El mundo cada vez está más globalizado, y esto es debido a la vertiginosa velocidad de los medios de comunicación que nos han brindado puentes y enlaces que antes no hubiéramos podido imaginar. Pero además de estos vínculos surgidos por la tecnología, el mundo está cambiando debido al fenómeno social de la migración, que está replanteando la distribución de naciones enteras.
Este movimiento de personas entre países y territorios es una de las razones por las cuales se han ido borrando las fronteras, se han mezclado las culturas y se han estrechado lazos. Lamentablemente, no todo ha sido positivo: el camino para llegar a un libre entendimiento entre las diferencias es -y ha sido- difícil y, en ocasiones, conflictivo. Los seres humanos son adaptables, pero han llegado momentos en donde la identidad se permea y los valores son transgredidos.
Amat Escalante (Sangre) presenta su segundo largometraje que retrata un día en la vida de dos jornaleros (Jesús y Fausto) que están de "mojados" en los Estados Unidos y que día a día tratan de ganar unos cuantos dólares por trabajos forzados con tal de sobrevivir. Sin embargo, un día como cualquier otro, tienen un trabajo "especial" que cambiará sus vidas para siempre.
El director guanajuatense (que fue asistente de dirección de Carlos Reygadas) realiza esta película de corte realista -que incluso raya en el documentalismo, sobre todo en la primera mitad de la cinta- en la que se presentan los personajes en su rutina diaria llena de carencias. En esta parte es posible conocer el tipo de vida que llevan Jesús y Fausto, plagada de necesidades y peligros y al mismo tiempo cargada de monotonía.
El film dará un giro paulatino -hasta desembocar en un inesperado descenlace- a partir de la segunda mitad, en la cual se desvelarán las intenciones de los personajes de cometer un crimen (pagado previamente) y en donde los rasgos más humanos de estos dos hombres saldrán a flote. La necesidad no perdona, y sobrevivir en tierras lejanas es de vida o muerte.
La vida de estos "bastardos" se cruzará con la de una mujer, madre de familia, con un profundo y terrible vacío existencial. Ignorada por su hijo y malatendida por su marido, se refugia en el crack y la autocompasión. Ella sobrevive en una vida desdichada, llena -a su manera- de necesidades, hambre espiritual y soledad.
Tres personas, que quizá en cualquier otra circunstancia nunca habrían tenido por qué encontrarse, forman un punto único de choque intercultural y circunstancial que presenta una situación posible (y por ende terrible), en donde el contexto conduce a un ser humano a actuar y al otro a rendirse ante la miseria. A estos seres los une la desdicha y una inminente necesidad (de comida, de vida, de cariño, de familia, de supervivencia), y con el paso de la película, los irán vinculando otros puntos de enlace: la droga, la desesperación, el sexo o un arma.
Para aderezar mejor esta cinta, Escalante ha optado por utilizar largos planos estáticos, que le dan esta sensación de realismo, y que además contribuyen a la comprensión de la monotonía y sinsabor de la vida de los tres personajes. La falta de sobresaltos y la necesidad de transformaciones se entremezcla con la desesperación de no saber hacia dónde moverse. Se encuentran encerrados y quietos en sus circunstancias y en sus encuadres.
Esto, por supuesto, no demerita el trabajo de fotografía y puesta en escena del director, sino por el contrario, demuestra que puede hacer complejos planos secuencia (como se muestra también en la película), pero que ha preferido mantenerse en la sencillez audiovisual, para lograr darle ese toque realista y áspero, para mantener al público en este sentir de desesperación ante aquello que no aceptamos como real y factible.
Aunado a esto, Escalante ha elegido a dos protagonistas reales (jornaleros en la vida real) llevados desde Guanajuato a Estados Unidos para representar a sus dos personajes. Es esta posibilidad de mostrar a un ser humano en determinada circunstancia la que resulta única en el universo de la película. No se extraña en ningún momento al actor profesional, y por el contrario, se agradece la decisión de contar con la interpretación realista de dos seres humanos que han vivido estas circunstancias.
Definitivamente, el trabajo de Amat es plausible y permite realizar una reflexión no sólo sobre el proceso migratorio, sino también sobre la transformación de la sociedad, del ser humano y de los motivos que conducen a un hombre a cambiar su rumbo. Ésta no es otra película más sobre migración y, aunque está situada en la frontera de México y Estados Unidos, no es privativa de esta región. Los problemas migratorios se dan en todo el mundo, y las transformaciones afectan a todas las sociedades.
La simpleza cinematográfica -pero no por ello sencilla de realizar o simplona- que se logra en Los bastardos, dota a esta cinta de una crudeza incomparable. No es la violencia lo que aturde en la película, sino la realidad que parece casi palpable; entre más simple y real, más difícil de aceptar y más doloroso de ver.
Escalante tiene un largo camino por recorrer y muchas más historias que mostrarnos. Si con estas dos primeras películas ya ha tenido múltiples premios, es de esperarse que se sigan acumulando más palmarés a sus realizaciones. Los bastardos es una película que debe verse para comprenderse, y sobre todo para reflexionar sobre el camino que estamos tomando.
Festival de Cannes 2008. Un certain Regard
Festival de Mar de Plata 2008. Mejor film Iberoamericano.
Festival de Sitges 2008. Premio Nueva Visión.
Ficha técnica:
Los Bastardos, México-Francia-EUA, 2008
Dirección: Amat Escalante
Producción: Amat Escalante, Jaime Romandía
Guión:Amat Escalante, Martín Escalante
Fotografía: Matthew Uhry
Montaje: Ayhan Ergürsel, Amat Escalante
Interpretación: Kenny Johnston, Jesus Moises Rodríguez, Ruben Sosa, Nina Zavarín