Una mujer desaparecida. Dos policías. Un manicomio. Una isla. Un huracán... todo esto y más es Sutther Island, thriller psicológico al más puro estilo Hitchcock, en el que Scorsese demuestra lo que ya sabíamos: no hay género que se le resista. Este hombre -junto a Kubrick- es un semidios. Seguro.
1954. Teddy Daniels es un marshall que, junto a su nuevo compañero, se traslada a una remota isla para investigar la inexplicable desaparición de una mujer del psiquiátrico Ashercliffe, único complejo carcelario de la isla en el que se confina a asesinos enfermos mentales, a los que se considera que no van a poder volver a integrarse en la sociedad. Así, rodeado de psicópatas, sin poder salir de la isla, debido al acecho de un huracán y siendo acosados por los médicos, que parecen no querer que se descubra el misterio, pronto se dará cuenta de que la atmósfera asfixiante le hace enfrentarse a sus propios miedos, miedos que le perseguirán hasta perturbarle tanto, que nada será lo que parece.
Basada en la novela homónima de Denis Lehane (del que ya hemos visto en pantalla otras dos muy buenas adaptaciones de su creación, Mystic River -Clint Eastwood, 2003- y Gone, baby, Gone -Ben Affleck, 2007), la adaptación a la gran pantalla sorprende por saber resolver sin apuro los múltiples vaivenes de esta compleja y espiral historia. Y es que, realmente, nada es lo que parece en Shutter Island... un guión cuidado, lleno de matices y excelentes diálogos que revelan poco a poco las sospechas que el espectador acaba confirmando.
Si en El cabo del miedo (1991), Scorsese ya nos demostró que no sólo sabía trasladar a la pantalla a gángsters, con Shutter Island, además, demuestra que el suspense psicológico se le da de maravilla. Con una presentación de los personajes al más puro estilo Hitchcock (su Vértigo -1958- es una referencia clara para el director) y una puesta en escena tan perfecta -y perfeccionada- que podríamos atribuir a Kubrick, se nota que Scorsese ha recuperado a su equipo técnico de confianza y ha hecho lo que sabe hacer: CINE en mayúsculas. No esperábamos menos de un director que tiene en su haber clásicos de géneros tan dispares como Malas Calles (1973, su primera colaboración con Robert De Niro), la por supuesto - y con razón - de culto Taxi Driver (1976), mis dos grandes debilidades New York, New York (1977) y Toro salvaje (1980) o incluso El color del dinero (1986) y la adelantada a su tiempo La última tentación de Cristo (1988). Un prolífico director (además de guionista, productor e incluso actor) que, pese a algún que otro altibajo (La edad de la inocencia - 1993 - o El aviador - 2004), se atreve con todo y sale victorioso, como es el caso de esta que nos ocupa, Shutter Island.
La angustia del lugar, la desesperación del protagonista y su "laberinto mental" (sobradamente bien representado en su guión, proporcionándonos pequeñas pistas a lo largo de todo el metraje -una frase o una imagen que se repite, pequeñas incoherencias, que a medida que avanza el film se antojan muy coherentes) contagia al espectador, que se ve inmerso en una historia que parece lo que no es: con un intrigante inicio, un desarrollo lleno de incertidumbre y, finalmente, un desenlace de chapeau. El gran acierto del film viene dado gracias a una localización asfixiante (oscuros pabellones, bosques frondosos, peligrosos acantilados... y la incesante lluvia, el huracanado viento) y una banda sonora basada en cortos y contundentes sonidos metálicos, estridentes, que hielan literalmente la sangre (aunque en algunos momentos dé la sensación de que lo que hace es interrumpir el clímax creado en una escena... a mí en concreto me pasó al final...). Si a esto le sumamos las espléndidas interpretaciones de Ben Kingsley (que interpreta al Dr. Cawley, experto en su campo, convencido de que sus pacientes no son casos perdidos y que antes de lobotomizarles tienen derecho a un tratamiento digno) y, sobre todo, la de Max von Sydow (el astuto Dr. Naehring), cuyos "duelos interpretativos" junto a Di Caprio son de lo mejor del film, nos damos cuenta de que Sutther Island está cuidada hasta el mínimo detalle.
Tras tanto halago, únicamente nos queda decir que nos encontramos ante una película casi redonda. Sí, casi. No, no es una contradicción a todo lo expuesto anteriormente. Aunque no son razones que hagan cambiar la balanza, sí es cierto que, fundamentalmente, podamos destacar tres elementos que desmerecen el sobresaliente resultado...
El primero, que DiCaprio no acaba de estar a la altura. Y es una pena, porque si en algo se apoya todo el film es en su personaje, Teddy Daniels. No nos tiene acostumbrados a esa falta de profundidad en el personaje, que se acaba traduciendo en que no nos identifiquemos con él desde un inicio y, por ende, que hasta bien entrada la película, nos limitemos a ser meros observadores de lo que está pasando. Obviamente, y sobre todo durante la parte central del metraje - en el que se nos muestran las paranoias del cada vez menos cuerdo policía - éste no es el objetivo. Recordamos, entonces, otros papeles de este aún joven actor que nos hicieron confiar en él y en su potencial: nos sorprendió en A quién ama Gilbert Grape (Lasse Hallström, 1993) con su interpretación de adolescente retrasado, nos convenció en Gangs of New York (2002) o Infiltrados (2006), del mismo Scorsese... aquí en Sutther Island vemos que falta un poco más de sentimiento, de emociones que nos peguen a la silla... qué lástima, sabemos que lo puede hacer. No obstante, se entiende la fijación que Scorsese tiene ahora con el ya nominado tres veces a los Oscars, como ya hace años la tuvo con De Niro.
El segundo, un Mark Ruffalo que, si ya nunca ha sido santo de mi devoción (sólo le salvo en A ciegas - Fernando Meirelles, 2008, y nunca perdonaré a David Fincher por escogerle para Zodiac - 2007), no llega a dar la talla para la réplica a un DiCaprio de por sí ya un poco desinflado. Afortunadamente, el peso de este personaje no es de vital importancia en la trama, así que dentro de lo malo, no molesta en absoluto. El tercero y último, es que el argumento (y sin hacer desmerecidas comparaciones, porque la calidad final no tiene nada que ver) recuerda demasiado a Identity (James Mangold, 2003).
En cualquier caso, estos tres "peros" no hacen ni mucho menos que Shutter Island deba considerarse como -aunque siempre buena- una "obra menor" de Scorsese. Es evidente que no es Taxi Driver (1980) ni Uno de los nuestros (1990), pero no se queda atrás. Un muy buen film (que, sin lugar a dudas, valoraremos más con un segundo visionado.) de un muy buen director. El resultado, entonces, no podía ser menor y, por supuesto, no lo es.
Festival Internacional de Berlín, 2010.
Ficha técnica:
Shutter Island, EUA, 2010
Dirección: Martin Scorsese
Guión: Laeta Kalogridis, de la novela de Dennis Lehane.
Fotografía: Robert Richardson
Música: Robbie Robertson
Montaje: Thelma Schoonmaker
Interpretación: Leonardo DiCaprio, Mark Ruffalo, Ben Kingsley, Emily Mortimer, Michelle Williams, Patricia Clarkson, Max von Sydow, Jackie Earle Haley, Elias Koteas, John Carroll Lynch, Ted Levine, Christopher Denham.