Con casi dos años de retraso se estrena en los cines españoles El caso Farewell. En palabras de Ronald Reagan, el caso Farewell fue uno de los más importantes incidentes del espionaje del siglo XX. El director francés Christian Carion escribe el guión de la película basándose libremente en la historia real de Vladimir Vertov, un espía de la KGB cada vez más desencantado con el sistema soviético que a finales de los años ochenta decidió ofrecer sus servicios a Occidente.
El coronel de la KGB Sergei Gregoriev (Emir Kusturica) se siente defraudado con el régimen soviético y decide acabar con el sistema. En plena guerra fría, durante 1981, se pone en contacto con el joven ingeniero francés del cuerpo diplomático Pierre Froment (Guillaume Canet), destinado en Moscú. Los informes que Gregoriev suministra a Froment pronto despiertan el interés de los servicios secretos de Occidente. La información llega hasta el presidente francés François Mitterrand (Philippe Magnan), que decide compartir los informes con el presidente estadounidense Ronald Reagan (Fred Ward): los soviéticos poseen una activa red de espionaje capaz de conocer cualquier avance tecnológico, científico y militar. Los dos mandatarios deciden entonces aprovecharse de las informaciones que la fuente moscovita, que los franceses han bautizado como Farewell, les está suministrando.
Teniendo en cuenta este comienzo parecería lógico pensar que la narración del filme iría por el cauce del suspense, del ritmo rápido y de los giros inesperados, pero todo lo contrario, es una historia narrada con sencillez, más interesada en mostrarnos el drama de los protagonistas que los hechos. La película se desmarca así de la clásica tradición del cine de espías. En las antípodas de los tratamientos de acción de series como James Bond o El Caso de Bourne, El Caso Farewell ahonda en la contención y en los silencios. Si bien la película está imbuida de un tono político, el drama de los personajes lo transciende. Es la antigua lucha del Hombre, encarnado por Gregoriev, contra la Naturaleza y el Sistema. Es la muerte del lobo de la poesía de Alfred de Vigny[1], su soledad y su silencioso sacrificio: "cumple bien la misión penosa y ardua que te ha tocado en suerte, y luego... luego sufre y muere, cual yo, sin decir nada".
El lobo de la poesía muere, se deja masacrar por los cazadores para salvar a sus cachorros. No es casual que el animal que vemos al inicio de la película de Christian Carion sea un lobo, animal que se erige como tótem de Gregoriev. Él también se sacrificará. Sólo quiere un futuro mejor para las próximas generaciones, representadas por jóvenes que escuchan a Queen, que cantan a grito pelado "We Will Rock You", y que tienen en las paredes de su cuarto pósters de Patti Smith y David Bowie. Es esa generación la que acabará por dinamitar el sistema, la que no puede comulgar con Breznev. Gregoriev lo sabe y actúa, "yo puedo cambiar el mundo".
El trasfondo moral de la película es muy pesimista, en la tradición literaria y fílmica de Graham Greene o John Le Carré, se pone de manifiesto cuando en algunas escenas del film vemos al personaje de Ronald Reagan revisionando El hombre que mató a Liberty Valance (John Ford, 1962), ese western que es mucho más que un western; una película que transciende el género y nos muestra que no todos los hombres son iguales, que hay hombres como Tom Doniphon o Sergei Gregoriev, capaces de desmarcase de la manada y aceptar su destino, un destino que saben sombrío, solitario y funesto. Como indica Javier Marías en su artículo "El espantoso futuro del héroe"[2], hay ocasiones donde nos vemos forzados a figurarnos el espantoso porvenir de estos héroes anónimos, que fueron condenados al ostracismo y al olvido. Algo parecido sucede en la película de Christian Carion, poco importa lo que le espera a Gregoriev, ha cumplido su cometido y lo que le suceda es indiferente. Pierre Froment, consciente de este juego de intereses, llegará a encararse en vano con Feeney (William Dafoe) para que salven a Gregoriev, pero la respuesta del enlace de la CIA es la lógica maquiavélica que practican los gobiernos: hacer lo que sea necesario para mantener intacto tanto el sistema, como la confianza de los ciudadanos en él.
Trailer:
[1] De Vigny, Alfred. "La muerte del lobo", Poemas, 1822. Poema al que se hace referencia en varias ocasiones en el transcurso de la película.
[2]Marías J.: "El espantoso futuro del héroe", El País Digital
Por favor, comparte con los lectores de Revista de cine - Críticas, tráilers, sinopsis, análisis de películas tu opinión acerca de este artículo.