David Trueba y Jorge Sanz han revolucionado el panorama televisivo español con ¿Qué fue de Jorge Sanz? (2010), una serie de seis capítulos –de entre treinta y cuarenta y cinco minutos de duración cada uno– que ha filmado, escrito y dirigido el primero con la complicidad necesaria del segundo. Tanto Trueba como Sanz son dos nombres imprescindibles del cine español de los últimos años: David Trueba es guionista y director, y Jorge Sanz lleva más de treinta años trabajando como actor, aunque su mejor momento profesional lo vivió a finales de los ochenta y durante la década del noventa. La serie, que mezcla de una forma magnífica realidad y ficción, parte de un falso supuesto, pero con elementos creíbles: Jorge Sanz es un actor acabado, con problemas económicos, que ha tenido que contratar como representante a un antiguo viajante de quesos, Amadeo Gabarrón –un magnífico Eduardo Antuña–. Sobre esa premisa, Trueba levanta toda una ficción en la que nunca sabemos si estamos ante algo real o no, ya que aparecen múltiples cameos de personajes que se interpretan a sí mismos: Antonio Resines, Javier Veiga, Ana Risueño, Juan Diego Botto, Carlos Larrañaga, Juan Luis Galiardo, Miguel Ángel Lamata, Santiago Segura...
Lo cierto es que Jorge Sanz no solo borda su papel, sino que no tiene ningún complejo ni pudor a la hora de reírse de sí mismo. Esta es, sin duda, una de las mejores interpretaciones de su carrera, lo que no es poco, si tenemos en cuenta que ha protagonizado títulos tan importantes como El año de las luces (Fernando Trueba, 1986), Si te dicen que caí (Vicente Aranda, 1989), Amantes (Vicente Aranda, 1991), Belle epoque (Fernando Trueba, 1992), Los peores años de nuestra vida (Emilio Martínez Lázaro, 1994) o La niña de tus ojos (Fernando Trueba, 1998). Su carrera tampoco ha sido ajena al medio televisivo, donde ha participado esporádicamente en series como Colegio Mayor, A las once en casa o Un paso adelante, y ha protagonizado la miniserie Los jinetes del alba (Vicente Aranda, 1990) y la propuesta de humor fantástico de El inquilino (Paco Arango y Jaime Botella, 2004).
La serie de David Trueba, realizada con muy pocos medios pero con un gran guion en la base, es un ejercicio postmoderno, una chaladura genial que no deja indiferente a nadie, porque juega con el pasado de éxito del protagonista y lo convierte en un personaje algo patético, pero, al mismo tiempo, con cierta grandeza épica. Recuerda, en cierto modo, a algunas películas de Woody Allen, pero quizás los referentes más inmediatos sean las series Curb Your Enthusiasm (Larry David, 2000-2011) y Extras (Ricky Gervais y Stephen Merchant, 2005-2007). En ¿Qué fue de Jorge Sanz?, realidad y ficción se funden de tal manera que es casi imposible deslindar la una de la otra. Así, por ejemplo, el niño que interpreta a su hijo es realmente su hijo, Merlín Sanz, pero no ocurre lo mismo con su ex mujer, interpretada por Rosa Boladeras, o con su padre, encarnado por el ya fallecido Vicente Haro.
Todo el metraje está repleto de vida, y eso es algo que se nota, y mucho, ya que lo que retrata Trueba en la serie es la existencia cotidiana, rodada sin la aparatosidad de un rodaje convencional, con gente que se queda a veces mirando a la cámara, con figurantes improvisados y geniales. Sin duda, el gran descubrimiento de la serie es el actor Eduardo Antuña, un secundario de lujo que hace las veces de escudero de un señor llamado Jorge Sanz –vean, si no, el capítulo titulado “Edad Media”–. Y es que, no en vano, hay en esta serie mucho de Rafael Azcona, y eso explica secuencias como la de Juan Luis Galiardo en la ceremonia de los Goya o la de Juan Diego Botto en el AVE, cuando le recrimina a Jorge su desinterés por la política. ¿Qué fue de Jorge Sanz? supone una reflexión en clave contemporánea del tópico del ubi sunt? Es, dentro de la producción española, una rara avis, únicamente posible en una cadena como Canal+.
Todos los capítulos comienzan con una escena de una película de Jorge Sanz –la primera, como no podía ser de otra forma, pertenece a Valentina (Antonio José Betancor, 1982)– y acaban con una imagen congelada del propio actor. En el último capítulo, aparece un guiño genial cuando lo confunden con Alejandro Sanz, un juego paródico que se completa del todo cuando nos enteramos de que el cantante se cambió el apellido para que la gente pensara que era hermano del chico de oro del cine español. En fin, Jorge Sanz demuestra una vez más que es un grandísimo actor, capaz de hacer algo más que la serie de superhéroes que le proponen en la ficción; ahora solo falta que los nuevos directores del cine español tomen nota de ello. David Trueba, desde luego, ya lo ha hecho.
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