Obviado casi completamente por los medios de gran difusión, pero con gran convocatoria de público y apoyo de una serie de instituciones públicas y privadas, se ha llevado a cabo el Primer Festival Internacional de Cine Político, en una de las salas más tradicionales de Buenos Aires, el viejo cine Gaumont, ahora sala Km 0, del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).
Durante el fin de semana largo -con un feriado de alto contenido político, el 35º aniversario del golpe de estado del 24 de marzo de 1976, fecha en la que la Argentina se sumió en su noche más oscura- allí se congregó (y la elección de esta palabra no es inocente) una multitud para ver el cine que no siempre llega a las pantallas, para escuchar voces propias y ajenas, para comprobar que se esté donde se esté, el sojuzgamiento, la violencia, la dominación y la crueldad siguen haciendo del hombre su propio lobo (con el perdón de los lobos).
En la presentación del catálogo, dice Liliana Mazure, presidenta del INCAA: "Sin duda el cine es un espejo. Amplía la mirada, enriquece el pensamiento, nos descubre, nos une, nos identifica. Construye puentes entre diferentes generaciones, entre diversas culturas. Le da sentido a la narración. Acompaña al espectador a entender la historia y la sociedad. Cultiva la memoria; lucha contra el olvido y es ahí donde el cine político adquiere su sentido al revelarnos. El cine político restaura y revindica nuestra historia; la historia de nuestros pueblos, vincula el pasado y la memoria a través de imágenes y sonidos".
La muestra de películas se clasificó según su duración (largos, cortos y mediometrajes), además de en internacional y argentina para cada una de las secciones. Esto, y los pocos días que duró el festival sólo nos permitió dedicarnos a la competencia de largometrajes internacionales. Una serie de películas difíciles de visionar una detrás de otra, debido al alto contenido de violencia, pocas veces implícita y muy explícita en la mayoría de los casos.
Una variedad de actividades paralelas completaron la muestra en un variopinto catálogo de cine de distintas latitudes y etapas evolutivas: Work in Progress, Panorama Político Latinoamericano, Retrospectiva Argentina, Muestra de Cine Cubano, Festidoc (Paraguay), Centenario de la Revolución Mexicana y Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba). Hubo homenajes a Costa-Gavras y a Santiago Álvarez. El país invitado fue Venezuela y el padrinazgo del festival se le otorgó al director argentino Leonardo Favio.
Para la inauguración, los organizadores nos sorprendieron con la proyección de Aniceto, la última obra de Favio. Un remake de su segundo largo, Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más... (1967), basado en el cuento "El cenizo", de su hermano Zuhair Jury. Un film que merece más que este único párrafo, debido a su belleza visual y puesta en escena. Prometemos en breve un dossier de este director que posee una de las filmografías más atractivas del panorama argentino y, me atrevería a decir, latinoamericano. Aunque fue muy grato reencontrarnos con esta obra, no encontramos coincidencia entre ella y la propuesta política del festival. Entendemos que el motivo de su inclusión se debe a que es lo último que ha rodado Favio, que es una obra que no ha permanecido demasiado en cartelera y que tiene su valor para abrir cualquier evento de lujo. No obstante, en el evento se exhibieron otras de sus películas más políticas en una retrospectiva en su honor.
Cerca de cincuenta películas en competición, ciento quince exhibidas en total durante los cinco días del Festival, que se convirtieron en sólo tres si tenemos en cuenta que dos fueron dedicados a la inauguración y al cierre del evento. Como siempre, nos quedamos con las ganas de ver mucho más de lo posible. Sin embargo, la muestra de largometrajes internacionales ha sido rica en propuestas y con excelente nivel narrativo, estético y de contenido. La asistencia del público ha sido masiva y ha quedado la esperanza de que la experiencia pueda volver a repetirse en 2012.
Balibó. Robert Connolly (Australia, 2009)
Cómplices del silencio. Stefano Incerti (Argentina/Italia/España, 2010)
Disparar al elefante. To shoot an elephant. Alberto Arce y Mohammad Rujailah (España/Palestina, 2009)
Distancia. Sergio Ramírez (Guatemala, 2011)
El piloto de Perón. Ezequiel Comesaña (Argentina, 2010)
Eva y Lola. Sabrina Farji (Argentina, 2010)
General Nil. Ryszard Bugajski (Polonia, 2009)
La cicatriz de Paulina. Manuel Legarda (Suiza, 2010)
Macuro. Hernán Jabes (Venezuela, 2008)
Presunto culpable. Roberto Hernández y Geoffrey Smith (México, 2008)
Premios
Palmarés otorgado por un jurado compuesto por artistas argentinos (Virginia Innocenti y Juan Palomino) y cineastas latinoamericanos (Miguel Littin, Mario Handler, Liliane Blaser, Lazzara Herrera y Hugo Gamarra, entre otros):
Largometraje internacional:
Gran Premio Especial ex aequo: Presunto culpable (Roberto Hernández y Geoffrey Smith, México, 2008) y Balibo (Robert Connolly, Australia, 2009)
Mediometraje internacional:
Primer premio: Mineritos (Rodrigo Vázquez, Bolivia/Reino Unido, 2009)
Segundo premio: Los marinos del pueblo (Carlos Pico, Argentina, 2009)
Cortometraje internacional:
Primer premio: Kavi (Gregg Helvey, India/EUA, 2009)
Segundo premio: Partir o morir (Dem Walla Dee, Rodrigo Sáez Ramirez, Francia, 2008)
Competencia oficial argentina
Rebelde amanecer (Awka Liwen, Argentina, 2010)
Los padres de la Plaza, diez recorridos posibles (Joaquín Daglio, Argentina, 2010)