"Podemos acabar cada uno las frases del otro y entender cosas que no se dicen. Es como un matrimonio profesional, y los hijos son los filmes"
Martin Scorsese (refiriéndose a Robert De Niro)
Antes de centrarnos en De Niro: Scorsese y sus actores fetiche (sí, tiene más de uno)
Mucho se ha hablado estas últimas semanas sobre el posible reencuentro de Leonardo Di Caprio y Martin Scorsese. Algunos estamos entusiasmados. A otros, no les gusta la idea. Y, la gran mayoría, simplemente no lo entiende: ¿Por qué esa fijación por Di Caprio? ¿Por qué no se acaba nunca de concretar la esperadísima vuelta Scorsese-De Niro?
Quizá para responder a esta pregunta simplemente tengamos que pensar en la madurez cinematográfica de un director (o, mejor dicho, un semidiós del séptimo arte), que es consciente de que, si bien sus films más respetados por la crítica y el público tienen un trasfondo muy violento (¿quién mejor que él para acercarnos a las bandas callejeras y a la mafia italiana? Nadie), quiere que nos demos cuenta de que puede explicar, de forma brillante, otro tipo de historias. Historias que, bien mirado, tienen casi siempre -salvo alguna excepción- un punto en común: psicópatas, perdedores, perdidos, familias sin valores, la supervivencia en entornos hostiles... personas, al fin y al cabo, que no acaban de encajar en la sociedad, por mucho que lo intenten.
Así, en Harvey Keitel ha podido encontrar al perfecto "caballero de los bajos fondos": reservado, feliz y sin cuestionar lo que le ha tocado vivir hasta que algo externo hace que se plantee su vida (dos buenos ejemplos serían ¿Quién llama a mi puerta?, 1967, o Malas calles, 1973). En esta última conoció a Robert De Niro, en el que vio a un actor que hablaría perfectamente por él en sus films, pero eso lo trataremos un poco más adelante. En Joe Pesci, el perfecto complemento de De Niro, contrapunto histriónico de su actuación en todos los largometrajes que han realizado juntos (qué decir de Toro Salvaje, 1980, o Uno de los nuestros, 1990). Más curioso es el caso de Daniel Day-Lewis, con el que trabajó en La edad de la inocencia (1993) y Gangs of New York (2002). Pero también es cierto que Day-Lewis ha demostrado, y con creces, que es capaz de hacer cualquier cosa.
En los últimos años nos ha sorprendido con el mejor tándem desde De Niro: el que mantiene con Leonardo Di Caprio. Y lo defendemos por diversas razones:
Obviamente, los años no perdonan, y podríamos pensar que De Niro habría sido un genial Amsterdam Vallon (de hecho, el director tenía en la cabeza Gangs of New York desde hacía veinte años), pero claro, no a lugar. Esta fue la primera colaboración entre actor y director, y es fácil darse cuenta de que en Di Caprio ve ahora a un actor que puede interpretar sin problemas a personajes tan violentos como los que siempre ha querido mostrar en la pantalla, pero que, a su vez, sabe dotarles de una inteligencia y un autocontrol tan creíbles que le posibilita dar vida a gángsters (oficiales o no, véase El Aviador, 2004, o Infiltrados, 2006, para más datos) con conciencia. A diferencia de Robert De Niro, al que más de una vez se le ha acusado de exagerar sus personajes, Di Caprio los controla muy bien, otorgando al director regalos como el Teddy Daniels del thriller psicológico Shutter Island (2010).
Por tanto, Scorsese ya no tiene la necesidad de repetirse continuamente con sus mafiosos (es muy posible que lo hiciese durante mucho tiempo debido a la poca aceptación que habían tenido sus otros films de distinto género), y ha sabido explorar con otros actores la forma de representar fielmente, consciente o inconscientemente, una parte de su propio yo interior, de sus preocupaciones, que siempre ha querido mostrarnos.
En cualquier caso, es irrebatible decir que los mejores films del director, y los mejores papeles del actor, han tenido lugar cuando los astros les han alineado. Y así, llegamos al tema central de este Investigamos: Por qué hay que considerar que las mejores películas de Scorsese son con De Niro... pero no exclusivamente las de mafia.
Un pasado común
Crecieron al sur de Manhattan, a sólo unas manzanas, uno del otro. El futuro director era un niño descendiente de italianos, enfermizo, que se pasaba horas y horas mirando a través de su ventana, viviendo el día a día de su barrio a través de su particular "frame", o en la sala de cine. El futuro actor era un problemático niño de familia italiana "hijo" de Hell's Kitchen. Su madre intentó que estudiase en la High School of Music and Art de Nueva York, que dejó a los trece años y se unió a una banda callejera de Little Italy.
La obsesión de Scorsese por su pasado italiano y la creencia católica en la que le educaron tuvo un cruce perfecto con la innata forma de actuar de Robert De Niro y las historias que quería explicar en la gran pantalla. De hecho, no fue hasta Malas Calles cuando se sintió satisfecho de su trabajo, encontrando su personal línea de dirección, que tanto le caracteriza. En De Niro vio a su perfecto complemento: actor de método, compartía con él su pasión por la improvisación. Además, y debido también a su común forma de trabajar, a los dos les interesaba poder plantear personas y personajes con una fuerte conexión con su "yo interior", explorando la psyque de los protagonistas, descubriendo los lados más oscuros de personas que a priori pueden antojarse, a simple vista, más "normales", pero que las circunstancias o el entorno que les ha tocado vivir ponen de manifiesto sus rasgos o ideas más oscuras. Por todos es conocido el cambio de personajes como el Travis Bickle (Taxi Driver, 1976), taxista que acaba explotando y reviviendo sus peores pesadillas en Vietnam al ver tanta injusticia en su Nueva York natal, o el de Jake la Motta, basado en la biografía del boxeador, que representa fielmente el ascenso y caída de un gran deportista que no es capaz de controlar sus celos y apetito por la violencia extrema fuera del ring (Toro Salvaje, 1980). Los gángsters de Uno de los nuestros (1990) o Casino (1995) no suponen para De Niro un gran reto (que no menor interpretación), debido básicamente, claro, a que lo único que tiene que hacer es dar vida a lo que ya había experimentado en sus propias carnes durante su juventud.
Pero se podría decir que las películas antes citadas son "patrimonio de la humanidad", así que, como nos gusta ser diferentes, vamos a destacar dos de las colaboraciones de las que menos se habla y menos se valora por alejarse de lo que más comúnmente se aprecia de ambos y que, cómo no, para nosotros son las más especiales si cabe, de este grandioso tándem cinematográfico: New York, New York (1977) y El rey de la comedia (1982)
New York, New York o cómo Scorsese lleva al cine su pasión por la música y De Niro aprende a tocar el saxo
Tras Taxi Driver, a Scorsese le abrieron las puertas las grandes productoras, dejándole filmar lo que quisiese. Y lo que le apetecía en aquél momento, no era otra cosa que explicar la tortuosa relación de Jimmy Doyle, un egocéntrico y persuasivo saxofonista, y Francine Evans, una tímida cantante, a través de los años que consiguen superar, juntos o separados, las penurias del anonimato y los inconvenientes del éxito.
El retrato que Robert De Niro le da al saxofonista es quizá uno de sus papeles más sutiles y entrañables: consigue que el tramposo y engreído Jimmy nos caiga simpático, por muchas barbaridades que haga con su propia vida y, sobre todo, con la de su chica. Scorsese habla de emociones, de amores ciegos e imposibles si te das cuenta de que te llevan a la autodestrucción (como gracias a Dios descubre la protagonista). Y, por encima de todo, de los mejores años de un estilo de música que está cayendo en el olvido.
Fragmento de New York, New York
De Niro aprendió a tocar el saxofón, sí. Actor de método, ya hemos dicho. Scorsese les dejó improvisar al máximo (incentivado también por el hecho de que estaban grabando y cambiando el guión a la vez). La película fue un enorme fracaso de taquilla. Tan grande, que Scorsese se hundió, cayendo en la adicción a la cocaína. Pero su caída tuvo un resurgir más que digno: pensando que sería su última película, rodó Toro Salvaje. El blanco y negro limitó su éxito, cierto. Pero le devolvió, y de qué manera, la confianza en sí mismo.
El rey de la comedia, o cómo Scorsese es capaz de ser un gran maestro en múltiples géneros, y no queremos admitirlo
Justo después de Toro Salvaje, Scorsese vuelve a intentar explicar una historia diferente: la de Rupert Pupkin, un patético cómico, obsesionado con ser el mejor de todos, que acaba por secuestrar a su ídolo para que le consiga una audición. Aquí, De Niro retrata a una persona que raya la psicopatía o la ambición extrema, sin dejarnos claro muy bien de qué lado de la estrecha línea se encuentra.
Fragmento de El rey de la comedia
Scorsese decide rodar esta película sobre la obsesión por los famosos y por la fama, y de cómo esta obsesión puede destrozar nuestra vida, llevándonos a acciones impensables. Partiendo incluso de experiencias reales ocurridas a Jerry Lewis (que interpreta al famoso cómico secuestrado), El rey de la comedia se estrenó justo después del atentado a Ronald Reagan por parte de un fanático de Taxi Driver, así que el film se convirtió en claro referente de lo que la sociedad norteamericana estaba viviendo y de los profundos cambios que el país desarrollaba a principios de los ochenta. Se dice que tanto el papel de Jerry como el de Rupert son dos caras de la misma moneda de cómo se sentía en aquél momento el propio Scorsese: por un lado, director consagrado con sus films violentos y ya de culto. Por otro, director novel que quiere experimentar, hacer cosas nuevas, cueste lo que cueste. En cualquier caso, la película es, personalmente, una de las mejores incursiones fuera del género de gángsters del director en aquella época.
¿Qué consigue Scorsese con Robert De Niro?
La conexión que existe entre los dos es, sin duda, una de las relaciones en la gran pantalla más fructíferas que ha podido haber en la historia del cine. De Niro improvisa. Scorsese le deja: todo sea por que el film sea un éxito. Y lo es. Quizá no siempre de taquilla, quizá no siempre valorado... pero hay que reconocerlo: todas y cada una de las películas que han hecho juntos son dignas de admiración. Por la historia, por cómo se cuenta y por cómo se interpreta. Por todo: chapeau.
Fuentes:
1. The Internet Movie Database (www.imdb.com)
2. www.wikipedia.es
3. "Maestros del cine: Martin Scorsese". Thomas Sotinel, 2010
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