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The Office (BBC) Creada por Ricky Gervais y Stephen Merchant 2001 - 2003 |
The Office (NBC) Adaptada por Greg Daniels 2005 - Presente |
En un número dedicado al remake cinematográfico, hemos considerado preciso aludir a la esporádica aplicación de esta técnica en la ficción catódica. Uno de los más brillantes y recientes ejemplos lo constituye The Office, una sitcom que recoge la jornada laboral de un grupo de oficinistas de una empresa papelera. Se trata de una creación original del cómico británico Ricky Gervais para la BBC, que el guionista Greg Daniels (Saturday Night Live, Los Simpson) adaptaría a la televisión estadounidense.
Los excéntricos personajes que pueblan los despachos presentan comportamientos disfuncionales y extremos, dando lugar a situaciones incómodas, aunque creíbles, según en qué ambientes de trabajo. Este atípico serial se ha hecho un nombre dentro del panorama televisivo mundial gracias a unas señas de identidad "marca de la casa": una presentación en forma de falso documental o mockumentary (que exige el visionado en versión original para que se diluya el efecto dramático a causa de unas entonaciones inadecuadas), término acuñado por Rob Reiner -director de This Is Spinal Tap (1984)-, y un ácido humor negro, derivado de la incomodidad y el patetismo, que se traduce a menudo en sus ya célebres silencios. Esta genuina forma de sarcasmo ofensivo sería trasplantada por el gran Gervais a otra de sus producciones para la televisión, Extras (2005-2007), e incluso al cine, en su reciente debut en la dirección con Increíble pero falso (The Invention of Lying, 2009), siempre manteniendo un marco contextual que se remite a la inevitable alienación del hombre en la sociedad y su innato afán por destacar a cualquier precio -sean cuales sean las consecuencias- sobre los demás.
Éste es uno de esos curiosos casos de remakes, que hace complicado dilucidar si es mejor el original o la réplica. En la comparación podríamos atender a su extensión en el tiempo -la estructura clásica y breve de las comedias de calidad inglesas con seis capítulos por cada una de sus dos temporadas en la versión de la BBC, frente a los más de 120 episodios de la americana, que ya va camino de su séptima etapa-, e incluso al nivel de anormalidad o de belleza del personal, que ya fuera objeto de un chiste de Gervais, al asegurar que la principal diferencia entre uno y otro serial sería que el americano contaría con actores provistos de una mejor dentadura.
Sin embargo, no cabe nada más pertinente y esclarecedor para desigualarlas que el análisis del perfil psicológico de sus gerentes y la aptitud de los comediantes que les interpretan. El propio Ricky Gervais encarna a David Brent, el jefe de la papelera británica, un individuo incapaz de percatarse de su invalidez para las bromas, que pretende erigirse como un líder paternalista a ojos de sus empleados. Con un histrionismo y una crueldad irónica superlativos, encontramos al dirigente de la empresa americana, Michael Scott, personificado en el cómico de moda Steve Carell. Al margen de los índices de corrosión que se desprenden de cada uno, este díptico del retrato laboral en la era de la globalización antepone un axiomático lema a cualquier atisbo de sensatez: para triunfar hoy es necesaria una buena dosis de egoísmo (por mucho que se procure aparentar lo contrario).
La mañosa mezcla de personalidades, etnias y costumbrismos opuestos favorece los chistes fáciles. Donde cualquier otro producto de ficción no podría evitar caer en una desconcertante oda a la chabacanería, el oscuro y poderoso engranaje de pseudo realismo y formalidad conceptual propios de The Office consigue voltear este riesgo y transformarlo en ventaja, metabolizando la ordinariez en cinismo saludable y dando como resultado una propuesta humorísticamente innovadora. Aún echándose en falta atrevimientos audiovisuales de tan rabiosa insolencia, circunscritos a la temática profesional, en España todavía nos dura el buen sabor de boca que nos dejó la genial Camera Café (2005-2009).