À propos de Nice. Jean Vigo (Francia, 1930)
Vida insulsa Proyectado sin sonido, tal y como fue la primera versión del documental, Vigo nos muestra lo ridículo de la sociedad francesa, que se dedica a tomar el sol, a ir a estúpidos bailes y a jugar al tenis. Ajena a todo, incluso a la pobreza que también viven los escalones menos prósperos de esa sociedad, pero que también hacen lo posible para distraerse y no pensar en cómo hemos llegado hasta aquí. Una clara caricatura de cómo vivimos, y cómo, lamentablemente, desaprovechamos esta vida sin querer darnos cuenta.
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Le sang des bêtes. Georges Franju (Francia, 1949)
Golpe de efecto a la conciencia Quizá menos impactante que La fórmula secreta (Rubén Gámez, 1965) al mostrarse un poco más convencional, el corto de Franju consigue que el espectador se horrorice ante el trabajo diario de varios mataderos. Conocemos las técnicas para matar a un caballo, una vaca o una oveja; la mejor forma de desangrarlos para que la carne quede blanca; cómo eliminar los reflejos post-mortem; el beneficio de insuflar aire comprimido para separar mejor la piel... En definitiva, una visión drástica de cómo funciona nuestra cadena alimentaria, y que no es agradable de descubrir tan directamente. Y es que, si tratamos así a los animales, ¿cómo nos llegaremos a tratar entre nosotros?
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Nuit et brouillard. Alain Resnais (Francia, 1955)
La respuesta a la pregunta anterior la encontramos en el segundo documental de Resnais. Alternando imágenes de archivo con las de los campos a día de hoy (por cierto, sólo diez años después del genocidio) de Auschwitz y Majdanek, el director quiso dar detalle de lo sucedido allí desde su particular visión. Quizá una de las cosas más reprochables es precisamente la manipulación de los sentimientos del espectador al apelar dramáticamente a lo que sucedía entre las vallas de los campos, mostrando la sucesión de imágenes de forma muy conveniente para ir aumentando la angustia y el horror. Por otro lado, es cierto que fue una época tan terrible que es imposible ser imparcial (y más entonces). Eso sí, Resnais ya apuntaba maneras, destacándose la fotografía utilizada y el hecho de haber querido iniciar el documental desde las imágenes de los ingenieros que dibujaban los planos de los nuevos "hoteles", un punto de partida que normalmente no se encuentra en este tipo de homenajes, al iniciarse casi siempre con los campos de exterminio llenos de prisioneros.
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Y los documentales del propio Greenaway:
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Windows. Peter Greenaway (UK, 1975)
Tirarse al vacío Fue el primer corto del director, proyectado en exclusiva en un primer momento a su hermano y a su perro. En Windows se destaca no sólo el humor negro británico propio del director (un narrador, con voz típica de la NBC, explica las estadísticas de muerte de las personas que se han tirado por la ventana, y en qué circunstancias, durante el año anterior) sino sobre todo el doble sentido del que Greenaway nos tiene acostumbrados en sus films. Porque una ventana no es más que, por supuesto, un frame. El frame en la industria cinematográfica es el propio encuadre que el director ha querido mostrar del hecho en sí. Así, el corto muestra, una tras otra, distintas, ventanas, distintos frames, obstáculos a nuestra vista que sólo podremos obviar si conseguimos "saltar". Debería ser de obligado visionado en muchas escuelas de cine.
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Inside rooms. Peter Greenaway (UK, 1985)
Nyman pone música al baño Como siempre controvertido, el director ironiza sobre la visión que tenemos del cuarto de baño: parece ser algo prohibido. A través de la muestra de veintiséis baños y de dar una letra capital a cada situación, recorremos la historia del diseño de este elemento fundamental de nuestras casas, así como la variedad de gustos a la hora de decorarlos o de hacerlos útiles. A destacar que Michael Nyman firma la música de esta oda al buen baño.
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Death in Seine. Peter Greenaway (Francia, 1988)
Cortometraje de libro. El avance del film sigue siempre la misma estructura: presentación del personaje y recorrido final por su cuerpo desnudo, muerto. Así durante los veintitrés casos que pone de manifiesto el director, con el único interés de que no caigan en el olvido los más de trescientos casos de suicidio o asesinato que tuvieron lugar en el Sena, durante los primeros años siguientes a la Revolución Francesa. De este corto se puede destacar, por encima de todo, el inicio del descubrimiento por parte de Greenaway de las nuevas tecnologías, que le permiten superponer imágenes y textos, hacer encuadres con imágenes distintas dentro del fotograma, etcétera. Una técnica que después ha explotado (hasta la saciedad, aunque él mismo lo admite y asegura que es la base de su teoría: el cine se ha convertido en la escenificación del texto) en films como The pillow book (1996) o Rembrandt' s J'accuse (2008).
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The European Sowerbath. Peter Greenaway (UK, 2004)
Greenaway fue escogido como uno de los veinticinco directores que harían un corto sobre su visión de la Unión (El film completo se llamó Visions of Europe), y su propuesta no puede estar más llena de sátira (sin variar, vamos). Empieza duchándose un hombre desnudo, gordo, con la bandera alemana pintada en su piel. Después llega una enorme mujer, la bandera francesa. Todo bien, hay sitio de sobras. Poco a poco se van uniendo los distintos representantes. El espacio es cada vez menor. Algunos, los más pequeños y que llegan últimos, se quedan mirando desde fuera: no hay nada que hacer, el agua ya está repartida. Pero, ¡ah! La salida del agua se para. Primero algunos se conforman con chapotear, pero al rato ya no habrá suficiente agua para hacerlo. ¿Visionario documental sobre el destino de la Unión Europea? Esperemos que no del todo, pero hay que admitir que parece que no vaya muy desencaminado.
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Leonardo's last supper. Peter Greenaway (2010) La genial obra de Da Vinci vista con otros ojos
Como él mismo comenta, tras la petición de hacer una deconstrucción del famoso cuadro de Rembrandt La ronda de noche, otros países se sumaron a pedir al cineasta (que, por otro lado, estudió bellas artes) que hiciese algo similar con sus cuadros más representativos (nos revela que en 2012 hará algo parecido -aunque siempre innovando- con el Gernika de Picasso). Una de sus últimas revisiones ha sido la del famoso cuadro de Leonardo da Vinci, La última cena. En sus escasos cuatro minutos de duración, Greenaway, gracias a las más avanzadas tecnologías, consigue insuflar de vida propia la imagen del cuadro, que acaba antojándose una obra de teatro, con el uso de distintas fuentes de iluminación y cambios en el color y música. Mostrando retazos concretos, combinaciones de elementos que de otra forma pasan inadvertidos, descubrimos un "nuevo" cuadro que logra revitalizarse de la mano del director.
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The wedding at Cana. Peter Greenaway (Italia, España, 2009)
Similar al anterior documental pero incluyendo dos partes muy diferenciadas: al inicio se analiza la composición del cuadro, tratando de averiguar el por qué de la ubicación de cada personaje o los guiños históricos que en él aparecen, para finalizar con los fantasiosos diálogos que cada personaje que aparece en el cuadro puede estar teniendo en ese preciso instante, con el fin de recrear, a su manera, la famosa historia sobre el primer milagro de Jesús, la transformación de agua en vino. Otra vez, con el tratamiento de la luz, descubre la obra en su tridimensionalidad y muestra en detalle pequeños espacios del cuadro, que hacen que la pintura se nos presente como un misterio a resolver. Esperemos que las negociaciones para tratar Las meninas de Velázquez lleguen a buen puerto.
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Sección Doc's Affairs
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You don't like the truth. 4 days inside Guantánamo. Luc Coté, Patricio Henríquez (Canadá, 2010)
"¡Ya ummi., ya ummi!"* Hemos perdido cualquier rastro de humanidad. Esto es, al menos, lo que salí pensando tras ver el excelente documental que abría el Festival. Luc Coté y Patricio Henríquez logran que los sentimientos del espectador se manifiesten a flor de piel. Y no por la dramatización de las escenas o por una música envolvente y angustiosa. No. Lo consiguen mostrando, tal cual, las imágenes del interrogatorio (desclasificado en 2008, salvo algunos pasajes sonoros) al que fue sometido durante cuatro escasos días el canadiense Omar Khadr en Guantánamo, por parte de dos agentes canadienses y uno, supuestamente, de la CIA. El caso tiene una vital importancia histórica, ya que cuando se cometió el supuesto crimen (matar en Afganistán a un soldado americano con una granada), Omar tenía quince años, por lo que, en cualquier caso, sea verdad o mentira que haya sido el asesino, debería haber sido tratado como un niño-soldado, y no como un criminal de guerra. Cosa que, como se demuestra de forma más que objetiva, no fue el caso. El documental se divide en cuatro partes, las mismas que los días del interrogatorio. Utilizando un sistema de panel para las imágenes, la composición de los fotogramas es básicamente la misma durante todo el metraje: a un lado vemos la grabación (tres visiones, correspondientes a las tres cámaras de seguridad de las instalaciones), y al otro, cómo las están visualizando distintos partícipes o conocedores de la historia (ex-compañeros de celda, abogados, psiquiatras, familiares e incluso, uno de los soldados estadounidenses más famosos por las barbaries realizadas en la época post-11S), parando ellos mismos la imagen para comentar lo que les va provocando. La sencillez con la que se da a conocer la presión psicológica a la que someten a Omar incrementa exponencialmente el sentimiento de angustia que provoca la visualización de las imágenes. El objetivo de los directores no es demostrar que Omar era un niño soldado. El objetivo es poner de manifiesto que no se ha cumplido la ley, que los intereses canadienses están subyugados a los americanos (al menos en aquella época) y que, gracias a Dios, existe espacio, todavía, para el arrepentimiento. Curiosamente, Henríquez dijo que el documental, ya proyectado en Canadá, no ha levantado ninguna reacción, ni a favor ni en contra. Otra vez, el lado positivo es que la ONU lo está utilizando como herramienta de trabajo. Esperemos que consigan algo.
* "¡Máma, mamá!"
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Enemies of the people. Rob Lemkin, Thet Sambath (UK, Camboya, 2010)
Técnicamente envidiable, el documental es, además, un retrato de lo ambiguo que puede llegar a ser el mundo y los que habitamos en él. El documental muestra a Thet Sambath en el último año que dedica a la búsqueda de la verdad sobre el genocidio de Camboya en los años 70. Motivado por el asesinato de su padre y hermano y también por la muerte de su madre, tras ser obligada a casarse con un integrante del régimen khmer, Sambath dedicó diez años de su vida a infiltrarse en la vida de los campesinos asesinos, primero buscándoles, luego hablando de otros temas y finalmente acercándose a ellos para que, una vez confiados, fuesen capaces de confesar sus crímenes. Y no sólo eso: fue capaz de acercarse al número dos del régimen, un ya octagenario Nuon Chea, consiguiendo también una confesión (o, más bien, visión) de las decisiones de la guerrilla camboyana. Lo interesante del film es la absoluta desdramatización del suceso, ya que muestra a víctimas y verdugos, a orgullosos y arrepentidos, sin juzgar si lo que dicen es condenable. Y es que mientras algunos sólo seguían órdenes sin saber muy bien por qué, otros llegaron a pasárselo bien... y otros, como los máximos dirigentes, nunca fueron conscientes de los verdaderos resultados de sus decisiones.
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Sección Finisterrae
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Foreign Parts. Véréna Paravel, John Sniadecki (Francia, EUA, 2010)
Curioso documental en el que, lejos de caer en dramatismos, se presenta una visión objetiva de los contrastes que pueden encontrarse en Nueva York. Nos encontramos en el Willet Point de hace tres años. Al lado del nuevo estadio de los Mets, decenas de personas, en su gran mayoría puertorriqueñas, sobreviven día tras día con la venta de piezas de recambio de coches. El barrio, sin asfaltar, sin alcantarillado, al que parece ser que ni los policías de la ciudad se atreven a ir de noche, tiene el encanto de ser habitado por vagabundos, inmigrantes ilegales, amantes en la ruina... que dignifican su existencia. Y es que, por desestructuradas que estén sus vidas, encuentran consuelo unos con otros y, por encima de todo, en su trabajo. Al contrario que su día a día, que su poco probable futuro prometedor, el barrio es el desguace mejor ordenado de la ciudad, al que un goteo constante de personas de la gran metrópolis acude para encontrar lo que necesitan. El acierto del documental reside básicamente en presentar, de una forma muy humana, cómo somos capaces de excluir a la gente. Americanos de clase media miran de reojo a su alrededor cuando van a recoger su coche después del partido. El ayuntamiento no quiere admitir que hay un plan para recalificar la zona y convertirla en un barrio de recreo. Sólo al final del documental, mientras aparecen los títulos de crédito, oiremos las opiniones de otros ciudadanos hablando del barrio, denunciando que si quería echarse a tanta gente deberían haberlo hecho años antes, o diciendo que si no se ha hecho antes es porque se quería que el proyecto lo realizase algún amigo constructor de un alto cargo. En cualquier caso, al finalizar el documental somos conscientes de que lo visto es ya historia, y nos quedamos con la pregunta de qué habrá sido de toda esa gente que, aunque pobre, tiene su orgullo y ganas de vivir.
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Todos vós sodes capitáns. Oliver Laxe (España, 2010)
La mirada de un niño grande Oliver Laxe nos presenta, en riguroso blanco y negro, la plasmación de sus inquietudes. El corto se divide en dos partes muy bien diferenciadas: en la primera estamos presentes en el acercamiento de los niños de un refugio en Tánger al mundo del cine -cómo lo entienden, cuáles son sus motivaciones-, distanciados de sus propias ganas de experimentar, de divertirse, por el trato casi déspota del director del film que quiere rodarse (el propio Oliver se pone delante de la cámara). El propósito es solamente uno: conseguir alejar a los niños lo suficiente para que sean partícipes del film real. Así, en la segunda parte, todo cambia: el director es relevado en sus funciones, despedido, y los niños se trasladan a un campamento para poder olvidar la etapa previa y ser libres a la hora de coger la cámara y rodar lo que quieran. Claro que esto es sólo una excusa: en realidad, Laxe está mucho más presente que antes, otorgando su especial mirada al mundo. Una mirada a la naturaleza, a la inocente relación que tenemos con ella. La imagen, el sonido (básicamente, del viento) toman el protagonismo absoluto, quedando los niños como algo circunstancial, algo que aparece porque están allí. De hecho, muchas de las secuencias de esta parte se inician con los niños jugando, hablando en primera línea pero poco a poco se alejan hacia el fondo, permitiéndonos disfrutar totalmente de la imagen encuadrada, del paisaje... de la vida.
El cortometraje fue premiado en 2010 con el premio Fipresci.
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Sección Panorama
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Steam of Life. Joonas Sweden, Mika Hotakainen (Finlandia, Suecia, 2010)
La ternura escondida tras el vapor Emotivo documental que, a través de la estática mirada de una cámara infiltrada en decenas de saunas repartidas por el país, consigue mostrar un fiel retrato de la cultura finlandesa. Centrada en las saunas masculinas, descubrimos que las conversaciones que tienen lugar en este familiar lugar de encuentro para los prototípicos "hombres duros" de los países del Norte se centran en temas que, fuera de este lugar, que les protege, seguro no se atreverían a iniciar. Así, conocemos el orgullo de un hombre que acaba de ser padre; otro que explica que no puede ver a su hija: uno más, que bañado en lágrimas, confiesa que sus propios padres convirtieron a su hija en hermanastra... Historias tristes, alegres, tiernas, todas ellas relacionadas con la experiencia en familia... intercaladas con los hermosos y fríos paisajes del país que, además, nos descubren que la afición puede incluso a llevar a convertir una cabina telefónica en un lugar de relax lleno de vapor.
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Sección Historia
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Young Freud in Gaza. PeA Holmquist, Suzanne Khardalian (Suecia, 2010)
Este es el típico documental que no destaca ni por su realización ni por su técnica, pero sí lo hace por conseguir transmitir mucho explicando una historia muy simple. Los directores siguen durante unos meses a Ayed, un psicólogo palestino que trabaja en el campamento de refugiados de Gaza. Le seguimos tanto en su vida privada, la relación con sus padres y su vida profesional: cada día Ayed visita a sus pacientes, sirviéndoles de un apoyo del que deberían sentirse privilegiados, ya que la profesión escasea en momentos tan difíciles. Las distintas sesiones terapéuticas a las que asistimos se nos antojan como un hilo de esperanza entre tanto horror. La secuencia que más nos conmueve es la de la terapia de grupo que realiza con varios niños que han perdido a hermanos o amigos durante algún bombardeo. Es muy triste ver a niños menores de siete años hablar de los horrores que han vivido con un aplomo mucho mayor que el de cualquier adulto y, sin embargo, el psicólogo consigue que se convierta en una sesión tan esperanzadora y llena de vitalidad que nos parte el alma al ver a una de las niñas se pone a llorar cuando finaliza la sesión. "No quiero que se acabe", le dice. Un documental quizá demasiado largo, pero que nos consigue trasladar a la zona de guerra con un punto de vista muy distinto al que estamos acostumbrados y, sobre todo, nos ayuda a ver que siempre hay alguien que desea mejorar las cosas.
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Sección D'America
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El ambulante. Eduardo de la Serna, Lucas Marcheggiano, Adriana Yurcovich (Argentina, 2010)
Optimista o loco. ¿Qué más da? En El ambulante seguimos a Daniel Burmeister, un curioso personaje que, tras haber hecho de casi todo en la vida, ha descubierto que su verdadera pasión es dirigir películas... pero muy peculiares: Daniel recorre los pueblos de la Argentina, proponiendo a las autoridades que le permitan filmar durante un mes una película de ficción, siendo los habitantes del propio lugar los verdaderos protagonistas. Lo único que pide a cambio es el alojamiento y la manutención. Así, cargado con una única cámara como equipo de trabajo, convence a los improvisados actores para que le ayuden a escenificar un guión, lo menos, absurdo. Al principio no se fiarán de él (¿de verdad hará una película o se aprovecha de nuestros recursos?), para finalmente ver el resultado en el improvisado cine, la pared de la iglesia. ¿Cutre? Sí. ¿Bien social? También. Porque lo que consigue Daniel es que, durante un mes, la gente del lugar se sienta importante participando en su proyecto. Consigue que se conozcan mejor entre ellos, que se dé a conocer la solidaridad y trabajo en equipo de la gente de campo. Entre tonto e inocente, influenciado quizá por una infancia terrible (según lo poco que nos parece concluir después de oírle hablar de su pasado), el retrato de los directores pretende ser imparcial, mostrando, simplemente, lo bonito y envidiable que es llevar una vida sin pretensiones. ¿Para qué más?
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