Hace ochenta años William Faulkner presentó al mundo una genial road movie literaria, en Mientras agonizo (William Faulkner, 1930) los Bundren tenían que trasladar el cuerpo de la madre fallecida desde el imaginario Yoknapatawpha hasta la ciudad de Jefferson. Si en la novela es el diálogo interno de los protagonistas lo que crea el ritmo narrativo, en la película de Eran Riklis, lo que lo crea es la ausencia. Si al final de la novela de Faulkner sus personajes se van deshumanizando y destruyendo física, moral y psicológicamente, en la película los personajes renacen.
Eran Riklis (La novia siria, 2004, y Los limoneros, 2008) adapta la novela de Abraham B. Jehoshua, junto a su guionista Noah Stollman. A través de una nota en la prensa, una empresa panificadora es acusada de falta de ética y humanidad. Una de sus trabajadoras, Yulia Petracke, ha muerto en la explosión en un mercado de Jerusalén y nadie ha reclamado su cuerpo. La gerente de la empresa encargará al director de recursos humanos (Mark Ivanir) limpiar el nombre de la panificadora, para ello, deberá identificar el cadáver y acompañar el ataúd de vuelta a Rumania. Allí, en el funeral, deberá ser el representante de la empresa.
Partiendo de esta premisa trágica, Riklis introduce en la película temas muy diversos: la deshumanización de las relaciones laborales y la precariedad de las mismas, el terrorismo, el desmembramiento familiar, la incomunicación. Aunque la película aborda muchos temas, éstos son presentados de manera somera. No son protagonistas del relato, pero sí ayudan a acentuar la dimensión humana del mismo. No se pretende indagar en el tema del terrorismo, no es una película política, o en las condiciones laborales de los inmigrantes, no es una película social, sino ver como éstos afectan a la vida diaria de las personas; porque el tema principal que aborda el filme es de los vínculos y/o la ausencia de ellos.
Eran Riklis explota los paisajes rumanos metafóricamente, grandes llanuras infinitas que acentúan la soledad y la introspección, y nos sitúa en tierra de nadie acompañados en la van[1] por personajes que rayan lo surrealista y lo tragicómico. El film se convierte así en una road movie, el género indicado para mostrarnos la evolución interna y psicológica de los personajes, cuyo estado de ánimo queda perfectamente reflejado en la partitura con toques cíngaros de Cyril Morin. Para el director de recursos humanos lo que era un trámite se convierte ahora en una crisis de identidad, un encargo que pasa a ser su única motivación. En este viaje iniciático conoce al hijo de la empleada de origen rumano, un adolescente violento y problemático que al final del trayecto se tornará en un chico dulce y sensible. Y es que en estos periplos homéricos, no importa tanto lo que suceda, cómo quién eres al final, y si has cambiado. Al inicio del viaje, Riklis nos presenta seres deshumanizados y anónimos, sólo la fallecida tiene un nombre, los demás deberán redescubrir quiénes son de su mano.
Al llegar a la aldea donde vive la madre de Yulia, el director lleva con él una bolsa de pan. No es anecdótico que la película se inicie en una panadería, tan simbólico es el pan para el pueblo de Israel que estaría representado así su ancestral papel como "tierra prometida", como tierra de oportunidades, como la esperanza de alcanzar una vida mejor. Si Yulia huyó de su país a Israel, y allí vivió y murió, es allí donde debe descansar. Ésta es la conclusión a la que finalmente llegan la madre y el hijo de la ausente protagonista. De esta manera, lo que podría ser un final de viaje absurdo es la confirmación de que, aunque se viaje en círculos, cuando regresas al lugar de origen ya no eres el mismo.
[1] Van o furgoneta, medio de transporte de pasajeros, o en particular, remolque para caballos.
Trailer: