Los nueve días de placentero cautiverio en el Zinemaldia (aunque el ritmo marcial y frenético que nos marca, se viva con alguna angustia en cuanto el tiempo se te escurre de las manos), nos han dado unas dosis generosas de sensaciones y experiencias cinematográficas de tan distinto signo como las que uno puede sentir en la vida misma. Se han cumplido nuestras expectativas de la misma manera que nos han decepcionado, hemos subido a los cielos con algunas, otras nos han hecho bajar a los infiernos (con o sin nuestro consentimiento), unas pocas nos han consternado, sin contar las que se nos han hecho interminables; los guerrilleros nos han puesto a prueba nuestros criterios de juicio, y gratas sorpresas no han faltado. En suma, dado que nuestra cotidianeidad habitual queda suspendida, que sea el festival el que se encargue de recordarnos cuán intensa es la vida a través del reflejo de la ficción.
Decía de forma muy sensata, el siempre lúcido Alex de la Iglesia en el Diario del Festival, que las películas que obtengan los galardones no significan que sean las mejores sino que representan las que más han gustado al Jurado. La premiada con la Concha de Oro, Los pasos dobles de Isaki Lacuesta, no fue la mejor que vimos en el certamen, sin duda, ni nos pareció la mejor de la Sección Oficial, pero tampoco es un largometraje que no merezca esta distinción. No vamos a hacerla rehén del atrincheramiento integrista en el que parece estar dividida la prensa especializada española, cuyos integrantes una vez más han chocado como excusa, en la tensa guerra fría en la que están inmersos, porque al fin y al cabo, que tenga el máximo reconocimiento no la hace ni mejor ni peor, sino que responde a una decisión subjetiva y coherente de lo que debe ser un festival como plataforma cultural de proyección y de ayuda. Isaki Lacuesta simboliza un tipo de cine que se hace en nuestro país, en la otra ribera del río, como yo le llamo, que hasta la fecha no contaba con un empuje como el que acaba de darle el Zinemaldia en cuanto festival de clase A. Pone en crisis el relato y la narración convencional, juguetea, experimenta y explora la semántica y la sintaxis cinematográfica, etcétera. En definitiva, trata de ofrecer nuevas formas de ver y sentir el cine. Todo eso está en Los pasos dobles, mediante sus estrategias seductoras que se apartan de los recursos convencionales. No podemos causar objeción a un esfuerzo loable, aunque nuestro criterio haya sido hechizado por otras motivaciones igual de legítimas que las de Isaki Lacuesta. Como la cabra tira al monte, nos quedamos con el impulso titánico de Enrique Urbizu por revalorizar y dignificar el género (negro), pero hagan memoria y díganme cuál fue la última película de género que ganó en un festival de clase A ¿Pulp fiction en un lejano 1994?
Como por aquí andamos un poco acomplejados, más de uno y de dos, al ver No habrá paz para los malvados estará pensado en el neo noir norteamericano como matriz. Como si fuese un intento de instaurar el patrón norteamericano bajo nuestra idiosincrasia particular. Pero no seamos simplistas y no desdeñemos con ella nuestra tradición cinematográfica en el terreno del crimen desde una perspectiva genérica. Porque lo que es válido para el cine polar francés, o el cine nipón con la yakuza eiga, bien lo es para el film de Urbizu. Como él decía en la rueda de prensa, no estamos hablando de un ejercicio mimético, porque con ello estamos infravalorando la capacidad del director, reduciéndole a un mero copista. Pocos largometrajes de los que se vieron en San Sebastián (dentro y fuera de la Sección Oficial) presentaron el grado de solidez con el que cuenta el film protagonizado por José Coronado. Así que en términos de resultados redondos y absolutos, era el que mejor acabado parecía tener. Posiblemente, el Jurado por no querer presentar una avasalladora presencia española en el palmarés (la Concha de Plata fue para María León de La voz dormida), acabó dándole las Conchas de Plata al mejor director y actor a la griega Mundo injusto, un film diseñadísimo para seducir en un festival, robándole dos premios que le pertenecían a la española. Nada que objetar a Kiseki como mejor guión y Premio Especial del Jurado a Le skylab, ya que ellas contaron con nuestra preferencia sobre el resto.
Cambiando de tercio, nosotros como medio joven todavía no contamos con la suficiente perspectiva para poder valorar la labor de José Luis Rebordinos, que debutaba en la dirección del certamen por primera vez, en cuanto nuestra presencia en el Festival no nos otorga el suficiente recorrido histórico para hacer una valoración de primera mano. Hemos conocido la historia del Zinemaldia, gracias a la amena e ilustrada serie documental de Diego Galán, pero aventurarnos a realizar una comparativa respecto a otros años sería impostado o hablar de prestado. Preferimos ser honestos aunque, ello implique una omisión de la información. Ahora bien, disentimos totalmente de las declaraciones impresentables de Arturo Ripstein[1] respecto al Festival, porque por poco que lo hayamos vivido, dejémonos de petulancias y snobismos. Si su trayectoria anterior ha servido para dar reconocimiento a un cine de género haciéndole partícipe en un Festival de Clase A (la diversificada y heterogénea muestra de cine español que ha sido proyectada también ha sido de agradecer, aunque no todas nos hayan convencido), bienvenido sea. Démosle un voto de confianza en su voluntad renovadora, ya que el balance obtenido no nos hace desear lo contrario. Un compendio que nos ha hecho valorar muy positivamente lo que vimos en Zabaltegi, frente a una Sección Oficial que se iba desinflando a medida que iban pasando los días, y que nos dejó una asignatura pendiente, explorar más a fondo Horizontes Latinos, porque lo poco que vimos resultó de gran interés. No entramos en detalle, porque para ello os dejamos las reseñas de lo que pudimos ver, donde allí tenéis un comentario completo de cada film remarcable.
¿Y qué nos ha dicho el cine que hemos visto en la cosecha del 2011? Una certeza: en tiempos de crisis la indagación en los meandros oscuros de la trastienda humana dibuja pesadillas en clave circular, para acentuar su carácter claustrofóbico. Estructura que nos encontrábamos de forma reiterativa en films como No habrá paz para los malvados, Shame o Take this waltz en clave de comedia romántica.
Los estragos de estos tiempos de recesión económica también ponían su acento en la fractura, tanto social como individual. De la primera, sin duda Mundo injusto, Life without principle y la aplastante Tiranousario, además de L’invasseur que se sumergía, como Shame, en el infierno esquizofrénico del sexo. Pero no todo tiene que ser sombrío. Así, en clave de fábula blanca teníamos ¿Y ahora adónde vamos? y Le havre con su clara lectura social.
En cuanto a quiebres individuales ahí estaba Martha Marcy May Marlene como enredado viaje en espiral centrado en la identidad robada por las sectas, la anodina Americano que escarba en la personalidad anímica a través de la ausencia materna, o la misma Shame donde se suplanta la tara emocional por una obsesiva dependencia sexual. Porque de obsesiones hemos tenido buena muestra con la vuelta al melodrama más desgarrado con Las razones del corazón o The deep blue sea. Esta última también nos sirve para comprobar cómo las relecturas nostálgicas y sumamente estilizadas de los códigos genéricos siguen presentes, desde Drive hasta The artist, para llegar a deconstrucciones que tienden a la entropía como Rampart. Por supuesto, en una época de incerteza, el estatuto fílmico también deviene signo de interrogación con Los pasos dobles o Amen, mientras que Pina prefiere explotar nuevas posibilidades de nuevas tecnologías implantadas en el cine como el 3D.
Como vemos, los recortes acaban con festivales de cine como La Mostra de Valencia o Punto de Vista que pasa a ser bianual, pero el cine no permanece ajeno a las convulsiones sociales que se viven y se sufren, ofreciendo un innumerable abanico de lecturas, para que siga siendo un necesario testimonio de su época y una potente herramienta cultural de reflexión. Y si nos cargamos la cultura…
Os dejamos ya con las críticas derivadas del certamen más el enlace a las reseñas de lo que vimos. Que os guste el viaje.
CRÍTICAS:
Intruders. Juan Carlos Fresnadillo. España-Reino Unido-EUA. Sección Oficial fuera de Competición. Inaguración.
No habrá paz para los malvados. Enrique Urbizu. España, 2011. Sección Oficial a Competición.
Drive. Nicholas Winding Refn. EUA, 2011. Zabaltegi-Perlas.
Shame. Steve McQueen. Reino Unido, 2011. Zabaltegi-Perlas.
El americano (The american). Anton Corbijn, EUA, 2010. American way of death: Cine negro americano 1990-2010. (Publicada originalmente en el nº de Noviembre 2010)
Miss Bala. Gerardo Naranja. México, 2011. Horizontes Latinos. (Escrita por Cristina Bringas)
Los paraguas de Cherburgo (Les parapluies de Cherbourg). Jacques Demy. Francia-Alemania. Retrospectiva Jacques Demy (Escrita por Cristina Bringas originalmente en el nº de Abril 2011)
El árbol de la vida (The tree of life). Terence Malick. Zabaltegi Especiales. (Escrita por Javier Moral)
[1] http://www.gara.net/paperezkoa/20110929/293709/es/Zinemaldia-era-festival-serio-y-pronto-es-subnormal-No-volvere
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