Tell me how I should be. Just tell me. I'll do it"*
Dean en Blue Valentine
¿Quién no ha estado enamorado? ¿Quién no ha sufrido una decepción? ¿Quién no se ha preguntado, más de una vez, cómo pudo llegar a esa situación, aún sabiendo que la otra persona era, posiblemente, el amor de su vida?
Si has podido responder "¡Yo!" a todas las preguntas, enhorabuena. Si no es así... Blue Valentine no sólo te ayudará a recordar los momentos más felices y más tristes de tu vida, sino que te removerá por dentro como si te hubiesen dado un puñetazo directamente en la boca del estómago. Pero vale la pena, sin duda.
Dean es un joven sin estudios que trabaja en una empresa de mudanzas. Cindy es una universitaria estirada. Un día, sus vidas se cruzarán en un geriátrico, y Dean reconocerá a la mujer de sus sueños en Cindy... pero ella no lo verá así. Al menos, al inicio. Porque acabarán enamorándose pero, como ocurre a cualquier pareja, la crisis, años después, acechará sin compasión.
Blue Valentine es una gran historia de amor (Valentine) y una gran historia de desamor y de cómo la rutina y la falta de ilusión pueden romper lo que parecía idílico (Blue). Rodada siguiendo estas dos partes diferenciadas, Derek Cianfrance, que salta a la dirección de un largometraje de ficción tras consolidarse como especialista en documentales, quiso que sus protagonistas se impregnasen el uno del otro haciendo que los dos actores viviesen juntos durante semanas. Y esta forma de trabajar se percibe en el film. El hecho de rodar la parte más tierna de un tirón y luego pasar a la dura realidad actual fue todo un choque y un reto para los dos intérpretes, que tenían que transformar un amor sincero y de cuento de hadas en un verdadero infierno en el que ninguno de los dos, sin embargo, quiere estar... porque, inevitablemente, se aman. Y es que las dos grandes bazas del film son las interpretaciones de Ryan Gosling y Michelle Williams (nominada al Oscar) y el montaje final.
La interpretación que Gosling consigue de Dean llega al corazón: un chico tan enamorado y convencido de que lo que siente es amor verdadero, que no duda en perseguir a la chica que el azar le ha puesto delante de sus narices, aunque los desplantes de ella harían retroceder al más ilusionado. Un hombre, un buen hombre, que intenta por todos los medios retener a su media naranja, pero al que su falta de ambición personal, su conformismo e incluso su continuo claudicar le ha llevan a no darse cuenta de que su mujer necesita algo más. El actor nos atrapa, creemos a pie juntillas que él es Dean, y además reconocemos en él a alguien de nuestro pasado o de nuestro entorno. Consigue absorbernos hasta tal punto que un sentimiento de pena y rabia nos invade a medida que avanza el metraje. ¡Ah! Se merecía, como mínimo, haber estado también nominado al Oscar.
Michelle Williams es también una de las promesas de su generación. Logra pasar de altiva universitaria a niña enamorada y finalmente a mujer despechada con su marido (pero sobre todo con ella misma y los errores cometidos por sus malas decisiones) de forma que, seas hombre o mujer, también te sientes identificado. La tensión en las escenas que comparten se siente hasta tal punto que literalmente te ponen la piel de gallina. Y eso no es fácil.
Pero decía que la segunda baza es el montaje. Y es que tal y como comentó el actor, la película avanza como si de un thriller se tratase. Conocemos a los dos protagonistas, y sabemos que algo pasa, no bien qué. Las escenas "Valentine" y las "Blue" se combinan de tal forma (no sólo se mezcla presente y pasado, sino que avanzan también sin evolución cronológica) que nos van dando pistas de qué puede estar sucediendo. ¿Es él el asesino de la relación? ¿Lo es ella? ¿Qué les ha llevado a estar como están? ¿Alguno ha sido infiel al otro? Preguntas que poco a poco van teniendo respuesta, hasta completar el rompecabezas que nos permite obtener, finalmente, la visión global de las motivaciones, miedos, esperanzas y desengaños de Dean y Cindy, que no es más que la visión global de una relación cualquiera que hayamos tirado por el retrete en nuestra propia vida.
A destacar también, cómo no, el guión, una combinación casi imposible de conversaciones infantiles de cuando están (estamos) enamorados y de frases cortas (y largos silencios) que se envían como puñales y que no son más que las verdades que se reprochan el uno al otro. Unas situaciones que no nos dejan indiferentes porque, de una forma u otra, también hemos experimentado. Y, como puesta en escena, la cruel habitación futurista en la que pasan un fin de semana es de lo mejor del film, al ser el puro reflejo del sentimiento que comparten: una relación fría, metálica. Azul, claro.
Blue Valentine no debe dejarse escapar, es una pequeña joya que seguro será más valorada con el tiempo (a día de hoy aún no tiene fecha de estreno en muchísimos países) y que nos regala una visión agridulce de la vida cotidiana que no se encuentra fácilmente en la gran pantalla. Un regalo para vista y oídos... aunque nos deje con lágrimas en los ojos.
* Traducción: "Dime cómo quieres que sea. Sólo dímelo, y lo haré".
Ficha técnica:
Blue Valentine, EUA, 2011
Dirección: Derek Cianfrance
Producción: Lynette Howell, Alex Orlovsky, Jamie Patricof
Guión: Derek Cianfrance, Cami Delavigne, Joey Curtis
Fotografía: Andrij Parekh
Montaje: Jim Helton, Ron Patane
Música: Joe Rudge
Interpretación: Ryan Gosling, Michelle Williams
Trailer: