La tara del genio

El gran Vázquez

Óscar Aibar, España, 2010

Por Javier Moral

Es de esperar que el tono dramático que prevalezca en un biopic sea sobrio y moderado, pues la vida -salvo la de aquellos que se El gran Vázquezentregaron a los excesos- no es para tomársela a broma. Pero, éste quizá sea una de esos raros casos en los que la desfachatez de la realidad supere a la de la ficción; Manuel Vázquez, dibujante de historietas, fue un caradura en vida, casi hasta el mismísimo día de su muerte. Su cinismo era tal que, él mismo, reconocía su despreciable calaña: "Tuviste mala suerte el día que te cruzaste conmigo", le suelta en la película a una de sus tantas esposas.

El debut de Oscar Aibar en el costumbrismo (hasta ahora se había dedicado a delirantes comedias empapadas de ciencia-ficción) constituye un verosímil retrato de una época, la de los años 60 en España, donde esa picaresca de nuestra edad de oro literaria reflotaba en una sociedad sumida en el atraso, a causa del aislamiento de las fronteras. Y, resulta mucho más interesante, si esta historia viene ofrecida a través del desarrollo del cómic español, encorsetado, hasta nuestros días todavía, en un enfatizado costumbrismo. El guión, que funciona como un auténtico manual para "vivir del cuento", logra enlazar, no sin esfuerzo, una surtida colección de divertidas anécdotas. Su estructura es maciza, pero su efecto, descompensado y discontinuo. La falta de solvencia de buena parte de unos diálogos obtusos, unido a las pobres interpretaciones -entre las que quiero destacar la habitual sobreactuación de Álex Angulo, cuyo cargante método goza incomprensiblemente de numerosos adeptos-, provoca un prematuro abandono del conjunto a merced de un montaje rítmicamente "espídico" que, por lo menos, ameniza y ajusta las conexiones entre secuencias.

El gran VázquezSantiago Segura fue elegido para protagonizar el filme, posiblemente avalado por su impecable experiencia en el diagnóstico de los vicios patrios con su canalla Torrente. De hecho, aún no ha conseguido deshacerse del recargado repertorio de muecas y tics del personaje que le lanzara a la fama, proyectándolos en una suerte de parodia en la figura del descarado dibujante; sin embargo, no conozco a nadie mejor para un papel que, a través de un protagonismo absolutista (no hay tramas secundarias), parece hecho a medida de un hombre que trata de desviar sus registros para empaparse de tragicomedia, solvente cuando es más trágica que cómica -al igual que la película, que funciona mejor en su segunda mitad, de corte más dramático que la primera-.

Lo más atractivo de la retrospectiva de Aibar pasa por la recreación del día a día, condicionado por una nefasta precariedad laboral (que obligaba a los autores a renunciar a los derechos de los personajes y sus páginas), en la mítica editorial Bruguera, una de las pioneras en la historieta de humor en España, siendo especialmente emotivas las animaciones sobre el papel de las más famosas creaciones de Vázquez. Parece ser que el caricaturista no tardó en consolidarse como bastión de la empresa, lo que le concedería una indiscutible licencia para despreocuparse de pasar por la oficina o para gozar de un contrato casi vitalicio (no lo neguemos, para ser un vividor hace falta práctica, mas resulta imprescindible una generosa agenda de relaciones). Pese a que los niños conformaban el grueso de sus lectores, este sinvergüenza se encargaba de procurar, mediante las viñetas, una auténtica master-class semanal en el arte del escaqueo y del aprovechamiento del prójimo que, incluso, eludía la censura del franquismo y, quién sabe, posiblemente contribuyera a componer esa conciencia moderna y global donde suele primar una espantosa falta de escrúpulos frente a la solidaridad.

El gran Vázquez desea subirse al hoy tan popular carro del carpe diem gracias al factor tiempo y sus plazos, tan relevantes en las aventuras de su protagonista, que malvive, pero elude el fracaso -que apenas se muestre no significa que no lo hubiera-, ratificado por una prematura muerte. Tras esto, propongo una curiosa cuestión sobre el origen de sus estímulos. Uno de los tres autores más destacados del tebeo español, ¿estaba realmente interesado en volcar todo su talento al servicio de una pasión o, simplemente, su oficio profería uno de los mejores vehículos para desempeñar sin trabas su verdadera vocación de haragán? Sea como fuere, una cosa está clara: las personas no cambian; y esta película se delata como una de tantas - y subiendo-, cuya rentas máximas se traducen en la reedición de una obra olvidada por el populacho en un intento de dar salida a esos excedentes del autor que acumulan polvo en los estantes de incontables almacenes. Ojalá, alguna de sus viudas pudiera demostrar ahora lo que aprendió de él.



Festival y galardones:

Festival de San Sebastián 2010. Sección Oficial.

Ficha técnica:

El gran Vázquez, España, 2010

Dirección: Óscar Aibar
Producción: Miriam Porté y Gerardo Herrero
Guión: Óscar Aibar
Fotografía: Mario Montero
Montaje: Fernando Pardo
Música: Mastretta
Interpretación: Santiago Segura, Mercé Llorens, Álex Angulo, Enrique Villén, Manolo Solo, Jesús Guzmán

 

 

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