Una hora más en Canarias

David Serrano, Colombia-España, 2009

Por Ma. José Cabeza

Con la llegada del período estival, los estrenos infantiles, comedias y los denominados blockbuster inundan las carteleras de los cines, y el nuevo trabajo del director español, David Serrano, autor de guiones como El otro lado de la cama o Los dos lados de la cama (Emilio Martínez-Lázaro) y director de films importantes en la taquilla española como Días de fútbol, no se queda atrás. No es casualidad que se estrene en pleno mes de julio, aunque, en realidad, fue presentada con anterioridad en el pasado Festival de Cine de Málaga.

Una hora más en Canarias se adapta perfectamente al estilo del período vacacional y al que nos tiene acostumbrados el director en sus anteriores films. Nos presenta una comedia de enredo, con pinceladas surrealistas y parodias al género musical, que narra la historia de tres mujeres que luchan entre ellas por el amor de un hombre.

La vida de Claudia (Angie Cepeda) -una mujer atractiva, dueña de una vinoteca en el centro de Madrid, casada y con un hijo- no puede ser más perfecta, o eso parece, porque Pablo (Quim Gutiérrez), su amante, ha decidido que está harto de ser solamente eso: su amante, y la ha dejado por Elena (Miren Ibarguren); Claudia no está dispuesta a dejarle escapar, así que con la ayuda de su hermana Mónica (Juana Acosta), organiza un plan para recuperar a su chico.

La película fue rodada entre la ciudad de Madrid (al comienzo del film) y diferentes localizaciones de la isla de Tenerife, en el Archipiélago Canario, algo positivo para la isla, ya que es una estupenda manera para promocionar sus pueblos y paisajes para todo aquel que no la conozca.

David Serrano comienza la historia con una escena musical protagonizada por el personaje de Claudia, que va al encuentro de su amante para suplicarle que vuelva con ella. Desde ese primer momento, el director juega con los personajes y, a través de una banda sonora bastante peculiar y bailes que intercala en ciertos momentos de la historia, hace un guiño al espectador despertando su risa.

Mezcla el musical con instantes que parecen sacados directamente de una telenovela colombiana, donde el personaje interpretado por Angie Cepeda representa de una forma creíble a una mujer adinerada, guapa, que lo tiene todo, y que no está acostumbrada a perder. Nos muestra  una persona a la que cuando algo se le atraviesa, se obsesiona por conseguirlo, y eso es lo que ocurre cuando un gran Quim Gutiérrez la rechaza, harto de que lo utilicen. Esa negativa hace que la protagonista haga lo imposible para recuperarlo, porque lo considera de su propiedad. Y si para ello tiene que mentir hasta la saciedad, miente, porque lo importante es obtener lo que desea.

El protagonista se dio a conocer en un drama de Daniel Sánchez Arévalo (Azuloscurocasinegro) y ha trabajado en otras películas del mismo estilo, pero en Una hora más en Canarias, para nuestro regocijo, sorprende, ya que se adapta perfectamente a la comedia. Ayudado por un guión que, en ciertas partes de la trama se vuelve surrealista, como en la escena en la que Mónica se da cuenta de que está enamorada y vuela. Momentos que hace que no te creas la historia, pero que son salvados por esos instantes en los que el personaje de Pablo destaca, ya que, es el centro de la historia y, a todo hombre le gusta que tres mujeres luchen entre ellas por obtener su amor.

Lo curioso es que Pablo deja a Claudia porque busca la estabilidad emocional, pero no se da cuenta de que el inestable es él, y son esos detalles, toda esa mezcla de situaciones, de actitudes como los celos, la pasión, las mentiras, la locura o la obsesión, los que hacen que el espectador se divierta por momentos. Arropados por los brotes psicóticos de la novia del protagonista y por la actuación de Eduardo Blanco que, junto a Quim Gutiérrez, logra que el film de David Serrano entretenga, haciendo que olvidemos lo negativo, lo surrealista, y que disfrutemos de los momentos de humor, del juego de la cámara en las coreografías o la originalidad a la hora de pasar de una escena a otra al comienzo del film porque, aunque no llega a la altura que esperábamos tras los anteriores trabajos del director, nos hace pasar un buen rato y hace que nos identifiquemos en ciertos momentos con situaciones que hemos vivido en algún período de nuestras vidas, ya que todo el mundo sabe que en el amor y en la guerra... todo vale.