Una mujer colombiana ocupó las primeras páginas de los periódicos del mundo por allá en 1958 cuando Luz Marina Zuluaga ganó el concurso de Miss Universo. Desde esa época, muchos en el país sueñan con que la bella mujer colombiana que concursa cada año repita esos momentos espectaculares. Por ahora deben contentarse apenas con una "colombiana" que recorre las pantallas del cine mundial, contribuyendo desafortunadamente a la mala imagen del sufrido país, puesto que el ágil y bello personaje es una asesina de marca mayor, capaz de despachar a más de veinte peligrosos sujetos sin ser atrapada, sin que se sepa su nombre ni su origen, a pesar de que deja su huella en las escenas de los crímenes, una orquídea colombiana, la flor nacional, que se llama como ella, catleya o Cataleya.
Colombiana tiene un comienzo creativo y sorprendente: una niña de cara dulce, tono de voz suave y ojos ensoñadores, que acaba de atestiguar la muerte de sus padres, escapa con habilidad pasmosa de los asesinos descolgándose por las empinadas calles de un barrio colombiano en escenas de persecución que atrapan al espectador, no sin antes señalar el tono esencial de la película: nace una mujer decidida que atrapará al asesino, cueste lo que cueste.
Luego la historia se traslada a Estados Unidos, una ruta de escape, una alternativa para muchos colombianos disciplinados y trabajadores, que emigran en busca de mejores oportunidades y de otros que aprovechan el insaciable apetito americano por la cocaína, para convertirse en "mulas" o traficantes. Allí la niña colombiana se vuelve mujer, personificada por Zoe Saldaña. Mujer enigmática, atlética, a la vez fría y sentimental, personaje que recuerda la gama completa de mujeres heroínas del cine: La mujer maravilla, Angelina Jolie de Lara Croft, Nikita, Million dollar baby, Cameron Díaz de Los ángeles de Charlie, Halle Berry de Catwoman y Uma Thurman de Kill Bill. En este sentido, salvo por su origen "latino-colombiano" y del uso de la flor, como su marca personal, Cataleya no logra desarrollarse como un personaje propio, adolece del intento de asemejarse a una mezcla comercial de personajes femeninos como los mencionados.
El personaje hace gala de una capacidad atlética y de una fuerza fuera de proporciones con su aspecto delgado y delicado. Su inteligencia es mucho mayor que la de los ineptos hombres que la persiguen o que la de los asesinos objeto de sus venganzas. Inteligencia violenta, determinación sin límites, capacidad escurridiza para huir del peligro desde la niñez misma, sentido artístico que le permite adornarse al momento de matar. Se trata de una curiosa mezcla de atributos. Pero no hay que extrañarse, se trata del cine, en un género hecho sin mayores pretensiones, para entretener al espectador con escenas improbables, para atrapar su atención, para que se asocie con situaciones o para que las rechace. En esta forma puede vivir fantasías o, si lo desea, reflexionar sobre las terribles consecuencias sobre sus vidas futuras, que podrían tener los eventos a que está sometida la niñez en un país violento. Algunos de estos extremismos en algo simbolizan la compleja mezcla nacional de ternura y violencia.
Es interesante el simbolismo encerrado en el concepto de la flor catleya, y del nombre la protagonista Cataleya Restrepo. Restrepo es un apellido de fama actual en el cine, a la vez un símbolo de los habitantes de Antioquia y Medellín, los paisas, gente atrevida, negociantes, emprendedores y dicharacheros, extendidos por el mundo, sin fronteras. Por otra parte, Colombia es mucho más que violencia y drogas y que mafias y carteles criminales. Es la tierra de la diversidad natural, el país de las flores, que se extiende por el mundo con mensajes de amor florecidos en los días del amor y de Valentine. Es la tierra de las orquídeas y de los pájaros. Sus gentes han soportado las violencias de izquierda y de derecha por los años de los años, sin que se pierda el entusiasmo y el optimismo, quizás por virtud de sus mujeres, que como dice una canción popular, son como las flores y han sabido impartir sabiduría y mesura en medio del machismo violento y guerrero.
Corresponde ahora al cine colombiano superar los clichés imperantes en el cine internacional sobre Colombia. Proponer temas novedosos que se escapen de la repetición de escenas violentas y exploren mejor los profundos sentidos del alma nacional, rica en música, en danza, en belleza, en creatividad, en ternura, en solidaridad, en valores. Podrá así el mundo conocer en verdad a las colombianas.
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