El ser humano existe para amar; y la mujer, sobre todo, vive uno de los más grandes actos de amor, al tener la capacidad de concebir y procrear. Lamentablemente, algunas mujeres no tienen esta posibilidad, mientras que hay otras que, por su realidad social-familiar-etcétera, tampoco se encuentran en la disposición anímica de entregarse.
Todos estos casos son retratados en la nueva película del director colombiano -hijo de Gabriel García Márquez- Rodrigo García (Nueve vidas, Revolución). El tema de la cinta es la adopción, que podría bien ser una excusa para presentar algo aún más profundo: las relaciones y los ciclos entre madres e hijas, las decisiones que tomamos en la vida, la forma en la que afrontamos aquello que elegimos y las oportunidades que nos damos para ser felices.
A través de las poderosas imágenes que parecen extraídas de un álbum familiar, García nos va introduciendo en el mundo de los tres personajes principales: Karen (Annette Bening), Elizabeth (Naomi Watts) y Lucy (Kerry Washington), cuyas existencias están mucho más unidas de lo que se imaginan. La historia narra la vida de Karen, una mujer solitaria y amargada, que se desprendió de su bebé cuando lo dio a luz a los 14 años. Elizabeth, una exitosa y recia abogada, que parece no tener escrúpulos y que ha sido criada por la dureza del mundo. Y por último, Lucy, una mujer que no puede engendrar y desea, con todas sus fuerzas, adoptar.
Si bien podría parecer una película más de telarañas conectadas, en realidad llega mucho más allá, transmitiendo a cada instante la incertidumbre, pasión y encrucijadas que toda mujer vive -en su vida diaria- cuando ha llegado su momento de tomar decisiones importantes, tales como la concepción misma.
Las reflexiones plasmadas en la cinta de García son una muestra audiovisual de lo que gira en torno a la forma en la que una mujer decide abrir su corazón para darle paso a la maternidad. Sin embargo, al mismo tiempo, una mujer debe lidiar con un cúmulo de otras situaciones: su vida de pareja, su familia, el trabajo, la presión social, sus propios deseos, anhelos y sueños, su pasado, su presente y su futuro.
Cada mujer en la vida real y en la película, representa al menos a una hija, y quizá a una madre, a una esposa, a una compañera, a una amiga, a una abuela. Así, la vida es un ciclo que se repetirá cuantas veces sea necesario para seguir manteniendo el movimiento del día a día. Todas esas mujeres tendrán varios roles, muchas veces por error, otras por elección, otras por destino.
El reparto de Mother & Child no sólo es de primer nivel con respecto a los nombres, sino a las actuaciones de cada uno de sus protagonistas. Por un lado Samuel L. Jackson en un papel secundario, diferente a lo habitual, y muy contenido, pero elemental para el desarrollo del personaje que lleva consigo Watts. Mientras que Jimmy Smiths se vuelve la luz en la vida de Bening, provocando una inmediata empatía con la audiencia.
Las tres mujeres tienen una versión de la historia, y se mezclarán con otras tantas que aparecerán a lo largo de la película: la monja, la niña embarazada, la madre, la esposa, entre tantas otras. Tanto Karen como Elizabeth muestran a mujeres fuertes, que han sido impactadas por su pasado, y que con ello van delineando su vida, mujeres unidas por situaciones ajenas, que las harán ir encontrando su propio destino. Por otro lado, Lucy tiene un presente estable, pero lamentable, y está anhelante de un futuro diferente.
La cuestión del tiempo es otro de los temas que se retrata en la cinta. Vivir del pasado limita la vida y produce sufrimiento. Cuando se piensa en el futuro, el presente dejará de lucir tan abrumador y permitirá ceder el paso a la posibilidad de disfrutar el día a día. El pasado no debe importarnos tanto, porque sólo así será posible empezar de nuevo y seguir adelante frente a cualquier adversidad.
Naomi Watts ha hecho un papel desconcertante, de una fuerza, que al principio se disfraza de hostilidad y hermetismo, pero que con el paso del tiempo se convertirá en fortaleza interior y pasión por la vida. Su contraparte (Bening), por el contrario, pareciera que es un ejemplo de inestabilidad y amargura, hasta que se "reagrupa" y puede continuar su camino, aun cuando en su vida parece que sólo ha tomado malas decisiones.
Por último, el amor se ve desarrollado por cada poro de la cinta, amor filial, romántico, pero sobre todo maternal, que demuestra hasta dónde es capaz de llegar una mujer por amor hacia un hijo, sin importar si los vínculos con éste son sanguíneos; la sincera exposición de los sentimientos de una persona y la convicción misma de saber que es el momento de amar a aquellos seres que hemos decidido querer, son lo más importante para algunas mujeres. No importa si los vínculos no son sellados con sangre y dolor, el amor de una madre sobrepasa las fronteras del tiempo, el espacio y la forma.
Para muchas, ser madre es un milagro, una profunda dicha y una aventura diaria que conlleva sacrificios. Rodrigo García sintetiza todo esto en una película conmovedora que muestra diversas realidades con un mismo trasfondo. Definitivamente algo para ver y disfrutar.
Festival de San Sebastián 2009. Sección Oficial.
Festival de Sundance 2010. Spotlight
Ficha técnica:
Madres & hijas (Mother & Child), EUA-España, 2009
Dirección: Rodrigo García
Producción: Lisa María Falcone, Julie Lynn, Alejandro González Iñárritu
Guión: Rodrigo García
Fotografía: Xavier Pérez Grobet
Montaje: Steven Weisberg
Música: Ed Shearmur
Interpretación: Naomi Watts, Samuel L. Jackson, Annette Bening, Kerry Washington, Jimmy Smiths
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