Tras En Tierra Hostil (Kathryn Bigelow, 2009), y más, después de los seis Oscars que consiguió recientemente, todo film sobre guerra va a ser irremediablemente comparado con ella. La frescura de su planteamiento (alejándonos de las grandes batallas, pero introduciéndonos en la vida de un grupo de artificieros que día a día se exponen a la muerte), la crudeza - por otro lado indispensable- de su presentación, la tensión que nos transmite... todo ello, qué lástima, nos falta en Brothers - Hermanos. Y es que quién iba a decir que una producción que apuesta por actores de la nueva generación de la talla de Natalie Portman, Tobey Maguire o Jake Gyllenhaal pero que, sobre todo, se trata de la adaptación Brode, film que cosechó hasta trece premios en diversos festivales en 2005 y fue dirigida por la aclamada Susanne Bier (Things we lost in the Fire, 2007), nos iba a dejar algo (bastante) indiferentes...
El argumento es simple: Sam Chaill es un marine que cae prisionero de los talibanes durante una misión en Afganistán. Su familia, que le cree muerto, intenta rehacer su vida lo mejor y más rápido posible. El apoyo del hermano de Sam, Tommy, hasta ahora un bala perdida al que la nueva responsabilidad parece que le ha hecho sentar cabeza, será uno de los pilares de la recuperación. La vuelta del ex-prisionero de guerra, demacrado, distante y sobre todo desconfiado de la relación entre su mujer y su propio hermano, será el desencadenante de sentimientos encontrados. Pero, cómo no, siempre hay esperanza.
Como es fácil comprobar, tras la lectura de la sinopsis básica, los temas que Brothers - Hermanos trata no son nuevos: por un lado se nos intenta trasmitir el horror de la guerra y el trastorno que ésta puede llegar a suponer, desde el punto de vista de un marine experimentado que, aun habiendo sido entrenado durante casi toda su vida para sobrevivir al combate, nunca hubiese imaginado de lo que sería capaz de hacer, realmente, para sobrevivir. Por otro, vemos cómo se instala la quietud en una familia, hasta el momento feliz, cuando uno de sus integrantes falta y es imposible olvidarle. Además, tenemos también una pequeña reflexión sobre lo duras que pueden ser las relaciones entre padres e hijos, sobre todo cuando uno de ellos es considerado el mejor de todos, y cómo éstas condicionan la unión de los hermanos. Se nos muestran, de pasada, las consecuencias que marcan una relación cuando hay guerra de por medio (el padre era un borracho que "descargaba" en su mujer e hijos, la hija mayor de Sam - sin lugar a dudas lo mejor de la película - representa el sufrimiento reprimido de ese hijo que se da cuenta de que todo no es tan bonito y fácil como intentan venderle sus padres, que se da cuenta de que algo no va bien y lo transforma en inadaptación dentro de su entorno familiar. Y es que tanto cambio, tanta tensión reprimida, endurece el carácter de un niño de diez años).
Con tanto tema interesante... ¿por qué no nos atrapa?
Quizá sea porque a nosotros el vínculo hombre-ejército nos queda un poco lejos, a diferencia de lo que podemos encontrar en la cultura estadounidense, o quizá sobre todo, porque se pasa de puntillas por todos los temas que se han querido abarcar, el resultado final es que Brothers - Hermanos se queda a mitad de camino. No se explora la profundidad de los personajes ni se adentra en la compleja historia que pueden suponer, por ejemplo, los celos infundados. Tampoco da tiempo a analizar el fondo del mensaje que se nos quiere transmitir: si el problema viene dado por vida que han escogido llevar, dedicada al ejército (cosa que Tommy supo abandonar desde un inicio... pero entonces resulta que no es un héroe) o si, por el contrario, se nos intenta hacer una crítica más global a todo el sistema americano, a lo de llevar a soldados a guerras "que no son la suya" -como se repite varias veces en el film- o lo de alimentar que los veteranos de guerra son grandes héroes, no importa lo que después hagan puertas adentro. No es un tema tanto de tiempo de metraje, sino de querer poner encima de la mesa todos los temas que se pueden relacionar, pero sin saber después hacia dónde marcar el camino. De nuevo, esto no nos lo esperábamos del director de Mi pie izquierdo (1989) o En el nombre del padre (1993), Jim Sheridan.
Si a esto le sumamos que la puesta en escena no es nada impactante (y debería serlo, al menos en las escenas que simulan los paisajes de Afganistán -México en realidad- y las terribles condiciones en las que deben vivir los prisioneros) y ni tan siquiera acaba de gustar la canción que U2 ha escrito especialmente para la ocasión ("Winter", suena igual que cualquier otra de los últimos álbumes... pero esto es otra historia). Así, estamos ante un film cargado de buenas intenciones, que no deja que nos quitemos de la cabeza que Sheridan ha cumplido con el encargo... pero poco más.
No obstante, romperemos una lanza a favor de dos actores que sí consiguen atraer nuestra atención, gracias a un magnífico trabajo que no deja indiferente. El primero, un Tobey Maguire que sigue sorprendiendo porque, aun con esa cara de buen niño que tiene, supera con nota todos los personajes que interpreta, desde el amigable Homer de Las normas de la casa de la sidra (John Irving, 1999) hasta el gran superhéroe Spiderman (Sam Raimi, 2002, 2004, 2007), pasando por mi preferido, el David de la por muchos desconocida Pleasantville (Gary Ross, 1998). La transformación de carácter que sufre su personaje está impregnada de realismo y es absolutamente sobrecogedora (culminando con el ataque de ira que sufre en la cocina de su casa, que puede considerarse la mejor escena de todo el film). La segunda, como ya apunté antes, es la pequeña de diez años Bailee Madison. La escena en la que grita a su padre que ojalá no hubiese vuelto, que estarían mejor con el tío Tommy te deja clavado a la silla.
¿Y qué pasa con Portman o el ahora tan aclamado Gyllenhaal? Pues que son verdaderos secundarios. No es que no interpreten bien, es que pasan totalmente inadvertidos. Es una lástima desperdiciar las dotes que Natalie Portman podía aportar al personaje de una mujer que, aunque pueda parecer que está en una encrucijada, sabe perfectamente qué es lo que quiere y a quién debe ayudar... sólo se tenía que dejar a esta actriz algo más de protagonismo para que demostrase que su personaje tenía mucho que decir en la trama.
El problema con Jake Gyllenhaal es distinto: ni al personaje se le da la oportunidad, ni a él parece importarle. No aporta lo que se esperaría de un hermano que está harto de luchar contra su padre, contra la opinión que todos tienen de él... no está a la altura pero, sin embargo, las condicionen del film están a su favor: no importa que no esté a la altura, porque tampoco se le da tiempo ni importancia suficiente a la historia de su personaje para que deba estarlo.
En definitiva, lo que "consigue" Brothers - Hermanos es que no acabemos de concentrarnos en lo que pasa por la pantalla, porque el film no nos da, hasta casi los últimos quince minutos de metraje, ningún aliciente para hacerlo. Nos limitamos a contemplarla desde afuera, desde lejos, siendo difícil identificarse con la historia o con alguno de los personajes, a no ser que hayamos vivido algo similar. Brothers - Hermanos será la típica película de sábado tarde en casa, que miraremos mientras estemos chateando con alguien en el ordenador y que nos emocionará ya al final, cuando no hay mucho más que contar. ¿Es mala? Por supuesto que no. Pero no es memorable. Ni tan siquiera destacable. Es una TV Movie.
Ficha técnica:
Brothers/Hermanos (Brothers), EUA, 2009
Dirección: Jim Sheridan
Guión: David Benioff (basado en la película danesa Brodre)
Música: Thomas Newman
Fotografía: Frederick Elmes
Montaje: Jay Cassidy
Interpretación: Tobey Maguire, Jake Gykkenhaal, Natalie Portman, Sam Shepard