Llaves y espejos

My blueberry nights. Wong Kar Wai, Francia - Hong Kong, 2007
por Marina Villelabeitia

Una joven comienza un viaje espiritual en busca de sí misma a través de América para superar una rotura amorosa.

En el camino, enmarcado entre el paisaje urbano de Nueva York y las espectaculares vistas de la legendaria Ruta 66, la joven se encontrará con una serie de enigmáticos personajes que la enriquecerán como persona y desenfocarán su angustia convirtiéndola en espectadora del drama de los otros.

El amor y la búsqueda interior, la desesperación y el arrepentimiento, la vida y la muerte, el deseo y la contención. Un viaje donde los protagonistas se encuentran al borde del precipicio, a punto de saltar o cayendo.


My blueberry nights - cartelLa filmografía de Wong Kar Wai es exquisita en el uso de los recursos visuales y sonoros, destila espacio tiempo por los poros y se construye con materiales y gramáticas netamente cinematográficas.

Si podemos hablar de un género, éste sería el de una película romántica travestida en una especie de road movie del alma que en su deriva aprende, se desprende y vuelve al punto de partida. Tiene también algo de western en el sentido de la búsqueda del lugar en el mundo y el descolocamiento fronterizo de los personajes.

Sin embargo, se pueden rastrear sutiles desplazamientos de sentido en la experiencia del viaje de la protagonista, que a su manera es también espejo metafórico del propio viaje del director (es ésta la primera inmersión de Wong Kar-Wai en el cine estadounidense), y que llevan a leer la obra como una traslación, más no una traducción.

El director realiza un ejercicio de anticlasicismo como perfecto paradigma del postmodernista que es. Viste sus pequeñas historias de una grandilocuencia y un refinamiento en la naturalización de la copia (en el sentido de la apropiación de referentes) que ahoga todo concepto de narración clásica. Los detalles son magnificados, sus pequeños personajes convertidos en cuasi héroes, las historias de amor y desamor cotidianas alcanzan una dimensión de epopeya. Todas alrededor de una barra de bar, santuario que sirve de puente y frontera tras la cual se halla el guardián de las llaves que esconden los secretos olvidados (magnífica la metáfora).

Y tenemos que caer en el Ulises como referencia para contextualizar y enmarcar la ambigüedad del mensaje (nada mejor que comparar con el arquetipo clásico, referente del paradigma occidental de viajero), para encontrar la llave que permita abrir y percibir la transferencia poética y la potencia del símbolo resignificado en la mirada de un chino taiwanés desembarcando en América.

Un Ulises que no es él sino ella, Norah Jones, y una Penélope que no es ella sino él, Jude Law (segunda traslación, o el extrañamiento de género en sentido literal).

Un tejido vital que se teje y se desteje con el aporte de los cantos de sirena: historias cruzadas, encrucijadas y situaciones límite interpretadas por David Strathairn, Rachel Weisz, Natalie Portman, Tim Roth (tercera traslación, o la construcción del yo en la mirada del otro).

Un paisaje (interior, exterior) convertido en atmósfera, intermediado por un cristal (la lente de la cámara?) que le otorga un clima de máxima fragilidad asimilable al espaciotiempo vital de los protagonistas (¿el del director?, ¿el del propio paisaje, entendido como lugar y no lugar, y devenido personaje?), cuya presencia tiñe sentimientos y colorea también la mirada del espectador (cuarta traslación, o el impresionismo posmoderno en la estética del video clip).

Una composición de lugar que también teje capas o layers de distinta densidad material, sensorial y conceptual: redes espaciales topológicas articuladas a una especie de matrix emocional conformada por nodos/nudos/nidos y derroteros, zonas de calma y quietud con remolinos.

fotograma de My blueberry nightsFísicamente eso remite a locaciones: una Nueva York como punto de partida y de llegada, la ruta 66 como línea de escape y de regreso, cauce libre del río existencial que permite navegar una superficie: el territorio americano, mapa/piel sensorial significado como fondo sobre el que dejar registro (quinta traslación, o el punto línea plano de un Mondrian contemporáneo que transmuta puertos costas mares por topografías terrestres y paisajes humanos).

Una composición temporal plena de alegorías, el tiempo del viaje como metáfora del aprendizaje, el movimiento y el desplazamiento como recorrido exterior pero también interior, una cámara con ritmos y velocidades que se acomodan intencionadamente según el dramatismo de las situaciones y la metamorfosis con los contextos (introspección igual lentitud e interiores -ejemplo: el bar-; extroversión igual aceleración y exteriores -ejemplo: la ruta-), un manejo de la continuidad de la historia que la asemeja a una especie de loop (sexta traslación, o la cadencia iterativa de la sociedad postindustrial que todo lo re-cicla, como la naturaleza, en una especie de "ecología de las emociones").

Unos personajes que dibujan con trazos provisorios formas y figuras que describen sus propias trayectorias: carto-grafías emocionales hechas de instantes congelados que requieren del dinamismo simbolizado en el viaje para traccionar decisiones vitales (séptima traslación, o la inestabilidad posmoderna de un situacionismo hecho de itinerarios, encrucijadas y derivas vividas... En El Camino).

En síntesis, azar y elección. Caminos que inscriben huellas, postales que escriben mensajes lanzados al correo como botellas en el mar, cristales que se rompen o se abren como puertas.

Dice una leyenda china que existe un hilo, simultáneamente rojo e invisible, que une a las personas destinadas a encontrarse: aunque se retuerza y se adelgace, nunca se rompe y sigue comunicando experiencias distintas y distantes unidas como una red tejida de coordenadas puestas en un mapa.

Fotograma de My blueberry nightsCoordenadas todas para una reflexión sobre el amor.

Siempre.

Pues tanto en este film de Wong Kar-Wai como en los anteriores hay, invariablemente, irrenunciablemente, obsesivamente una búsqueda del hilo invisible -¿el hilo de Ariadna?- que abreva en la ética y la estética del amor para darle su coloratura y hacerlo, por fin, visible.

Un hilo que une pero a veces se rompe y entonces nos sume en una profunda melancolía.


Ficha técnica:

My blueberry nights
Francia-Hong Kong, 2007

Dirección: Wong Kar Wai
Producción: Wai-Chung Chan, Stéphane Kooshmanian
Guión: Wong Kar Way, Lawrence Block
Fotografía: Darius Khondji
Música: Ry Cooder
Montaje: William Chang
Interpretación: Jude Law, Norah Jones, David Strathairn, Rachel Weisz, Natalie Portman, Tim Roth 

 

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