El pasado 5 de mayo acudimos a la presentación en prensa de la última película de Julio Medem en Barcelona. A dicha cita acudieron Julio Medem, sus dos actrices principales, Elena Anaya y Natasha Yavorenko, junto con el productor Álvaro Longoria. Había expectación por ver el nuevo trabajo de Julio Medem. Después de la triste polémica (innecesaria y fútil) que rodeó al documental La pelota vasca, la piel contra la piedra (2003), tras un lapso prolongado, volvió al ruedo cinematográfico con la decepcionante Caótica Ana (2007), dejando fría a buena parte de público y crítica ante su nuevo trabajo de ficción. Quizás por estos antecedentes, Julio Medem, que no puede esconder su timidez viéndolo en persona, estaba nervioso ante el inminente estreno. Sabía que había mucho en juego. Que es una de las voces más personales y auténticas del cine español, es algo hoy en día, indudable. Pero, el desgaste de prestigio que ha ido sufriendo a lo largo de la década pasada (al margen de la cerrazón de la derecha española que cargó injustificadamente contra él), también es constatable. Así las cosas, todo se presentaba de forma prometedora. Se estrenaba el 7 de mayo en 126 salas, distribuida por Paramount y ya se había conseguido vender internacionalmente en más de 30 países, tal como nos comentaba Álvaro Longoria. En la misma rueda prensa, el productor nos comentaba que los primeros ocho minutos del film, puestos en el portal de msn, tuvieron en tan solo 24 horas, más de medio millón de reproducciones, 613.000 concretamente tal como nos informaron con posterioridad.
Por lo que expectación y reto fueron los dos núcleos nodales de la rueda de prensa. Ya desde la presentación del film en el festival de Málaga pudieron recoger las primeras buenas impresiones. Desgraciadamente éstas no han podido reflejarse en taquilla, colocándose en una tímida posición 09 del box office[1], en su primer fin de semana de estreno.
La película fue rodada en cuatro semanas de forma cronológica y como afirmaba Medem, era la primera vez que rodaba durante tanto tiempo en un único lugar. A estas condiciones, hay que sumarle el desafío que ha supuesto a sus dos actrices principales. No solo por permanecer durante gran tiempo del metraje en pantalla y además desnudas (algo que Natasha Yavorenko nos comentaba que acababa pasando a un segundo plano), sino por la intensidad y el estrecho lazo de intimidad que les proponía la oferta. En ese sentido, Elena Anaya confesaba que era la primera vez en su vida que había aceptado un papel sin que existiese previo guión escrito pero que estaba plenamente satisfecha con la experiencia, ya que consideraba que era el papel que más le permitía dar de ella como actriz. El resultado final le avala y tras la buena acogida crítica de su anterior papel en Hierro (2009), podemos comprobar que se encuentra en un momento dulce de su carrera profesional y le consagra definitivamente como la excelente actriz que siempre ha sido.
Orgulloso también se encontraba Medem y agradecido con sus dos actrices. El proyecto surgió cuando él se encontraba en un proceso de escritura de otro trabajo de mayor envergadura, ambientado en el mundo clásico. Por ese momento creativo en el que se encontraba, la idea de ambientar la historia en Roma le atraía mucho, por ser una ciudad con mucho pasado detrás pero a la vez muy viva. Además, el hotel donde transcurre la acción está construido sobre el antiguo teatro de Pompeyo, por lo que ese aspecto de teatralidad también le confería mucho interés.
Dado que no se daban las condiciones idóneas para realizar el guión en el que estaba inmerso, aceptó la propuesta inicial del productor de realizar un remake de la película En la cama (2005) del chileno Matías Bize. No obstante, dado que no son las condiciones naturales en las que se mueve Medem para realizar un film, prefirió distanciarse del original y con la necesidad de aportar algo nuevo y diferente. Así, decidió que los dos protagonistas fuesen féminas, en su voluntad de naturalizar la relación íntima entre ellas, para entrar en un terreno universal, que ya no importara que fuesen dos mujeres. Prefiere no pensar en cuánta cantidad de público será reacia a ver una historia de amor en estos términos. En ese sentido, frente al morbo que se haya derivado del erotismo homosexual, Medem avisa que aquellos que acudan al film esperando eso se van a encontrar un largometraje muy diferente. Por ello pide que se vea muy descargado, muy limpio.
Medem también considera que es la película menos densa que ha realizado y nació de su idea de planteársela como un juego, en el mejor sentido de la palabra. La belleza que ya nos promete el cartel, creado por Ouka Leele, ha sido la búsqueda del realizador. En esta exploración también ha querido dar la sensación al espectador conforme ha visto las ocho horas que han transcurrido en la habitación, que no les ha faltado nada por ver.
A este respecto, os acompañamos a la crítica que hemos realizado, donde valoramos los resultados obtenidos.
[1] Así nos informa la página web www.boxoffice.es