Gustavo Loza es un realizador mexicano con una sólida trayectoria en el país. Entre sus películas están: Al otro lado (2004), Sexo, amor y otras perversiones (2006) y Paradas continuas (2009). Posee calidad en su trabajo y ha sabido tocar diferentes temáticas con cautela y mucha habilidad. En ésta, su nueva producción, aborda un tema que aún está en el armario en México: la homosexualidad, y lo hace presentado a una pareja de hombres que llevan más de diez años juntos y que han conformado una familia con una naturalidad impensable en el cine nacional. Sin embargo, no sólo se ha hecho a la tarea de mostrar a la pareja en su cotidianidad, sino que además los ha involucrado en una situación que va aún más allá y que es algo que se discute en el país: la paternidad. Si ya es un problema el matrimonio gay, la adopción y la conformación de familia son temas que se rechazan casi por completo en las conversaciones cotidianas y por ende son difíciles de concebir en la pantalla grande para el público nacional.
Loza muestra entonces una perspectiva muy reivindicativa de la homosexualidad, una en donde el personaje gay está muy alejado de ser objeto de burla, o donde está interpretado desde la visión del esterotipo "afeminado". Por el contrario, presenta seres humanos que han decidido estar juntos en una relación estable, conciente de su realidad y su contexto.
Así, la impactante historia muestra una relación sólida conformada por Jean Paul (Jorge Salinas) y Chema (Luis R. Guzmán), quienes recién han cumplido su décimo aniversario. A los pocos días, Ivana (Serradilla) les pide que se queden a cargo de Hendrix, que ha quedado abandonado varios días porque su madre junkie está desaparecida. Esto enfrenta a la pareja a una nueva situación que transormará su lazo, su perspectiva de la vida, su comportamiento y su dinámica; no sólo de ellos, sino de la gente que les rodea.
Seguramente a más de uno le ha causado impacto ver la película, pero ha sido tratada con cuidado y suma cautela: nada demasiado atrevido para el recato mexicano, pero sí lo suficientemente explícito para que quede claro el concepto a transmitir. Además, Loza siempre ha logrado cautivar con sus cintas, ya que tiene la capacidad de hacer conexiones emotivas con el público y La otra familia no es la excepción.
Por supuesto la realización es impecable. No ofrece ningún tipo de tratamiento visual excepcional, pero no es necesario, ya que cumple perfectamente con el objetivo, que es transmitir la idea principal de la historia. Sin embargo, sí recubre ciertos ambientes con filtros e iluminación. Es posible apreciar cómo la vida de la pareja inicia con tranquilidad y una ligera frialdad y, paulatinamente, el calor de hogar se va adueñando de su casa y del color de la película.
Pero La otra familia no sólo es sorprendente por su temática principal, sino por el sin fin de otras cuestiones que son retratadas en la cinta:
En primer lugar, el lesbianismo como otro tema tabú, que ha sido mostrado muy pocas veces en México. Si ver a dos hombres es conflicto para muchos, las mujeres se han mantenido en la oscuridad ante la vista cinematográfica. Sí, acaso, se ha hecho mención a la situación, pero rara vez se ha filmado a una pareja en forma. Aquí, además, sorprende gratamente la participación de Serradilla en la dupla.
Aunado a este punto, otro tema que apenas aparece en algunas películas, incluso norteamericanas, es la maternidad en parejas de mujeres. Varios son los problemas que enfrentan a la hora de tomar esta decisión, que van desde elegir quién será la que cargará al bebé, la selección del donante, el método de inseminación, entre otros. En esta película, además se toca -un poco a fuerzas- una perspectiva sobre el incesto.
También se habla sobre el tráfico de menores en el país y lo complicado, doloroso y largo que puede llegar a ser un proceso de adopción. Esto es también una llamada de atención para los sistemas burocráticos nacionalees con respecto a las alternativas para poder tener una familia. Por supuesto, lo anterior no sólo atañe a las parejas homosexuales, sino a toda clase de relaciones, en todos los niveles y estratos sociales.
Por último, se refiere a las drogas como un problema de adicción, dejando un poco de lado el asunto del narcotráfico. En la cinta se presenta esta situación desde una perspectiva personal, en donde llevar una vida farmacodependiente tiene consecuencias de diversas índoles, no sólo para el adicto, sino para quienes le rodean.
Loza se ha encargado de preparar una película que descubra una realidad que cada vez es más grande en México, pero que muchos se niegan a observar y/o aceptar. Al mismo tiempo ha decidido hacerlo con tiento y con una posición reivindicativa. Tal vez, para muchos sea una cinta incómoda, pero es posible que más de uno reflexione sobre lo que se vive en el mundo y sobre el valor que posee el ser humano por sí mismo, sin importar sus preferencias sexuales.
Al final, por sobre todas las cosas, esta película habla sobre el valor de la familia, el amor, la bondad y lo que sucede en la vida cuando un ser humano decide abrir su corazón y comenzar a vivir una vida en compañía.
Lo que sí ha quedado un poco exagerado es el mundo que ha tenido que crear el director para poder mostrar esta visión positiva y única, así como algunas de las formas que optó por utilizar para solucionar ciertos hilos de la historia. Loza ha tenido que recurrir a mostrar un mundo de "fantasía" que se ve permeado con algunas situaciones irreales, que aún parecen lejanas en el país. Se presenta, así, un contexto en el que la violencia no ataca a la pareja, en donde un sacerdote realiza una unión y en el que todo parece casi "color de rosa". Sin embargo, este panorama no estorba realmente a la cinta y resulta -hasta cierto punto- congruente con el mundo generado para la historia.
Para completar el cuadro, se ha constituido un reparto muy interesante, conformado por actores con capacidades histriónicas y renombre en el cine nacional, lo que le da un plus a la taquilla: por un lado, la reaparición de Jorge Salinas en la pantalla grande, y junto a él: Carmen Salinas, Ana Serradilla, Nailea Norvind, Alejandro Calva y Mario Zaragoza, entre otros.
Definitivamente, La otra familia es un parteaguas en el país, que abre la posibilidad de ver este fenómeno social como algo que se está volviendo más natural día a día. Sorpresiva también ha sido la reacción del público y su nivel de aceptación, ya que lleva en cartelera casi cuatro semanas, lo que es mucho decir para la producción nacional y más para aquella que posee una temática tan delicada.
Enhorabuena para Gustavo Loza y su visión de la vida que se atreve a llevar al cine.
Ficha técnica:
La otra familia, México, 2011
Dirección: Gustavo Loza
Producción: Gustavo Loza, Matthias Ehrenberg
Guión: Gustavo Loza
Fotografía: Carlos Marcovich
Montaje: Camilo Abadía
Interpretación: Jorge Salinas, Luis R. Guzmán, Ana Serradilla, Bruno Loza
Trailer: