Hay tantas formas como miradas para narrar la historia de un país en sus doscientos años. Un homenaje del cine a su país. Muchos de los valiosos directores que conforman el abanico cinematográfico argentino fueron convocados para celebrar el Bicentenario del país en el marco de los festejos que se realizan durante todo el año. La consigna era narrar un hecho ubicado temporalmente dentro de los doscientos años de historia. El resultado: 25 cortos de 8 minutos de duración.
"La idea de los cortos es expresar la diversidad de segmentos, y de puntos de vista, de género y de representatividades que tiene el cine, con un criterio amplio", así se refirió el Secretario de Cultura de la Nación Jorge Coscia, quien impulsó el proyecto junto con la Universidad de Tres de Febrero.
La diversidad de miradas y testimonios fue asumida por 25 directores, entre ellos: Leonardo Favio, Daniel Burman, Marcos Carnevale, Albertina Carri, Paula De Luque, Sabrina Farji, Pablo Fendrik, Sandra Gugliotta, Paula Hernández, Juan José Jusid, Víctor Laplace, Alberto Lecchi, Lucrecia Martel, Mausi Martínez. También se encuentran Pablo Trapero, Ricardo Wullicher, Inés de Olivera César, Carlos Sorín, Lucía Puenzo, Juan Bautista Stagnaro, Néstor Moltalbano, Celina Murga, Gustavo Postiglione, Juan Taratuto y Gustavo Taretto.
Sumados al festejo patrio, cada historia contó con la interpretación de un destacado elenco de actores: China Zorrilla, Andrea Del Boca, Diego Peretti, Luis Luque, Luis Ziembrowski, Alejandro Awada, Diego Capusotto, Elena Roger, Norma Pons, Mike Amigorena, Osqui Guzman, entre otros.
Desde una amplia muestra estética y visual en 25 miradas 200 minutos la multiplicidad de voces nos habla de una clara construcción colectiva y de identidad. En cada corto se logró expresar el sello autoral de cada realizador. Si bien hay distintas propuestas narrativas, algunas de ellas coincidieron en su orientación temática.
La dictadura. Los años oscuros: el efecto traumático y doloroso de la dictadura militar dejó cicatrices y una huella imborrable en la historia argentina. La memoria, por ende, también se transformó en el epicentro de los cortometrajes. Una revisión visual sobre aquello que no puede repetirse. Así, lo expresa Restos (Albertina Carri) al indagar sobre el rol del cine en el proceso de reconstrucción de la memoria. "¿Acumular imágenes es resistir?", porque en esa resistencia vuelve sobre el cine atravesado por la censura, como también recuerda a los cineastas argentinos desaparecidos. Bajo una estética cercana al documental, Restos recorre el espíritu del cine militante de los sesenta. Mala Sangre (Paula Hernández) atraviesa con un paneo y largo travelling los íconos más nefastos de aquel período, en una suerte de show televisivo y bajo la mirada de una mujer humilde que limpiaba la sangre derramada dentro de un canal de televisión. En Posadas (Sandra Gugliota) se construye un relato sobre el miedo y la persecución de una militante de los setenta. Con gran verismo, el film recrea el año 1978 y transmite la atmósfera de incertidumbre y opresión que vive el personaje. La cámara intenta asistir y acompañar a una joven perseguida, que deberá hallar refugio, preservar a su pequeña hija y tratar de cruzar la frontera para hallar la libertad tan deseada.
La memoria: "Sin memoria, sin acuerdo, no avanzamos. La historia se repite...". Sobre ello varios autores idearon su proyecto. Una vez más (Gustavo Taretto) logra, a través de la reiteración de imágenes y de escenas, dar cuenta de que, en las diferencias, en este caso de una pareja que discute, aparece la intolerancia y el individualismo, que no nos permitiría desarrollarnos ni avanzar como sociedad. Como una suerte de road movie, pero sobre rieles, Ser útil hoy (Víctor Laplace), del consagrado actor y director, se narra de forma muy simple un viaje hacia el pasado, a partir del audio con discursos, hechos y frases pronunciadas por políticos y personajes claves que marcaron nuestros días. Gente querible (Leonardo Favio) logra hacer una simbiosis entre cine e historia. Una simbiosis, donde el maestro Favio funde las imágenes de todos sus films con frases de nuestros próceres, de forma cronológica. El abuelo (Alberto Lecchi) se ubica entre los lineamientos del documental con pinceladas de ficción. Parte y se ubica en 1983, con la vuelta a la democracia. Un periodista reportea a un abuelo, preguntándole sobre ese hecho. El relato en la primera persona unirá a tres generaciones de argentinos, bajo una mirada que recorre la historia, con imágenes de archivo, pero que no llega a ser tan optimista como el resto de los cortometrajes en su visión de futuro.
Las generaciones, los hijos y el legado histórico también son motivo de algunas historias. Intolerancia (Juan José Jusid) parte del acto escolar del 25 de mayo, donde los padres actúan para sus hijos. Rodada en el interior de un aula, surge una discusión entre los adultos, donde se revelarán sus miserias. Norma Pons, la directora del lugar, los obligará a meditar sobre el rol que ejercen, en relación al compromiso y a lo transmitido. En el marco de la escolaridad, El héroe al que nadie quiso (Adrián Israel Caetano) se inscribe en una competencia entre alumnos, donde deberán armar una maqueta sobre un evento patrio. El inconveniente para armarla, para destacar un suceso, parecería poner a prueba la desmitificación que hoy cuesta sostener o reconocer sobre el prócer y el héroe, ya sea por desconocimiento histórico o por valores deslucidos. El héroe como modelo a continuar y revalorizar. (Mi) historia argentina (Gustavo Postiglione) es un relato autobiográfico, donde se intercalan varios lenguajes y formatos. Desde el primer plano de su niño jugando plantea cómo transmitirle y expresar la propia vivencia histórica. El corto muestra su propia construcción, tiene como protagonista a su director y combina la realidad con la ficción de esa misma realidad.
Reconstrucción histórica: El espía (Juan Bautista Stagnaro) refleja momentos posrevolucionarios de 1812, donde aún hay desconfianzas, dudas y recelos. Desde un barco proveniente de Europa llega un hombre que brega por nuestra independencia. Su nombre, José de San Martín. El corto no sólo recrea la atmósfera de la época, sino que resalta el lado humano de un prócer como el general San Martín. El paso por la aduana dará lugar a una interpelación incómoda por parte del encargado; un diálogo que exaltará también su pensamiento y sus ideales independentistas. En la trinchera (Mausi Martínez), la historia se sitúa en el marco de la Guerra de la Triple Alianza, mostrando el diálogo entre dos soldados, uno porteño y otro provinciano, ambos escondidos en el agua. El corto narra, desde el humor, la capacidad del hombre para adecuarse a circunstancias difíciles, de las que no desea participar, y de las que muchas veces no encuentra la salida. Las diferencias culturales entre provincia y capital también logran subrayarse.
Civilización y barbarie: Las voces y los silencios (Carlos Sorín) es una clara y contundente metáfora sobre las consecuencias de la división social; entre la civilización y la barbarie. Como parte de las voces, participan historiadores, como Pacho O'Donnell, que hablarán sobre la raíz de esa desigualdad. Pero en los silencios, nadie habla. Y estarán representados por los rostros de los seres más olvidados. Los planos se suscitan, uno tras otro, con algún epígrafe indicativo. Imágenes que logran escucharse. De corte más metafórico y con uso de imágenes digitales, La leyenda del ceibo (Paula De Luque) es una apuesta más poética sobre el rol de los oprimidos y los opresores, tomando como base una leyenda indígena. Nueva Argirópolis (Lucrecia Martel), filmada en la provincia del Chaco, remite al texto "Argirópolis", escrito por Domingo Faustino Sarmiento en 1850, donde propone crear una capital en la Isla Martín García, lugar en el que se unirían distintas culturas, entre ellas, la aborigen. El corto ahonda en los integrantes de pueblos originarios y en las diferencias insondables, aún presentes dentro de un mismo país. El desconocimiento de las lenguas y el poco respeto hacia otras culturas también forma parte.
Pasado y presente. La identidad: Para todos los hombres de buena voluntad (Ricardo Wullicher), título que cita una frase del preámbulo de la Constitución Nacional, y que remite a la igualdad de derechos sobre todos aquellos que formaron la Argentina. La Orquesta Filarmónica Nacional interpreta el Himno Nacional. Las imágenes de archivo unen pasado y presente, mientras en distintos idiomas, distintas congregaciones y representantes de comunidades extranjeras, entonan sus estrofas. Todos cantan lo mismo, por ser parte de la República, al haber construido su identidad. Bajo la forma de un falso documental, Fallas de origen (Juan Taratuto) alude a los rasgos de los argentinos, desde el Centenario al Bicentenario, con un buen trabajo de edición de imágenes y audio. Una mirada autocrítica, que apunta a construir un futuro mejor. Otra reflexión crítica sobre cómo estaba dividida la sociedad en el centenario se da lugar en Más adelante (Lucía y Esteban Puenzo), una ficción, que no sólo rinde homenaje al inicio del cine, sino que augura un Bicentenario más próspero y reflexivo. Nómade (Pablo Trapero) pone en juego al cine dentro del cine, al recrear una ficción histórica que, al mismo tiempo, vemos construirse. El planteo radica en el desconocimiento sobre nuestra propia historia.
El humor absurdo también se hizo presente con Chasqui (Néstor Montalbano), una parodia sobre el chasqui, el mensajero de la época colonial, que viajaba a caballo llevando mensajes de posta en posta. En este caso visita al general San Martín para llevarle un mate enviado por Rivadavia. La elección de Diego Capusotto como actor y de Pedro Saborido como guionista es el sello exitoso e inconfundible de Montalbano. Un doble homenaje al Libertador y a los incansables mensajeros.
Con una postura más radical y violenta, Hija del sol (Pablo Hendrik) pone su acento en la actualidad del conurbano bonaerense. En él, con cámara en mano, se sigue el robo de una mujer embarazada, que huye en taxi y está a punto de parir. El relato, bien contrastado hacia el final, marca algunos flagelos sociales y el sobrevivir de ciertos grupos vulnerables, porque aspira a que, lo que nazca, de hoy en adelante, sea mejor, más superador.
Una mirada destacada: Entre todas las miradas, y si de voces se trata, La voz, de Sabrina Farji logra plasmar un discurso contundente sobre la historia del país con una estética bellísima. La puesta en escena combina lo escenográfico, lo musical, lo simbólico y lo onírico. A ello se suma el talento de Elena Roger, que expone su rostro multifacético ante una cámara que la exalta, como también su voz, para entonar el Himno argentino. Farji plantea un diálogo entre el pasado y el presente desde una mujer que recorre la historia y se encuentra con la niña que fue y el destino puesto a prueba. El himno que canta deja de escucharse, el acontecer histórico lo enmudece. Un primer plano da paso a esa mujer transformada, enfundada en negro y sin maquillaje. Despersonalizada. Desde su boca interpreta las voces del pasado que emergen resonando en el hoy. Las voces de aquellos que pudieron hacerse escuchar y la de otros que fueron acallados.
Ella hablará como Videla o Galtieri y sentiremos pavura; como Alfonsín, exaltando la democracia, y como tantos otros. También tendrá a la muerte entre sus brazos. Los muertos de la dictadura y de Malvinas. Esa mujer es la República, que debió enfrentarse consigo misma, también. Un símbolo de luchas y procesos constantes, de litigios y diferencias. Pero bajo una mirada optimista y exaltando la memoria, la realizadora orienta su relato hacia la esperanza.
Aquellas voces discursivas se callan. Ahora la República, vestida de blanco, uno de los colores de nuestra bandera, está sola. De pie. Un encuadre la inmortaliza, también la magnifica. Entonces, nos mira a los ojos y canta con la fuerza de sus entrañas "¡Oh, juremos con gloria vivir!".
Ficha técnica:
25 Miradas - 200 Minutos. Los cortos del Bicentenario., Argentina, 2010
Dirección: Adrián Caetano, Marcos Carnevale, Albertina Carri, Paula de Luque, Inés de Oliveira Cézar, Sabrina Farji, Leonardo Favio, Pablo Fendrik, Sandra Gugliotta, Paula Hernández, Juan José Jusid, Víctor Laplace, Alberto Lecchi, Lucrecia Martel, Mausi Martínez, Néstor Montalbano, Celina Murga, Gustavo Postiglione, Lucía y José Puenzo, Carlos Sorín, Juan Bautista Stagnaro, Juan Taratuto, Gustavo Taretto, Pablo Trapero y Ricardo Wullicher.
Producción: Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, La Universidad Tres de Febrero y la Unidad Ejecutora del Bicentenario, Argentina.
Interpretación: China Zorrilla, Andrea Del Boca, Diego Peretti, Luis Luque, Luis Ziembrowski, Alejandro Awada, Diego Capusotto, Elena Roger, Norma Pons, Mike Amigorena, Osqui Guzman, entre otros