El humor norteamericano se ha visto transformado y consagrado últimamente con películas como Resacón en Las Vegas (The Hangover) y su secuela (Resacón 2 ¡Ahora en Tailandia!) en donde los chistes ya no son lo único que se requiere para hacer una película de humor sino que también se hace alusión a la trágica y a veces desventurada vida que llevan algunas personas en este mundo (sobre todo en Estados Unidos, según se ve en las películas), lo que deviene en una cinta un poco más dramática que adereza de forma agridulce al espectador.
Si bien la comedia de pastelazo aún nos hace reír, tal vez en la actualidad necesitamos una bofetada con guante blanco para darnos cuenta de que algunas cosas suceden a nuestro alrededor y no nos percatamos de ellas, ejemplo de esto: tener un mejor trabajo, buscar la felicidad, trabajar en equipo, apoyar siempre a los amigos, descubrir el tipo de vida familiar que llevas, entre otras situaciones.
Horrible Bosses es una comedia que despunta a ratos momentos de tensión, suspenso, acción, aventura y drama por todo lo que circunda a la trama principal. En esta película, tres amigos (todos hombres, como en Resacón en Las Vegas o en Hall Pass) se dan cuenta de que sus respectivos jefes son lo único que hace su vida absolutamente y completamente miserable. Ergo, hay que matar al jefe.
Ahora, el susodicho personaje maléfico no es un simple jefe, es la hipérbole de las peores pesadillas de un superior -que seguramente hay más de uno por ahí- condensadas y empaquetadas en un mismo ser, representado además por una muy atinada selección de actores. Al final, son estos personajes -y no los principales- lo que le da más fuerza a la cinta de Gordon.
En primer lugar, un mediocre, grotesco y desaliñado Colin Farrell (Bobby) que hace del hijo del dueño de una empresa, que realmente no tiene ganas de dirigirla, pero en cambio quiere explotarla para satisfacer sus más profundos placeres. Le sigue una singular y por primera vez muy diferente Jennifer Aniston, que lejos de ser una chica de moda y especial, es una ninfómana que acosa sexualmente a su asistente dental. Remata la tercia un -como siempre- magnífico Kevin Spacey, psicópata, capaz de hacer sufrir a todos sus empleados sólo porque disfruta hacerlo.
Por supuesto, cuando la vida te conduce de verdad a querer llevar a la práctica aquello que sólo pensamos o imaginamos en las charlas bohemias, es un indicio claro de que algo ya está lo suficientemente mal. Ser un workaholic o una víctima atada de manos resultan condiciones que dañan el espíritu y nos limitan las posibilidades y alternativas de acción. Cuando perdemos el control de nuestra vida a causa de una tercera persona, es cuando estamos más desesperados.
De todo esto trata Quiero matar a mi jefe. Aunque parece una simple historia de tres amigos que no tienen nada mejor que hacer que intentar asesinar a sus tres más temidos "enemigos", en realidad es una manera sutil de mostrar el mundo alienado en el que vivimos, en el que el estrés nos ciega, y cómo a veces sólo los amigos nos ayudan a salir adelante de nuestros más profundos temores y obstáculos.
Si bien los amigos se han representado en diversas películas que demuestran los lazos creados con el tiempo y el amor, últimamente en este estilo de comedias, son los grupos de amigos (todos varones) los que van moviendo una gran cantidad de distintas historias que han llenado las carteleras en estos últimos años. Tal es el caso de Pineapple Express (David Gordon Green, 2008), Grown Ups (Dennis Dugan, 2010) o Hot Tub (Steve Pink, 2010). Así, la amistad es un tema constante y trascendental en la historia, pero se acompaña de otros temas mucho más complejos que se desarrollan a la par de los personajes, proveyéndoles de diversas dimensiones y afianzando sus lazos de cariño.
En este caso, la insatisfacción de la vida profesional, así como los problemas personales se ven manifestados en los tres personajes, en sus particulares universos: uno que siempre ha querido progresar, otro que sólo desea tener un matrimonio estable, y otro con una vida sexual frustrada y un trabajo que solía llenarlo de regocijo (una pelicula más de Jason Sudeikis con papeles de depravado de clóset), todos ellos juntos, con sus incipientes habilidades, y su necesidad de cambiar sus vidas a los casi cuarenta años, nos proveen de noventa minutos de golpes en la cabeza y reflexiones, entre risa y frustración.
Estos tres amigos, que son como hermanos, se respetan, toleran y aprecian, tal como son, y estarán uno para el otro, cuales mosqueteros, para dar una lección de vida al espectador, no sólo sobre el valor de la amistad, sino también sobre qué hacer y qué no hacer para no perder la vida en el intento.
Horrible Bosses, como muchas otras películas del mismo corte, no es trascendental cinematográficamente, pero ofrece una perspectiva de la vida que a más de uno en la sala de cine habrá hecho reflexionar sobre su propia vida, y que además llena de un rato agradable alguna tarde o fin de semana.
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