Hoy por hoy, el cine serbio (y el cine europeo periférico e independiente, en general) está experimentando un crecimiento en cantidad y calidad que va más allá de las películas del aclamado Emir Kusturica. Sin ir más lejos, en el último par de meses hemos podido disfrutar en España, aunque unos años después de su producción, de dos de las mejores películas balcánicas de la década: Honeymoons (Medeni mesec, 2009), de Goran Paskaljevic, y The Trap (Klopka, 2007), de Srdan Golubovic. Esta segunda, consolida a su director en el género del thriller ambientado en la posguerra yugoslava, tras un interesante debut con Tiro al blanco (Apsolutnih sto, 2001), una historia redentora entre hermanos bajo la influencia de la cinta soviética Brat (Aleksey Balabanov, 1997).
Lo cierto, es que en The Trap ese contexto sociopolítico post-Milosevic no adquiere una relevancia tan determinante como parecen empeñarse en señalar las sinopsis que sobre el filme pueden encontrarse en la red. Entiendo que con ello, simplemente se pretende recalcar un clima canallesco donde la corrupción social todavía se resiste a la imposición de un orden convencido del mantenimiento de esa "seguridad" que proporciona al sistema la escala de clases. En la película, este marco sólo sirve para explicar que la familia protagonista no nada en la abundancia precisamente y que, cuando su hijo caiga enfermo de forma súbita, atenderá cualquier posibilidad, por amoral que sea, de conseguir el dinero para costear la operación.
Es aquí donde, lo que hasta entonces era un drama del montón, afluye hacia un suspense que incorpora referencias al código clásico del cine negro, conformando un híbrido de elegante sello autoral. Por un lado, no le da tregua a la tragedia del niño ni se encalla en el sentimentalismo barato. Una vez que ha rentabilizado la dolencia captando la atención, la aparca y continúa a pie hasta el dilema moral. ¿Dónde está nuestro límite cuando se trata de un hijo?
En el recién estrenado plano de la intriga, la expectación crece con el tiempo, aunque los pronósticos sobre qué ocurrirá en la siguiente escena no sean demasiado exigentes; sólo la narración de la práctica totalidad del filme a modo de flashback gigante descoloca, mas siempre al servicio de la adictiva incertidumbre. A estas alturas, Golubovic ya ha encomendado a su inestimable protagonista -un Nebojsa Glogovac que se alza sobre un elenco desconocido, pero espléndido- la capacidad de sintonizar con el respetable. Pese a que la aspereza se palpa en cada plano, nunca se hace gala de la explicitud: la deliberada tensión latente logra esa buscada sensación de fatiga mental (la posible llegada del dinero por cuenta ajena y desinteresada es una trampa que termina por desarmarnos del todo).
En lugar de optar por unos giros de regusto taquillero que harían estallar la bolsa de la inverosimilitud nublando la concentración presente y la meditación posterior, el cineasta prefiere dejarse llevar por unos derroteros naturales para contar su historia; una angustiosa impotencia comienza a prolongarse por unas imágenes que, paso a paso, muestran la caída en desgracia de una familia unida, a modo de desconsoladora declamación poética. La repercusión de cada decisión en la carrera por la vida se ofrece rítmicamente parsimoniosa y flemática, en pos de apreciar el impacto de cada percance concreto (en lo que bien serviría para definir un nuevo concepto dentro del tiempo cinematográfico que podría denominarse como algo parecido a "lapso de digestión dramática").
La factura de agilidad de la cinta es casi tan notable como su dimensión ética. Los conflictos psicológicos tan profundos suelen estar pautados por símbolos reconocibles. En este caso, advertimos una escena -más bien un escenario- que tiende a repetirse durante todo el metraje, en calidad de divisor capitular con una función de recurso premonitorio: la del semáforo en rojo perenne donde el Renault 4 del cabeza de familia se para de regreso a casa. En un primer acto, el hijo y el padre ocuparán el vehículo, ajenos a la malaventura que se cierne sobre ellos; ya en el nudo, con el niño ingresado, avisa del principio del fin de un matrimonio que se quiere y, más tarde, constituirá una pista clave para las indagaciones de un padre derrotado; como indicio del cierre, se esgrimirá como espacio de un cortante desenlace anunciado.
The Trap dista mucho de llegar a ser considerada una gran película o de verse incluida en los circuitos comerciales. Sin poseer unos diálogos brillantes, sí goza de situaciones brillantes. Las palabras se las lleva el viento. Las acciones no.
Sofia International Film Festival 2007.
Mejor película GoEast Film Festival Wiesbaden, 2007. Mejor película y premio FIPRESCI
15th International Artfilm Festival. Mejor director
Milano International Film Festival 2008. Mejor director y mejor actor
Ficha técnica:
The Trap (Klopka), Serbia-Alemania-Hungría, 2007
Dirección: Srdan Golubovic
Producción: Maksa Ćatović y László Kántor
Guión: Melina Pota Koljević, SrÄ‘an Koljević y Nenad Teofilović
Fotografía:Aleksandar Ilic
Montaje: Dejan Urošević y Marko Glusac
Música: Mario Schneider
Interpretación: Nebojša Glogovac, Nataša Ninković, Miki Manojlović, Anica Dobra, Bogdan Diklić, Vuk Kostić, Vojin Ćetković