El pasado 7 de marzo se celebró en el Teatro Kodak de Hollywood la 82ª edición de los premios Oscar, una cita obligada para todos aquellos que amamos el cine. ¿Quién iba a pensar, allá por el año 29, cuando se llevó a cabo la primera ceremonia, que estos premios fueran a tener la relevancia actual, logrando que desde meses antes de la gala todo girara a su alrededor? Los estrenos, la recaudación en taquilla, las críticas, las promociones... Todo pesa en las nominaciones y en las elecciones finales de la Academia.
No hace falta ser uno de los nominados o de los asistentes a la ceremonia para sentir ese suspense, ese nerviosismo, la tensión que se respira en la difusión en directo de los premios, ya que es una sensación que traspasa la pantalla y se comparte; algo que no siempre fue una característica de este evento, ya que, en la primera edición, los galardonados fueron anunciados al público con ¡tres meses de antelación!, cosa impensable en esta época, pues le quitaría, emoción a la entrega del galardón.
No fue sino hasta los años 40, cuando se adoptó el sistema de los sobres sellados, que aún sigue en vigencia y que le da una cierta incertidumbre y encanto al momento de su apertura, cuando el anunciador pronuncia con la típica frase que recorre el mundo entero "...and the Oscar goes to...".
Se me hace difícil imaginar ese momento sin el actual nerviosismo, la torpeza o la típica broma del que entrega el Oscar, así como las expresiones de los que esperan, aguantando allá, en sus butacas y, aquí, del otro lado de la pantalla, los que analizamos cada gesto, tan nerviosos como ellos, para ponernos en su piel y compartir la emoción.
Tuvimos que esperar a 1953 para poder disfrutar de esas sensaciones en directo desde Hollywood. Así, se ha conseguido que el número de espectadores aumente con el paso del tiempo, hasta llegar a ser uno de los eventos más esperados y vistos cada año. Unos lo siguen por moda, ya que se ha convertido en una pasarela en la que se observa con lupa a todos los asistentes, los que se pasan horas y días preparándose para dicho "desfile"; y otros, por interés general, para comprobar que la película que les ha gustado resulte reconocida.
En esta 82ª edición, el cambio fundamental ha sido el número de films nominados, porque antes entraban en concurso sólo cinco películas y este año las aumentaron a diez, quedando más repartido el número de votos y dándole oportunidad a un abanico mayor de cintas.
Otra de las cosas que nunca puede faltar, y que considero característico de la antesala de la ceremonia, es la elaboración de múltiples quinielas para valorar quién logra conseguir el galardón y despejar posibles incógnitas en el reparto de los votos, en especial en las categorías más importantes como son las de mejor película y director, mejor actriz y actor, tanto protagonista como de reparto. No dudo que todos hayamos hecho alguna para intentar averiguar el resultado.
En las quinielas de esta edición, los films que destacaban sobre el resto eran Avatar de James Cameron y Hurt Locker (En tierra hostil) de Kathryn Bigelow. Ambos con nueve nominaciones. Llama profundamente la atención, al leer la lista de nominaciones, la ausencia de películas como The Road (John Hillcoat), que no entró dentro de las diez seleccionadas o, en la categoría de mejor actor, la interpretación del camaleónico Johnny Deep, esta vez interpretando a John Dillinger en Public Enemies.
El 2010 ha sido un año de novedades: una mujer es galardonada como mejor directora por primera vez, la presencia sostenida de la tecnología 3D, por el acento hispano entre sus nominados... Un año frustrante para algunos, sobre todo en el mundo Na'vi, al que no le ha servido de mucho arrasar en taquilla, o la ausencia de premios para Malditos bastardos; y gratificante para otros, como los sorprendentes premios a Jeff Bridges (por su actuación en Corazón rebelde) o a Sandra Bullock (por The blind side).
Con la sensación general de unos premios bastante repartidos entre las dos favoritas y sin sorpresas destacables, ha terminado la 82ª edición y, aún con resaca, nos preparamos para el próximo regreso del Oscar.