Carlos Saura es, sin duda, uno de los directores fundamentales del cine español, y su filmografía resulta imprescindible para estudiar los últimos años del franquismo y los primeros años de la transición, como ya ha hecho EL ESPECTADOR IMAGINARIO en la crítica de La prima Angélica y en el artículo “Jardín cerrado: metáforas del franquismo en el primer cine de Carlos Saura”. Desde hace ya algunos años, Saura, además, se ha interesado también por diversos géneros musicales y ha tratado de unir esa inquietud con su propio cine, y el resultado es una serie de películas que, más que documentales al uso, se han convertido en videoclips de lujo, fotografiados, casi todos ellos, de una forma virtuosa por el maestro Vittorio Storaro, cuya colaboración con el director de Huesca comenzó precisamente con Flamenco (1995), continuó con Taxi (1996), Tango (1998), Goya en Burdeos (1999) e Io, Don Giovanni (2009), y acaba, de momento, con Flamenco, flamenco.
Saura ya se había interesado por este tipo de cine musical antes de su colaboración con Storaro, con títulos como Bodas de sangre (1981), Carmen (1983), El amor brujo (1986) y Sevillanas (1992), y no pudo recurrir al gran cinematógrafo italiano en películas como Salomé (2002), Iberia (2005) y Fados (2007), todas ellas fotografiadas por José Luis López Linares -la primera en colaboración con Teo Delgado y la última con Eduardo Serra; la segunda, en solitario-. Saura asume la faceta de director y guionista más o menos convencional con la de demiurgo de espectaculares musicales sobre los más variados géneros, aunque su debilidad, sin duda, es el flamenco.
Flamenco, flamenco dialoga, de manera fundamental, pero no exclusiva, con Flamenco, pero supone un proyecto mucho más rico y ambicioso, aunque quizá carezca de la pureza e ingenuidad que destilaba aquel. La película es una sucesión de números musicales unidos por fundidos en negro, y, si bien es verdad que no hay una historia al uso que los una, al contrario de lo que ocurría en Tango, sí hay un mínimo trazado narrativo que permite hilvanarlos: todo comienza al atardecer y concluye al alba del día siguiente. Hay, en efecto, un magnífico estudio de la luz, que puede ser interpretado como el ciclo de la vida, desde el nacimiento a la muerte.
Es curioso comprobar cómo, al lado de maestros indiscutibles como Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía o José Mercé, hay nuevos talentos que aparecieron casi como meritorios en Flamenco, como es el caso de Israel Galván o Moraíto Chico, pero también nuevos nombres que se han abierto paso durante los quince años que median entre las dos entregas: Sara Baras, Estrella Morente, Montse Cortés, Miguel Poveda, Manuel Fernández "El Carpeta", Niña Pastori, Eva "Yerbabuena". Resulta entrañable, por ejemplo, el caso de Farruquito, que aparecía como un niño prodigio en Flamenco y se ha convertido en un bailaor adulto y consagrado en Flamenco, Flamenco. Farruquito, además, le da la alternativa a su hermano pequeño, "El Carpeta", del mismo modo que su abuelo, Farruco, se la dio a él en Flamenco.
El gran mérito de esta película es la creación del espacio en el que se van a desarrollar los números. El lugar elegido por el equipo de producción ha sido el Pabellón del Futuro de la antigua Expo de Sevilla -Flamenco, por ejemplo, se rodó en la antigua estación de ferrocarril de Plaza de Armas-. Ambos musicales se inician con un estudio visual del espacio escénico y concluyen con la búsqueda, por parte de la cámara, del espacio exterior. Lo que se persigue con ese movimiento es subrayar la condición de decorado, de espacio creado para que tengan lugar los números. Si Flamenco concluía con el tema "Verde que te quiero verde" cantado por Manzanita y Antonio Carmona, ese mismo tema inaugura Flamenco, Flamenco, cantado ahora por Carlos García y Mª Ángeles Fernández, con Josemi Carmona a la guitarra. Es el primero de una serie de veintiún cortes, entre los que destacan el duelo de pianos entre David Dorantes y Diego Amador; la copla por bulería de Miguel Poveda -con carteles de películas de Juanita Reina, Lola Flores, Concha Piquer y La Paquera de Jerez de fondo-; la marcha procesional de Pepe de la Vega coreografiada por Javier Latorre; el baile en silencio de Israel Galván; "La leyenda del tiempo" interpretada por Niña Pastori con Tomatito y Josemi Carmona a la guitarra; y, por supuesto, la canción de cuna que interpretan Eva "Yerbabuena" y Miguel Poveda bajo una lluvia artificial.
Si hay algo nuevo que incorpora Flamenco, flamenco es la presencia de la pintura en buena parte de los bailes. No faltan reproducciones de cuadros de Rafael de Penagos, Romero de Torres, Goya, Anglada Camarasa, Ignacio Zuloaga, Sargent, Gustavo Doré o Gonzalo Bilbao, entre otros. Habrá quien piense que esta película es tan solo un mero ejercicio estético, pero deberá reconocer también su gran belleza visual y el gran tributo que le rinde al flamenco, a pesar de todo lo que se ha quedado fuera.
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