¿Quién podía llegar a pensar que una película sobre extraterrestres en Johannesburgo podría ser la gran revelación del año? Pues Peter Jackson. El aclamado director de la trilogía de El Señor de los Anillos ha sabido ver el elemento diferenciador que aportaría Neill Blowkamp, guionista y director, apadrinando esta historia sobre... ¿extraterrestres?
District 9 nos presenta la historia de unos extraterrestres que llegaron a la Tierra veinte años atrás, estacionando su nave espacial sobre la ciudad de Johannesburgo. Tras años sin interactuar con la especie humana, ésta decide actuar, invadiendo la nave: se encuentran entonces con millones de extraterrestres indefensos. El gobierno decide entonces trasladarles, hacinados, a un gueto: el Distrito 9. Pero, aún estando allí confinados, los humanos no soportan su comportamiento: roban para comer, provocan accidentes para divertirse... Y esta es la principal excusa para que la MNU, encabezada por Wilko van der Merwe, consiga su objetivo: entrar en el gueto en busca de armas alienígenas. A partir de aquí, se desencadena una serie de acontecimientos que harán replantearse a Wilko si su visión y perjuicios tienen fundamento...
Con esta sinopsis, parece que nos encontramos ante una típica película de ficción extraterrestre. Pero, ¡ah! Quizá no lo sea... ¿nos habla de ficción o de realidad? Porque se nos cae la cara de vergüenza al pensar que claramente podemos sustituir la imagen de los extraterrestres por refugiados. Y, señores... el efecto es devastador... una historia que inicialmente se nos presentaba como puramente palomitera se convierte en un golpe directo a nuestra conciencia: vemos personas que se aprovechan de la situación de los "extraterrestres", autoproclamados líderes que controlan el gueto; humanos que harán todo lo necesario para conseguir sus objetivos, incluso mentir a sus familias y al resto de la población; "extraterrestres" con más humildad y sentido común que los propios humanos... Si a esto le añadimos la acertada elección de presentarnos la historia a modo de documental (incluso se han utilizado imágenes reales), el impacto en el espectador es realmente terrible. Además, la elección de Johannesburgo no es casual: aparte de la calidad visual que aportan sus colores al film, se trata de una ciudad donde la delincuencia callejera es el pan de cada día. Vamos, la elección perfecta.
Es verdad que el formato documental inicial nos deja alucinados, pero el director es consciente de que el efecto sorpresa no tiene efecto perpetuo. Bien. Así que, una vez nos hace darnos cuenta de lo miserables que podemos llegar a ser con los de nuestra misma especie, nos provoca aún más, dándole a la historia otra vuelta de tuerca. ¿Qué pasaría si nos convirtiésemos en uno de ellos? ¿Nos despreciaríamos a nosotros mismos o nos daríamos cuenta de nuestro error? Así, el formato objetivo de visión documental se va dejando poco a poco de lado, para centrarse en las vivencias y sentimientos de Wilko, el gran protagonista del film. Por tanto, pasamos de la cámara en mano que persigue la acción en la calle (y que sirve para involucrar rápidamente al espectador y que sea consciente del problema) y de las imágenes con grano visualizadas a través de otra cámara, a los paisajes de la ciudad, a la cámara que sigue a nuestro protagonista muy de cerca, con primeros planos que dramatizan su situación y que nos arrastran a su infierno interior.
A estas alturas no cabe decir que el guión impresiona por su sencillez y efectividad y, evidentemente, el montaje es digno de premio, gracias a un equilibrio perfecto entre "filosofía" y acción. Los efectos especiales, incuestionables. Y, en cuanto a los protagonistas, destacar el trabajo de Sharlto Copley, que consigue hacernos pasar de pensar que es un palurdo integral a convertirse en villano y, finalmente, en héroe enternecedor. Impresionante.
Si hay que sacarle algún pero a esta arriesgada apuesta, es, sencillamente, que deja de serlo hacia la mitad del metraje. Y es que en esa segunda parte Blowkamp ya no se la juega tanto. Aunque la idea sigue siendo original, y hay que reconocer que durante las dos horas de metraje estamos contínua y absolutamente en tensión, la película parece ya entonces un refrito entre La Mosca, Encuentros en la Tercera fase y ET. La primera, por supuesto, porque de alguna forma se tiene que caracterizar la trasformación de Wilco. Se podría llamar homenaje, sí... pero la escena ante el espejo cuando descubre que se le caen las muelas nos provoca un déja-vu que, desgraciadamente, nos deja mal sabor de boca después de tanta originalidad... La segunda, por la ascensión de la nave del extraterrestre hacia la nodriza. Y ET, claro, porque el director ha conseguido crear unos extraterrestres-guerreros-gamba que acaban siendo simpáticos...
En definitiva, y en cualquier caso, esta salvedad no desmerece en absoluto un film redondo, imprescindible tanto para los amantes del género como para cualquiera que quiera ver reflejada la (hiper)realidad de nuestra especie: el egoísmo extremo que nos está invadiendo... pero que podemos (y deberíamos) saber controlar.
Ficha técnica:
Distrito 9 (District 9)
EUA, 2009
Dirección: Neil Blonkamp
Producción: Peter Jackson, Carolynne Cunnigham
Guión: Neil Blonkamp, Terri Tatchell
Fotografía: Trent Opaloch
Música: Clinton Shorter
Montaje: Julian Clarke
Interpretación: Sharito Copley, David James, Jason Cope