El film de Patricio Guzmán mantiene al espectador en una distancia prudente desde el comienzo. Quizá esa distancia venga impuesta por la voz del narrador, el propio Guzmán, cuyo timbre y cadencia es posible para una charla de café, pero no tiene el poder atrapante que uno espera de un narrador clásico. Lo cual no es un demérito, sino que lo mencionamos para situar al lector en la posición del espectador, que de pronto se ve minimizado por imágenes de artefactos inmensos, cuyo ruido ensordece, pues obedece a una serie de movimientos mecánicos de aparatos altamente sofisticados. Ese sonido, por momentos molesto, no cuadra con la voz que nos trae más bien hacia un relato monocorde.
Guzmán nos habla de una pasión chilena y propia, con perdón de la posible redundancia, la del cosmos. Ese país arrinconado por la cordillera de los Andes y el Pacífico cobija a unos seres que buscan su punto de fuga, a través de la curiosidad por el cielo y sus misterios.
En medio del desierto de Atacama se ha construido el telescopio más grande de la tierra. Desde allí, un grupo de jóvenes estudia los planetas y las constelaciones, a veces tan emparentadas con nuestro microcosmos. De esa inmensidad infinita, el espacio, vista a través de un aparato situado en una inmensidad más terrena, el desierto, pasaremos a la composición de los huesos. Y de allí al ser humano, no hay sino un paso.
Los astrónomos, al menos dos de ellos, han sido escogidos particularmente. Si conocemos la filmografía de Guzmán, entenderemos hacia dónde nos lleva. Esa pareja de jóvenes que ofrecen su testimonio sobre lo que observan por la lente del telescopio son hijos de desaparecidos.
Sí, el cosmos, el desierto, los huesos y los sobrevivientes vienen a formar el esqueleto sobre el que Patricio Guzmán edificará su discurso sobre la memoria. Memoria sobre el pasado. Porque ese momento en que vemos los planetas ha pasado hace años luz. El pasado es, también, este mismo momento en yo escribo y tú me lees. Y el pasado, en Chile, ha dejado una profunda cicatriz. Una huella dramática que hay que curar a través de la memoria.
Las siluetas de cinco mujeres se recortan sobre el horizonte de Atacama. Sus figuras se doblan buscando algo en el piso. Su búsqueda lleva años, más de treinta, para recoger astillas de huesos de los desaparecidos chilenos. Ellas habitan esa inmensidad. Los jóvenes astrónomos tratan de encontrar en el espacio una explicación a la falta de sus padres, también desaparecidos.
El testimonio de una joven, madre de un niño, que no ha venido con "falla de fábrica" (así le llama a la falta forzada de padres) como ella, nos deja pegados a la butaca, con el aliento contenido. Cuando narra que sus abuelos, para salvarla, debieron entregar a sus padres, nos espantamos. El silencio inunda la sala, vemos la imagen de los abuelos, en plano conjunto, mirando a cámara, sin un gesto que delate algún sentimiento. Ella sigue explicando que está agradecida porque le han regalado una infancia feliz y su discurso desborda optimismo.
Cuando acomodamos toda esta información, cuando intentamos siquiera comprender cómo se debe sentir ella, las mujeres del desierto, el astrónomo, el mismo autor, testigo de una generación diezmada... Patricio Guzmán nos regala la más hermosa de las imágenes: las mujeres, sentadas frente a la lente del telescopio, oteando la inmensidad, con una sonrisa infantil que las viene a rescatar del abismo en que se encontraban.
Sin imágenes de archivo, sin golpes bajos, sin cargar las tintas sobre ninguno de los sucesos... sugiriendo más que mostrando, dejando hablar a los protagonistas que no son esos que vemos, sino que es algo más complejo (es un protagonista colectivo), Guzmán ha penetrado en nuestros sentimientos y los ha dado vuelta una y otra vez para demostrarnos que la violencia no necesariamente paga con violencia. A veces, como en este film luminoso, paga con arte.
Ficha técnica
Nostalgia de la luz, Alemania, Chile, España, Francia, 2010
Dirección: Patricio Guzmán
Guión: Patricio Guzmán
Fotografía: Katell Djian
Montaje: Patricio Guzmán, Emmnuelle Joly
Efectos especiales: Eric Salleron
Trailer: