"Hay un par de petróleo debajo de nuestros pies. Y sólo YO puedo llegar hasta él"
Nonesuch, 2007
Pozos de ambición (There will be blood, Paul Thomas Anderson, 2007) es uno de esos films que no dejan a nadie indiferente. Es curioso cómo, en su momento, tanto crítica como público dividió su opinión sobre si se trataba de una obra maestra o, por el contrario, de una auténtica pérdida de tiempo, una historia sin pies ni cabeza, sin inicio ni final consecuente. Algunos alabaron un film reflexivo, en el que poco a poco descubríamos la maldad del hombre (un Daniel Day-Lewis que consiguió el Oscar al mejor actor), y cómo sus acciones le llevan a la perdición, a la más absoluta soledad del que ha vivido única y exclusivamente para sí mismo. Otros, por el contrario, vieron en el personaje de Daniel Plainview una versión ruda, primitiva y exagerada del magnate del petróleo, que además recordaba al menos agresivo -si si cabe- Bill Cutting de Gangs of New York (Martin Scorsese, 2002). Algún día escribiremos en EL ESPECTADOR IMAGINARIO el por qué nosotros lo consideramos como el film al que No es país para viejos (Coen, 2007) le arrebató el Oscar...
Con su banda sonora no ocurrió menos. Compuesta por Jonny Greenwood, por muchos más conocido por ser el guitarrista de Radiohead, encontramos cosas tan absurdas como que ganó el premio a la mejor música original, otorgado por la Austin Film Critics Association, o le entregaron el Oso de Plata en el Festival de Berlín, pero fue descalificada en los Oscars por considerarse que no podía optar al premio, al incluir 45 minutos adicionales de temas no originales, como una pieza de un concierto de Brahms o fragmentos de una partitura del propio autor, pero escrita para un metraje de la BBC. En cualquier caso, la obra de Greenwood fue muy criticada por considerar que su formato instrumental no era nada acorde con la época en la que transcurre el film (se inicia a finales del siglo XIX). Por ser desigual y carente de un hilo conductor al que estamos acostumbrados en muchas otras composiciones. En definitiva, por parecer que la música va por otros derroteros, mientras la acción se desarrolla frente a nuestros ojos...
Y nada más lejos de la realidad. El conjunto de canciones, todas ellas instrumentales, compuestas por el genial Greenwod, captan toda la tensión, el dolor y la amargura de los personajes del film y de las acciones que éstos tienen que -o quieren- cometer, con el fin de alcanzar el preciado tesoro, petróleo. Y, por encima de todo, por mantener el imperio creado a su alrededor. Una música donde los instrumentos de cuerda, la gran mayoría estridentes violines, conseguirán arrancar al espectador la desconcertante sensación de no saber qué está pasando, clave para seguir la caótica evolución de las vidas de Daniel Plainview y Eli Sunday, el sacerdote que persigue al magnate y es, sorprendentemente, incluso de peor calaña que el anterior.
Destacar, por último, que la puntual suma de ásperas notas al piano redondea, en algunas canciones, una partitura que encaja perfectamente con el espíritu del film. Porque Pozos de ambición no explica la historia de una mala persona. Explica la historia de un hombre que se deja llevar por sus oscuros deseos. Da igual que se trate de petróleo, da igual que transcurra a final del siglo XIX. Trata de la perversión, la familia, la hipocresía de las religiones. Es, en resumidas cuentas, provocativa. Y así es, también, su música.
Pozos de ambición (There will be blood), 2007
Temas:
1 Open Spaces
2 Future Markets
3 Prospectors Arrive
4 Eat Him By His Own Light
5 Henry Plainview
6 There Will Be Blood
7 Oil
8 Proven Lands
9 Hope Of New Fields
10 Stranded The Line
11 Prospectors Quartet