De todas las artes, la cinematografía es la que depende completamente de la tecnología. Quizá algunas de las otras manifestaciones no necesariamente deban estar vinculadas a algún aparato o instrumento, pero el cine requiere, por su naturaleza, de objetos mecánicos o -incluso ahora- digitales, tanto para crearse como para reproducirse. El cine es, como menciona Allen en el texto de Pam Cook, "el resultado de una extraordinaria confluencia de disciplinas, tanto en ciencia (química, física, ingeniería, óptica) como en humanidades (escritura, pintura, fotografía, drama)"[i]. Por tal motivo, la cinematografía es un fenómeno cultural e histórico, que ha permeado y cambiado, no sólo la forma de observar y producir arte, sino la vida misma. A cada cambio en la cinematografía han surgido transformaciones en la forma de mirar el mundo, en el comercio, los negocios, las aspiraciones, en el entretenimiento y la información, entre otras cosas.
Este arte que ha surgido como resultado de la investigación científica y tecnológica, también se ha modificado y ha evolucionado por lo mismo. Los experimentos de Edison y los hermanos Lumière surgían de la necesidad de capturar la realidad en imágenes en movimiento. La fotografía, que era lo más cercano a esto, sólo captaba imágenes fijas. Así, tras investigaciones y descubrimientos tan importantes como la "persistencia retiniana" se pudo comenzar a pensar en la posibilidad de "inventar" el movimiento. Surgió, así, una gran cantidad de aparatos que lo emulaban, tal es el caso de: traumatropo, mutascopio, kenamtoscopio, fenakistoscopio, zootropo, praxinoscopio, zoopraxinoscopio, la linterna mágica, hasta llegar al kinetoscopio y al cinematógrafo.
Una vez que el invento comenzó a dar frutos y productos, la necesidad artística, espiritual y humana que venía por añadidura con el aparato, impulsó a los realizadores a prestar cada vez más atención a las historias, para dejar de lado únicamente la parte técnica y la novedad misma de inmortalizar la realidad, y empezar así a enaltecer los significados y a contar con todas las herramientas posibles de la época. En esos años (principios del siglo XX y hasta casi los años 40), el cine y la fotografía en blanco y negro eran las únicas opciones, las cuales fueron aprovechadas lo más posible.
Las peliculas realizadas en esos años fueron determinantes para la creación de un lenguaje audiovisual y para el descubrimiento de todo su potencial. Maestros como Griffith y Méliès comenzaron a explotarlo, seguidos por una infinidad de directores y fotógrafos que han dejado su huella en el mundo del cine (Sergei Einsenstein, Orson Welles, Vincent Minelli, Alfred Hitchcock, etcétera). Sin embargo, dos movimientos han sido parteaguas en la concepción de la luz en el film: el expresionismo alemán y el cine negro.
Ambos movimientos dotaron a la fotografía en blanco y negro de herramientas y posibilidades narrativas, semióticas y artísticas que posiblemente no fueron ni siquiera imaginadas en un principio. Los contraluces, la intensidad, el claroscuro, los contrastes, el brillo, las sombras, todo comenzó a tener un sentido y un significado en el texto. Nada estaba sólo por estar. El director conducía al espectador por cada detalle y lo hacía con maestría, al traducir el color en escalas de grises y características luminosas.
Paulatinamente, se fueron determinando y descubriendo una serie de pautas, parámetros y reglas que se volcaron en la "forma" del cine. Lo más importante era la luz -que resulta básicamente la materia prima del cine. "La luz es la clave de una fotografía cinematográfica creativa. Supuesto un nivel luminoso suficiente para registrar la imagen en la película, es posible manejar la calidad de iluminación con el fin de lograr el ambiente o la atmósfera perseguidos" (Cheshire: 88). Así, todo dependía de la incidencia de la luz, tanto técnica como artísticamente hablando. Incluso la evolución tecnológica estribaba en la mejora de la película o los lentes para el tratamiento y percepción de la luz.
La carencia de color, lejos de ser una limitación para los creadores, fue una puerta abierta a una realidad paralela, a un mundo basado en tonalidades de gris, en donde los valores visuales eran determinados por acentos contundentes de iluminación, por formas específicas creadas para la puesta en escena, por la necesidad de expresar sutilmente sin preocuparse por la exacta similitud con la vida real. El fotógrafo John Garrett dice que "La fotografía en blanco y negro no pretende describir la realidad con exactitud, ni siquiera imitarla. Tampoco es un sustituto del color. Se trata, simplemente, de otra forma de interpretar la realidad, de otra forma de ver" (Garrett: 10) y añade que "trabajar en blanco y negro libera de la obligación de registrar fielmente la realidad y permite recrear nuestra idea de lo que vemos" (Garrett: 7).
Esta característica supeditada a los avances tecnológicos se volvió una cualidad que cambiaría nuestra visión y que permearía el talento de muchos realizadores que aprovecharon esas posibilidades para transmitir lo inimaginable al mundo entero. Sin embargo, aun pese al universo que se creaba día a día, la tecnología no podía parar de caminar, y la búsqueda de esa captura de la realidad, tal como es, siempre estuvo y ha estado presente. Así, la ciencia no se detuvo hasta hallar la manera de reproducir color. Sabían que era posible, porque todo esto son sólo fenómenos físicos y químicos que nos rodean."La luz es una pequeña región del espectro electromagnético susceptible de ser percibida por el ojo; cada una de las diferentes longitudes de onda se percibe como a un color distinto" (Cheshire: 50).
Pese a la novedad que representó el color para el espectador, que acudía emocionado a las salas y teatros, fueron los artistas (directores, fotógrafos, etc.), quienes tardaron más en aceptar la incursión de la nueva tecnología. Representaba empezar de cero algo que ya dominaban y conocían. La técnica, los aparatos, pero sobre todo los significados y la percepción eran completamente diferentes. Allen comenta que hay psicólogos que han descubierto que la mayoría de la gente interpreta activamente las líneas de una composiciones, pero aceptan el color pasivamente. (Allen en Cook: 139). A esto Gianetti agrega que el color tiende a ser un elemento subconciente en el film. Es muy emocional, expresivo y atmosférico, más que intelectual (Gianetti: 25).
Así los realizadores encontraron una nueva forma de transmitir emociones y sensaciones, de producir sentimientos y crear percepciones de forma natural en el espectador; no obstante, eso implicó también preocuparse por detalles que antes no habían considerado. Manejar toda la gama de colores y sus respectivas tonalidades resulta mucho más complejo que la escala de grises. Ademas, la audiencia -como explica Gianetti- percibe inconscientemente todo lo que el color comunica. Aunado a esto, se hace presente el fenómeno de la inminente comparación de la película con la realidad. El color produce y obliga a sentir que lo que se observa es real. Sin embargo, esto también se ha ido modificando poco a poco.
Por otro lado, Gianetti también comenta que el color embellece la imagen, por ello, al principio estaba vinculado sobre todo a los musicales, la magia, la fantasía (no olvidemos El Mago de Oz), pero poco a poco fue modificando su camino y fue ganando aceptación, por su versatilidad, por la novedad y por las infinitas posibilidades, hasta convertirse en la convención que actualmente continúa vigente. Casi todas las producciones, desde hace unos años, son realizadas a color e incluso muchos han sido los avances para perfeccionar su calidad (filtros, luces, película y formatos, entre otros).
Los científicos, los ingenieros y los realizadores siguen en búsqueda de la perfección en la imagen, aun continúan persiguiendo la realidad para mantenerla cautiva en aparatos que la guarden para la posteridad. Sin embargo, el romanticismo, misticismo y calidad que posee el blanco y negro, perdura, no sólo como una conexión con el pasado, sino como una forma intelectual de plasmar la realidad, como el inicio de todo un lenguaje y forma, como la expresión artística que camufla la realidad y la convierte en arte en movimiento.
El cine surge de la entrañas del claroscuro y de un abanico de tonos que fueron, son y serán capaces de transmitir las más profundas emociones humanas, sin la necesidad -siquiera- del uso de la palabra. La vida sigue, y los adelantos técnicos nos proveen ahora de 3D, colores más vívidos, formatos más grandes, alta definición y un sinnúmero de nuevas posibilidades. Pase lo que pase, y pese al vínculo que guarda el cine con la tecnología, nunca dejará éste de ser un arte que utilizará cualquier recurso para expresar su esencia.
Cheshire, David: Manual de Cinematografía. Italia: Dorling Kindersley, 1981.
Cook, Pam: The cinema book, UK: BFI, 2007
Garrett, John: El Arte de la fotografía en blanco y negro. España: Hermann Blume Ediciones, 1991.
Gianetti, Louis: Understanding Film. EUA: Pearson Prentice Hall, 2008.
[i] Cook, Pam: The cinema book. UK: BFI, 2007.
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