VV.AA. "ALIEN. LA SINFONÍA BIOMECÁNICA"
Santa Cruz de Tenerife, Fimucité, 2009 (128 páginas)
Vemos una película. Cerramos los ojos ante una sensación de horror o náusea. Decidimos, desde ese momento, ser ciegos ocasionales. El cine es el delirio del ojo a veinticuatro fotogramas por segundo; un océano de imágenes que en su desfile nos golpea (el cine-puño de Eisenstein) y, por momentos, nos hiere de gravedad.
Quizás porque la naturaleza de la imagen precede al lenguaje hablado, o tal vez por la consideración de la cámara como una extensión del ojo en la mano, el carácter audio-visual del mensaje cinematográfico ha infravalorado con frecuencia el terreno auditivo, alzando una jerarquía sensorial donde el ojo ejerce el papel de tirano. Dicho de otra forma: el oído en el olvido.
El Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife (FIMUCITE) ha contribuido de manera muy positiva a la democratización de los sentidos. La balanza encuentra su equilibrio y el delirio del ojo es también éxtasis del oído. A raíz de su tercera edición (que coincide con la celebración paralela de un ciclo en honor a Jerry Goldsmith por parte de la Filmoteca Canaria) ha visto la luz un interesante estudio que analiza en profundidad la zaga de Alien, repasando las claves de la ciencia ficción y sumergiendo al lector en los secretos de la franquicia iniciada por Ridley Scott en 1979. ALIEN. LA SINFONÍA BIOMECÁNICA, coordinado por Pedro J. Mérida y Manuel E. Díaz Noda, supone una pormenorizada investigación que encuentra entre sus objetivos el realzar la representatividad de la banda sonora como parte integrante del discurso fílmico, trazando un recorrido unitario por la doble faceta del cine como arte e industria.
Los textos se revisten de una acertada documentación con la que dar forma a una excelente visión de conjunto para los amantes de la zaga y, al mismo tiempo, perfecta introducción para neófitos, repasando la desmitificación y el suspense claustrofóbico de ALIEN (Ridley Scott, 1979), el militarismo de ALIENS, EL REGRESO (James Cameron, 1986), las connotaciones católicas presentes en ALIEN 3 (David Fincher, 1992) a través del concepto de sacrificio-necesario, sin olvidar la carga erótica (zoofílica, según los autores1) de ALIEN RESURRECCIÓN (Jean-Pierre Jeunet, 1997).
El tratamiento equitativo que se plantea rehúye de la común exaltación gloriosa del realizador para, en su lugar, repartir los méritos que, en este caso, por la naturaleza del festival, también recaen en los compositores. El resultado es una lectura ágil, amena, acentuadamente informativa, detallista y, por momentos, necesariamente "rosa". Sólo así entendemos, por ejemplo, las disputas entre Ridley Scott y Jerry Goldsmith, en la medida en que este último escapaba a la elección del director y se presentaba como imposición de la productora, o la frustrante intervención de James Horner en ALIENS, EL REGRESO, perjudicado por los montajes y reediciones sucesivas de Cameron.
Al mismo tiempo, una lectura entre líneas desvela preciosas "coincidencias" y abre las puertas a futuras investigaciones. Tanto Scott, como Fincher y Jeunet proceden del campo publicitario, mostrando en algunos casos experiencia en el área del videoclip, lo que añade una nota más de musicalidad.
ALIEN. LA SINFONÍA BIOMECÁNICA, desvía la perspectiva tradicional que contempla al director como ombligo de la obra y, en su lugar, se desplaza hacia la "periferia" para comprender de una forma algo más compleja, aunque accesible, el film como resultado grupal.
[1] "El Alien siempre ha estado metafóricamente cargado de referencias sexuales [...], como son la similitud con una vagina del facehugger, o las características fálicas del chestburster [...]". VV.AA. Alien. La sinfonía biomecánica. Santa Cruz de Tenerife, Fimucité, 2009, pág. 84.