Le chat noir

Un gato en París

Une vie chat. Jean-Loup Felicioli y Alain Gagnol, Francia, 2010.

Por Débora García Sánchez-Marín

Cartel de la película Un gato en ParísTras La profecía de las ranas (La Prophétie des grenouilles, 2003) y Mia et le Migou (2008), los estudios Folimage encargan su tercera película de animación a los creadores Jean-Loup Felicioli y Alain Gagnol, autores ambos que ya habían demostrado su talento en la interesante serie de microrrelatos realizada para la televisión Las tragedias minúsculas (Les Tragédies minuscules, 1999), y en el largometraje El egoísta (L'egoïste, 1997).

Un gato en Paris (Une vie de chat, 2010) es una película de animación con tintes negros y de acción. En ella se narra la historia de varios personajes unidos por un misterioso gato. Dino, un gato aparentemente normal, vive durante el día en casa de Zoe, una niña retraída que ha perdido el habla tras la muerte de su padre. Su madre, Jeanne, es comisaria de policía y no ceja en el empeño de encontrar (casi de manera obsesiva) al hombre que acabo con su marido, Víctor Costa. Por las noches, Dino acude al encuentro de Nico, un ladrón con el que se cuela en las casas para robar objetos preciosos y dinero, y cuyos robos Jeanne se ve paralelamente obligada a investigar. Historias y personajes convergen cuando una noche Zoe, Fotograma de Un gato en Paríssiguiendo a su gato hasta la casa de Nico, se encuentra de manera inesperada con Costa y su banda, justo en el momento en que éstos están preparando su nuevo golpe: robar el gran coloso de Nairobi. Comienza entonces una trepidante persecución por los tejados de Paris, donde las historias se entremezclan a un ritmo vertiginoso. Nico, en su intento por salvar a Zoe, llama la atención de la policía.

El estilo visual del filme es muy pictórico. Los trazos de los personajes, sobre todo los femeninos, nos recuerdan a Amedeo Modigliani. Las escenas de vegetación que se suceden durante la persecución en el zoológico parecen directamente surgidas de la mano de Henri Rousseau, y el propio Dino se asemeja a una miniatura felina que hubiera salido de uno sus pinceles. Picassianas son, en cambio, las máscaras africanas y el trazo de los rostros masculinos.

Imagen de la película Un gato en ParísSon muchas y diversas las filiaciones que pueden encontrarse en la película, y no sólo pictóricas; también hay reminiscencias surgidas del mundo del cine. Las alusiones hitchcocknianas se suceden a lo largo del filme; no sólo el comienzo, sino también la caída de Nico desde una de las gárgolas de Notre Dame, nos recuerdan a Vértigo (1958) y al opening de la serie de Mad Men (Matthew Weiner, 2007). El diálogo tarantiniano de la escena en la que Víctor Costa reparte los nombres a sus compinches tiene ecos de aquella protagonizada por Lawrence Tierney en Reservoir Dogs (Quentin Tarantino, 1992). De la misma manera, los planos exteriores desde las azoteas nos recuerdan inevitablemente a la ciudad de la luz que Jacques Rivette inmortalizó en su ópera prima Paris nos pertenece (Paris nous appartient, 1960). Incluso al final de la película, hay una referencia al cine clásico, cuando los directores trasladan a París la neoyorquina escena de King Kong (Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1933) de Nueva York. En ella, el coloso de Nairobi se pasea por los Campos Elíseos, contemplando a su paso la Torre Eiffel.

Un gato en París, críticaLa película, que comienza de forma vertiginosa, va perdiendo ritmo hacia el final, volviéndose intermitente y plana. De hecho, el desenlace parece haberse resuelto de forma irreflexiva y precipitada. Se echa de menos una mayor profundidad en el tratamiento de los personajes, quizá debido a los setenta minutos escasos de metraje. Con todo, hoy en día, cuando la industria parece decantarse por la animación realizada por ordenador y el 3D, la pequeña obra de los directores Felicioli y Gagnol es una interesante excepción, trayendo a nuestra memoria el encanto de los detalles del pasado. A ello contribuye la música a cargo de Serge Besset, que alcanza su clímax en la versión de I whised on the Moon, interpretada por Billie Holiday. 

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