"As usual, there is a great woman behind every idiot"*
John Lennon
Hacía tiempo que esperábamos un biopic de John Lennon. Leyenda más que persona, Dios de la música más que mundano mortal, alma mater de muchos grupos contemporáneos... y, por encima de todo, genio creador de una de las bandas más influyentes del pop actual.
Pero antes de todo esto, John fue un chico de 16 años, rebelde y descarado de clase media-alta, que vivía con sus tíos tras el supuesto abandono de su madre. Cuando su tío, el único que le comprendía y era menos estricto con él, fallece, la vida con su tía se le hizo insoportable.
Pronto descubrió el cercano paradero de su madre, una mujer inestable, que le recibió con los brazos abiertos y le hizo conocer un nuevo mundo: el rock'n'roll de Elvis Presley. Decidió entonces formar una banda. Primero como un hobby, con compañeros del instituto; luego dejando entrar en su círculo a un niño llamado Paul McCartney, que a su vez le presentó a su amigo George... Llegaron a tocar en salas cada vez más grandes y con un público más interesado, y, de ahí, al estrellato.
Pero, ¿realmente va de esto, el biopic? ¿De la formación de lo que un día llegaría a ser la mejor banda de Liverpool de todos los tiempos? Si hacemos caso al trailer... por supuesto. El problema es: nada más lejos de la realidad.
Y es que el film de Sam Taylor-Wood quiere presentar, rodeando eso sí al joven Lennon de un halo de deidad imposible que obviar, un año verdaderamente clave para el muchacho. El año en que se da cuenta de que es capaz de generar partituras propias, de componer geniales versos si mira a su interior. Un interior atormentado por estar dividido entre el amor/desamor de dos mujeres: la madre que le abandonó y la mujer que le crió, y a la que le debe un respeto inmenso. El año en que pasa de ser un niño malcriado y respondón a un joven agradecido con lo que le han inculcado.
Así que al amante de la música de Lennon, ir a ver Nowhere boy (aka Mi nombre es John Lennon) puede dejarle muy frío o, por el contrario, entusiasmarle. Porque conocer esta parte de la vida del músico ayudará a comprender el por qué de su evolución, pero no el cómo. Y sorprende, gratamente.
La gran baza de esta directora novel es contar con estelares interpretaciones, encabezadas por una Kristin Scott Thomas más que convincente (aunque en algún momento parece exagerar su papel de estricta madrastra, recordando más bien a una señorita Rottenmeier) y un joven Aaron Johnson que nos hace pensar que es, realmente, el joven John Lennon. Por lo demás el film no destaca por nada en concreto. Un metraje correcto para la pequeña historia que quiere contar, una interesante fotografía, sobreexpuesta en gran parte del film, que otorga un halo entre fantástico e irreal (está basado en las memorias de la hermanastra de Lennon, y los recuerdos, ya se sabe, pueden ser más o menos estrictos con la realidad), y una música que recoge fielmente las influencias que pudo tener John Lennon en sus primeros años como músico, desde el "Wild One" de Jerry Lee Lewis hasta el "Shake, Rattle and Roll" de Elvis Prestley, además de recoger algunas de las canciones compuestas por The Quarrymen, el grupo skiffle "pre-Beatles" de Lennon, McCartney y Harrison. Así que, el conjunto global, es más que aceptable.
En definitiva, sabe a poco por decepcionar (no se presenta lo que comercialmente se ha vendido; el trailer confunde, sin lugar a dudas), pero satisface. Al fin y al cabo, John Lennon también fue un niño, y se aprecia que se le presente como tal. Eso sí, confirmamos una de las mejores frases del guión, que da pie al título a la película: "There's nowhere for the geniuses sir, so then I really do belong there"**.
* Traducción: "Como siempre, hay una gran mujer detrás de cada idiota".
** Traducción: "No hay lugar para los genios, señor, así que, entonces, seguramente yo pertenezca a ese lugar".
Trailer: