo es el de los abusivos proyectos de extracción de recursos naturales en la Argentina y la complicidad de los gobiernos de turno en desmedro de las condiciones de vida de los habitantes. Viendo este documental no pude dejar de pensar en otro visto hace poco menos de un año atrás y que no tuvo posibilidades de obtener un estreno comercial en nuestro país, pero sí de ser visto en el BAFICI 2010 en Buenos Aires. Se trata de Petropolis: Aerial Perspectives On The Alberta Tar Sands, un trabajo realizado por encargo de Greenpeace por el cineasta canadiense Peter Mettler, y que consiste en un registro aéreo de la mayor reserva de betún del mundo, las llamadas arenas de alquitrán ubicadas en Alberta, al norte de Canadá, unas descomunales extensiones de arena de donde se desprenden enormes cantidades de gases invernaderos, dióxido de carbono y en las que se almacenan enormes depósitos de aguas altamente contaminadas. El resultado es fascinante, hipnótico y estremecedor, una experiencia de abstracción contemplativa que no carece de dimensión política en su descripción de una enorme obra maestra de la destrucción del entorno natural. El realizador irrumpe sobre los tramos finales de su registro con un breve y muy inquietante relato en off que le añade un carácter todavía mas siniestro a lo ya expuesto. Sin necesidad de redundar en testimonios directos a cámara y valiéndose de muy breves textos informativos, Mettler consigue, en apenas 45 minutos, brindar toda una lección de concientización política a través del medio cinematográfico.

La palabra empeñada, cartelEl problema se agrava todavía aun más con La palabra empeñada. Basándose en la todavía poco conocida figura de Jorge Ricardo Masetti, la película termina desperdiciando una gran posibilidad de contribuir a la construcción de un mito no del todo bien consumado como lo es el de este periodista argentino que fue testigo directo de los acontecimientos previos a la caída del régimen de Batista en Cuba, y quien no solo se limitó a entrevistar a Fidel Castro y al Che Guevara en su etapa de adiestramiento militar en Sierra Maestra, sino que hasta tomó también participación directa en la creación de un foco guerrillero en la provincia de Salta, aprovechando el impulso estimulante que le brindara el triunfo de la Revolución Cubana y el convulsionado clima político de su momento. Como había mencionado en un principio, el documental no asume ningún riesgo estético por fuera de un muy limitado y deficiente uso del material de archivo, a lo que se suma la muy mala calidad del sonido directo, que dificulta el posible interés que pudiera surgir de alguno de los muchos testimonios brindados a cámara por los distintos compañeros de Masetti que sobrevivieron a su frustrado proyecto de llevar la lucha armada a buen puerto en América Latina. La palabra empeñada, fotogramaEn el caso de La palabra empeñada fue otro documental el que me vino a la memoria, aunque éste si tuvo un discreto lanzamiento comercial hace unos años atrás. Se trata de La secretaria de Hitler, trabajo realizado en conjunto por dos realizadores austriacos en el que se ofrecía un revelador testimonio de quien fuera testigo directa de los últimos momentos de vida del Tercer Reich (relato que fue llevado al terreno de la ficción en El hundimiento/La caída). En aquel documental los realizadores se limitaban únicamente al uso de un primer plano que encuadraba a la anciana Traudl Junge mientras evocaba aquellos sucesos, volcando todo el peso del material en su propio relato, esa invocación de la memoria y la responsabilidad personal reconstruida desde la pura palabra, construyendo el fuera de campo más estremecedor de la historia del cine reciente. Un material de un peso histórico tan grande, al que los realizadores supieron acercarse con pudor, respeto y austeridad, despojándolo de cualquier artificio inadecuado y demostrando que aún desde las limitaciones técnicas o la ausencia de recursos ostentosos se puede edificar una aproximación fascinante hacia un personaje clave en la historia.

Trailers:

Vienen por el oro, vienen por todo

La palabra empeñada

 

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