Luces, cámara... gafas y palomitas: el pasado 18 de diciembre llegó el esperadísimo estreno mundial del 2009: Avatar, de James Cameron. Esperado porque desde la taquillera Titanic (1997), el visionario director no había dirigido ningún largometraje, aludiendo a que se estaba reservando para poder completar en las mejores condiciones una idea que le rondaba desde hacía más de quince años...
Y es que ya entonces se dio cuenta de que con la tecnología del momento no iba a poder explicar la historia que quería. Así que, durante todos estos años, ha trabajado con los mejores técnicos para desarrollar un software (ahora de su propiedad) que permitiese reconocer a tiempo real las facciones y movimientos de los actores reales y transformarlos en virtuales. El resultado es sorprendente: son fácilmente reconocibles, bajo la apariencia avatar, los rasgos de Sigourney Weaver (que interpreta a la Dra. Grace) o de Sam Worthington (el marine con conciencia Jake Sully). Hay que verla para darse cuenta que ha dejado atrás maravillas como el Gollum de El señor de los anillos (Peter Jackson, 2003), llegando a un nivel de perfección que deja realmente atónito. Si a esto le sumamos la posibilidad de verla en 3D... el espectáculo está servido.
Pero, dejando a un lado tanta tecnología... ¿Qué es Avatar?
Año 2154. Jake Sully es un marine paralítico que acepta llevar a cabo el trabajo iniciado por su hermano gemelo, un experimentado científico que, desgraciadamente, murió durante un atraco: conducir el avatar, un cuerpo creado con ADN alienígena y humano, gobernando su mente gracias a avanzada tecnología por el planeta Pandora, con el fin de ser aceptado dentro de la tribu de los Na'vi y recoger información y muestras de las distintas especies del planeta. Pero, claro, esta es la misión científica. La militar es muy diferente: apartar del territorio a los Na'vi, de la forma que sea necesaria, para poder extraer el mineral que en la Tierra resolverá el problema energético actual. Sully es recibido en la tribu como uno más al considerarlo una señal de su gran Diosa (básicamente la Madre Tierra), enseñándole sus costumbres, su religión, sus creencias. Así, el cumplimiento de misión principal se ve teñida por sus sentimientos hacia ese mundo en el que puede correr, volar, enamorarse... sentir. Y ya no querrá ser Jake Sully. Querrá ser uno de ellos.
¡Ah, entonces! Tras tanta tecnología, resulta que Cameron nos está sermoneando. Nos está mostrando una historia sobre la ecología, sobre el origen de la vida, sobre el egoísmo de una humanidad que quiere imponer la fuerza, colonizando todo lo que tiene algo de provecho; en definitiva, sobre lo errados que vamos si seguimos así... todo envuelto en un producto comercial a caballo entre el relato clásico de un western donde aparecen los buenos/Na'vi y los malos/humanos, el Bailando con lobos de Kevin Costner de 1990 (¿acaso no tenemos un claro paralelismo entre los descubrimientos de Sully y John Dunbar? Llámalos Na'vi, llámalos indios-americanos), y Matrix (Sully se introduce en un mundo virtual -con un sistema que nos recuerda mucho al de este film, la verdad- donde no es él mismo, sino que tiene habilidades que le hacen más poderoso).
Y es que tenemos a un hombre que reniega de lo que es (incluso en una de las escenas finales el Coronel de los marines -el malo malísimo- se lo dice directamente). Una raza que cree por encima de todo en la Energía que nos proporciona la naturaleza y que es consciente de que debe agradecerle a la madre Tierra. Otra raza que superpone sus intereses sin averiguar antes si lo existente es mejor que lo que ya sabe... No es de extrañar que Pandora sea el nombre elegido por Cameron para su particular mundo: Pandora fue la primera mujer, hecha a imagen de los dioses, creada para enamorar a Prometeo, que había robado el fuego y que era poseedora de la vasija/caja entregada por Zeus que contenía todos los bienes y males del universo. Pero en el mito de la caja de Pandora, la Esperanza es lo único que queda sin liberar y, en este caso, Cameron sí nos la entrega... aunque no precisamente a los hombres.
Quizá al director de obras tan emblemáticas dentro del género como Terminator (1984, 1991), Aliens (1986) o The Abyss (1989) se le haya ido la mano con tanta espiritualidad, pero hay que agradecerle que haya creado el mundo de Pandora. Un mundo que, ante todo, es un regalo para los ojos. No por el efecto 3D (reconozco que, al menos para mí, el efecto se diluye a los pocos minutos), sino por sus paisajes imposibles, llenos de colorido y luminosidad... lo mejor del film. Paisajes que nos sumergen en un mundo distinto, mágico, que todos querríamos visitar y conocer (aunque también habría que preguntarle al director, ¿por qué los animales de Pandora son tan siniestros? Si en Pandora todo es armonía ¿qué es lo que se esconde tras estas especies?... ¿es que todo animal es, por definición, malo -al igual que lo son los hombres- para la Naturaleza?). En definitiva, una explosión de imaginación que hace del planeta alienígena una sucesión de postales, a cuál más sorprendente, y que no aburren ni un instante aun pensando en los 202 minutos que dura el film.
Dejando a un lado la obvia maestría tecnológica (que, sin duda, va a aportar al film una lluvia de premios), la historia de Avatar no es nueva, como ya hemos dicho. Quizá lo peor sea lo previsible que llega a ser (porque se sabe exactamente cómo va a acabar), cosa que desmerece bastante. No obstante, al igual que en su momento lo fue Titanic, es una historia eterna que, en este caso, además tiene un final feliz. ¿Qué más puede pedir todo amante palomitero?
En cuanto a su banda sonora, impecable como cualquiera de James Horner (a mí me tiene enamorada desde que escuché la BSO de Las Cuatro Plumas -Shekhar Kapur, 2002), pero con un agrio y continuo recuerdo a la también suya Titanic... Finalmente, destacar el trabajo de Sam Worthington, que ya descubrimos en Terminator Salvation (McG, 2009) y que, sin duda, va a dar mucho que hablar a partir de ahora.
¿Es entonces Avatar, como muchos auguran, la mejor película del año? Hombre, no. Sin ir más lejos, y con un presupuesto muchísimo más limitado, District 9 (Neill Blomkamp, 2009) supuso una verdadera sorpresa dentro de la ciencia ficción y con un mensaje moralista mucho más incisivo que el de Avatar. Sin embargo, seguro que el film de Cameron será mucho más recordado.
Ficha técnica:
Avatar, EUA, 2009
Dirección: James Cameron
Producción: John Landau, James Cameron
Guión: James Cameron
Fotografía: Mauro Fiore
Música: James Horner
Montaje: John Refoua
Interpretación: Sam Worthington, Zoe Saldana, Sigourney Weaver